No hay más que mirar hacia atrás, para ver un mercado de aplicaciones dirigidas a móviles y tablets de escándalo. Unos números astronómicos conseguidos por un juego (Angry Birds), o la venta de una aplicación sin negocio aparente (gratuita y sin publicidad como puede ser Instagram), por unas sumas de dinero impensables.


Que hay negocio actualmente en las aplicaciones es innegable, pero a la hora de la verdad, no es el dorado, como se tiende a impulsar.

Existen unas expectativas desmesuradas, que no van acorde a una realidad, donde solo el 20% puede mantener un negocio, y el 59% no cubren siquiera el coste de desarrollo. 

Las razones son sencillas. El coste de visibilidad en los market actuales es muy caro, existiendo actualmente la ingente cantidad de aplicaciones distintas, y estando las habituales muy por encima en el top. Además, la tasa de abandono tiende a ser considerable, ya sea por parte de los desarrolladores (que no ven negocio) o los clientes (que a tal facilidad de cambiar, prueban cada poco nuevas aplicaciones, dejando de producir beneficios a base de la publicidad vista).

Rentabilidad de las apps

Las aplicaciones no son la fiebre del oro del siglo XXI, y cuanto antes se entre en razón, mejor que mejor para la industria y los clientes.