Clickbait

Tenía pendiente hablar de esta magnífica pieza de Nathan J. Robinson para CurrentAffairs (EN/por cierto, qué bonito el diseño en una sola columna fina de todo el texto), en la que profundiza en un tema que ya hemos tratado por estos lares, con ese titular dilapidador que he parafraseado en nuestro idioma.


La verdad es de pago, las mentiras son gratis

Por supuesto buena parte de la reflexión se centra en el paradigma informativo académico. A fin de cuentas, y a poco que hayáis estado metidos en el mundillo universitario, sabréis como el bueno de Nathan que prácticamente todo lo que de verdad es interesante es de pago.

¿Se liberan papers gratuitos? Pues sí, pero sobre todo hablamos de borradores y primeros acercamientos. De paja.

Iniciativas como Sci-Hub, creado en 2011 por Alexandra Elbakian, y sujeto desde entonces a fuertes presiones (económicas, judiciales y políticas) por parte principalmente de las editoriales científicas (la SGAE del mundo académico, para que nos entendamos), no dejan de ser un mero brote de luz en medio de un océano de negrura.

Ya no solo la mayor parte de papers que no acaban de una u otra manera por Sci-Hub requieren de una suscripción de pago para ser accesibles, sino que además los medios científicos que los analizan también ocultan su contenido bajo diferentes tipologías de muros de pago.

¿Y al final de forma gratuita qué tienes? Pues los medios de comunicación y si eso algún blog de un bocachancla como un servidor, la mayoría dependientes económicamente de los bandazos que da la publicidad, y regidos en su mayor parte por becarios periodistas (sin desmerecer el trabajo de los pobres becarios, ojo, que todos lo hemos sido en algún momento) y aficionados que hacen lo que pueden.

Justo aquello de lo que hablamos en su día: El acceso a la información es cada vez más universal, pero el acceso a la buena información sigue siendo muy limitado.


¿Quieres otro ejemplo?

Las bibliotecas. Esos pilares del saber humano, venidas a menos… pese a que en efecto buena parte de ellas son públicas (y gratuitas).

¿El por qué? Pues que, de nuevo, salvando iniciativas como la Wikipedia (la cual sobrevive como puede gracias al trabajo de decenas de miles de colaboradores con intereses diversos), todo su saber se queda enclaustrado en un soporte (el paradigma de un edificio con decenas de estanterías repletas de obras ordenadas vaya usted a saber cómo) que es de todo menos intuitivo.

Es decir, que aquí el problema es de accesibilidad (hay que estudiar un máster para saber dónde tienes que buscar X tema), de conocimiento, y en última instancia, también económico.

Internet va de democratizar

Y sí, gracias a Internet el acceso a la información es cada vez más cómodo y accesible. Pero recalco que el problema no es de acceso a la información, sino de acceso a la buena información. La que aporta valor.

Esa misma que:

  • No depende del modelo publicitario y del posicionamiento de la red: Es decir, ese contenido que no necesita muchos clics y/o aparecer en las búsquedas para ser rentable.
  • Es creado (y mantenido) con un fin de sumar, y no únicamente de monetizar.

Lo que reduce mucho, mucho, la posibilidad de que conforme un medio crece, la calidad de su contenido siga siendo la que era, y por ende siga siendo rentable. Que siga siendo “gratuito”.


Y no solo eso: basta ver dónde se informan la mayor parte de ciudadanos (televisión, periódicos generalistas, redes sociales) para darse cuenta de que incluso el cliente potencial de la información tampoco busca calidad.

Que la gente lo que quiere es que les ratifiquen lo que ya saben.

Si queremos crear un sistema que de verdad nos ayude a informarnos, tenemos las herramientas (¡Hola RSS!), pero también tendremos que dedicarle tiempo a generarlo.

Sin embargo, en redes sociales, en la tele o en el periódico de turno te lo dan todo mascado. Sin pensar. Todo gratis. Néctar de basura en vena ¡Perfecto!

Luego entre medias tenemos a los especialistas. Gente como un servidor que podemos permitirnos el lujo (de nuevo, factor económico en escena) de dedicar tiempo a esto de crear contenido en la red porque no vivimos de ello. Lo que recalco, no refleja una realidad social y/o estadística, y juega tanto a favor como en contra del afán de todos como colectivo (la Sociedad en mayúscula) por estar mejor informados.

Si hoy, con todo lo que he aprendido desde que empecé un proyecto como PabloYglesias, me tocase volver a crearlo, y lo hiciese con afán único de compartir, tengo claro que lo haría todo bajo un muro de pago.

No porque sea un perverso capitalista sediento de billetes, sino porque esto permite un focus en la calidad absoluto, sin distracciones.


Muchas menos opciones de monetización, mucho menos mercado potencial, ergo menos tiempo perdido lidiando con terceros.

Y ojo, que soy la persona más feliz del mundo con lo que hemos conseguido montar por aquí. El caso de PabloYglesias es uno de esos modelos híbridos (en torno al 80% del contenido gratuito, un 20% de pago para los más exigentes) que la verdad creo que funcionan… sobre todo, de nuevo, teniendo en cuenta que para un servidor los ingresos de la página representan un porcentaje muy bajo de la facturación global.

Que de lo que digo no depende el que mañana tenga un plato de comida en la mesa.

Lo que me lleva de nuevo al principio de la pieza.

Montar algo como PabloYglesias ha llevado una década. Una década de picar piedra como un cabrón hasta que han empezando a aparecer pepitas de oro.

  • A ver quién es el guapo que puede permitirse una década de picar si no es porque su negocio depende de otros derroteros.
  • Y a ver quién es el guapo, mientras, que se cierra la puerta al status quo regente, vez tras vez, durante una década.

¿Ves por qué el contenido de calidad es de pago?

Porque lo fácil es perderse por el camino. Porque generar mierda (aka Fake News, clickbait y en general basura informacional) sale rentable y lleva mucho menos tiempo.

Porque, a fin de cuentas, las mentiras son gratis.

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