Lo leía ayer de pasada por Twitter, y a la hora de la comida, en un impulso de debilidad, encendí el televisor (no aprendo…).
El “asesino de la ballesta” (ES), anunciaba a diestro y siniestro en cada telediario. Algunos, acompañados de la ya habitual retahíla de corrupción política (tranquilo, al parecer solo es otra manzana podrida más… A este paso no va a haber ni para sidra 😛). Otros, pagados (en este caso) por el gobierno, como excusa para no hablar del caso Rato (ES).
La cuestión es que un niño de 13 años se ha liado a tiros y navajazos en un colegio de Barcelona, emulando a Daryl Dixon de The Walking Dead.
Por Cuatro lo comparaban con otros lamentables sucesos acaecidos tiempo ha, y entre ellos figuraba, como no podía ser de otra manera, el asesino de la katana.
En el eje del discurso, el discurso de siempre: La violencia a la que los menores están expuestos les lleva a hacer actos tan salvajes como los de esta semana en Cataluña.
En su momento, fueron los juegos de rol. Ahora son los videojuegos e internet.
El tener acceso a toda esa información a tan solo un click de distancia ha empujado al parecer a este chico a aprender a cómo montar una ballesta casera con madera y bolis, y a puntito estuvo de liarda parda con un coctel molotov que llevaba a medio preparar en su mochila de clase.
Ahora mismo, cientos de miles de padres están mirando de reojo a su retoño, carcomidos por las ansias de creación de noticias y falacias de los medios de comunicación tradicionales, y a un paso de prohibir a sus hijos que navegen por la red, no vayan a caer en las garras de un grupo yihadista, les de por volverse góticos o en el peor de los casos, se transformen en youtubers…
Nada más lejos de la realidad.
Las TEP no son la causa, son el síntoma
Las tecnologías del empoderamiento y la participación han, en efecto, reducido drásticamente las barreras de acceso a la información. Pero no crean monstruos.
Los monstruos se crean en la calle, donde toda la vida se han creado, con la falta de una educación ética y moral, y con la diferencia de que antes ese monstruo se le iba la pinza y mataba a puñaladas a sus amigos/familiares/vecinos, no enterándose nadie más que los que vivían en el pueblo, y ahora son capaces de colgar sus fechorías en la red, e incluso anunciar de antemano que van a llevar a cabo una matanza.
Es más. Creo que ha quedado patente que conforme más informada está la sociedad, menos delincuencia hay. Si de algo adolece el conocimiento es precisamente de servir de sedante para los impulsos primitivos, tanto para bien como para mal.
El éxito de la sociedad de información del siglo XXI es precisamente que bajo esa montaña de basura informativa existen algunas píldoras que aportan verdaderamente valor. Pero encontrarlas es tan complejo y requiere de tanto trabajo por nuestra parte (lo bueno nunca ha sido gratis) que la mayoría de la sociedad se conforma con la infoxicación superficial, habitualmente contaminada con La Gran Mentira de nuestro estado de bienestar.
Lo que no quita que este escenario sea más interesante para los intereses de la sociedad que aquel del que venimos, donde la información valiosa ni siquiera estaba al alcance del pueblo, y donde el canal de comunicación goteaba siempre unilateralmente.
No, compañeros de los medios de comunicación. Ese asesino de la ballesta hubiera hecho exactamente lo mismo con o sin el ejemplo de Daryl Dixon. Este chico no hubiera necesitado tragarse una y otra vez los capítulos de The Walking Dead para un buen día ir a clase y matar a sus profesores.
Tampoco hubiera necesitado jugar a ¿Fantasía Final 8? el asesino de la katana. Porque tanto la tecnología como el ocio no transforma personas en monstruos. Lo hace nuestra propia naturaleza.
Así que si usted tiene hijos, déjeles jugar a videojuegos, a rol y ver series de zombies. Incluso, si quiere, escuchar reggaeton… Un servidor lo ha hecho desde pequeño (lo del reggeaton afortunadamente no, xD), y por ahora (y que sepa) ni he matado a nadie, ni me planteo en medio-largo plazo hacerlo. Tampoco soy un ni-ni (y eso que adoraba y adoro a los dioses del metal (EN)).
Es más, acompáñeles en el trayecto. Hágase partícipe de lo que internet puede ofrecer a su hijo ya no solo dentro de unos años, sino ahora mismo.
Porque precisamente lo que más teme el sistema es que esos niños aprendan a sacarle provecho a las TEP ahí donde los adultos, que ahora mismo dirigen el cotarro, no son capaces.
Internet no crea
A que esos niños se labren una postura crítica hacia lo que los medios de comunicación y la educación reglada les está intentando inculcar. A que encuentren esas píldoras de verdad valiosas ocultas bajo toneladas de propaganda camuflada.
Porque entonces quizás sean tachados como radicales, pero justo aquellos radicales que cambian a mejor el mundo. “Monstruos” para el sistema que libran una batalla pacífica y culta por el bien de la sociedad.
El asesino de la ballesta ha sido un caso entre millones. Que no lo usen de excusa, como tampoco queremos que usen de excusa el terrorismo para cohibir nuestros derechos.
Tienes toda la razón sólo son el síntoma, pero ya sabes que en este país se piensa siempre en echar la culpa al medio más que al origen de la causa. Paso con el de la katana y rebajaron las edades de las penas y un largo etc. de burradas sin de verdad atajar el problema de que vivimos en una sociedad que carece de referentes éticos y que bombardea a diario (ahora más que antes) a los más jóvenes y con menor desarrollo intelectual por su propia edad.
En twitter alguien me decía que si había sido capaz de matar debería pagar ante la justicia e ir a la cárcel. Pese a que le decía que reflexionará en que sólo era un niño seguía en sus trece. La sociedad no entiende que la justicia no es una venganza sino una fórmula para reparar a las víctimas y también de reinsertar a los que cometen délitos.
Me ha gustado mucho una frase de tu análisis. El que la sociedad no entiende que la justicia no es una venganza sino una fórmula para reparar.
Eso es importante tenerlo en cuenta, porque la idea general es justamente la contraria.
Y se puede extrapolar a las tecnologías, que no dejan de ser una herramienta, no un fin en sí mismas.
Este chico podría haber cogido la idea de The Walking Dead igual que del yonki del parque o del Quijote. Lo que hubiera necesitado este niño es una buena educación emocional, basada en valores, cosa que lamentablemente ni se enseña en los colegios, ni habitualmente tampoco en las familias.