Hace unos días entraba en vigor la nueva ley europea de servicios digitales, más conocida por sus siglas, DSA.


A partir de ahora, y durante unos meses hasta 2024, todas las grandes empresas de Internet van a tener que modificar su política de gestión de datos personales si quieren seguir operando en territorio europeo.

  • ¿Qué impacto tendrá esto para los usuarios de Europa, y del resto del mundo?
  • ¿En qué nos afectará a todos la DSA?

Sobre la DSA

El Parlamento Europeo aprobó la DSA en julio de 2022, como un vehículo para limitar el alcance en materia de privacidad y abuso de datos personales de los servicios digitales.

El 25 de agosto de este mismo año, entraba en vigor en territorio europeo, aunque no veremos su expansión completa hasta el 17 de febrero de 2024, momento en el que tanto las grandes plataformas de internet, como los servicios online más pequeños, deberán haber aplicado los cambios necesarios para cumplirla.

Entre las medidas, la obligatoriedad de que estos servicios de establecer medidas que ayuden a luchar contra la desinformación, y limitan el alcance de los sistemas de segmentación algorítmicos, así como algunas actividades consideradas ya desde hace tiempo éticamente reprochables. A saber:

  • Hay un capítulo entero dedicado a la prohibición de publicidad online individualizada basada en aspectos sensibles como son la religión, la orientación sexual y el origen étnico.
  • Los menores tampoco podrán ser considerados como targets en campañas publicitarias de ningún tipo.
  • Se prohíbe expresamente el uso de patrones oscuros de diseño, esto es, el típico formulario o CTA donde se intenta manipular al usuario para que, por ejemplo, no se dé de baja de una newsletter o no acabe cerrando un anuncio publicitario.
  • Precisamente sobre esto último, todos los servicios deben ofrecer una manera de darse de baja que sea como mínima tan fácil de usar como la de darse de alta.
  • Respecto a la lucha contra la desinformación, todas las plataformas estarán obligadas a proporcionar información periódicamente de cuándo y por qué eliminan contenido en su servicio, presumiblemente mediante informes de transparencia.
  • Además, deben ofrecer herramientas vinculantes y operativas para que el propio usuario pueda ejercer su derecho a reclamar contenido difamatorio (algo a lo que, por cierto, nos dedicamos precisamente en Eliminamos Contenido).
  • Por último, y respecto a los algoritmos, estos han de ser públicos y deben dar la opción (tenemos que poder elegir) si queremos que se apliquen en base a nuestros intereses e historial previo.

Normas extra para las big tech

La Unión Europea, con la DSA define, como decía, una serie de normas que deben cumplir todos los servicios digitales, haciendo especial distinción en aquellas consideradas Big Tech, que tendrán que cumplir una normativa más severa.

¿Y cuáles son esas big tech?

Pues toda aquella plataforma que tenga al menos 45 millones de usuarios activos al mes dentro de la UE. Lo que supone que, al menos por el momento, hay 19 compañías que pasarían a considerarse «Very Large Online Platform», y por tanto, deberán cumplir una serie de requerimientos extra.


A saber, estas 19 compañías son: AliExpress, Amazon Store, Apple AppStore, Bing, Booking, Facebook, Google Maps, Google Play, Google Search, Google Shopping, Instagram, LinkedIn, Pinterest, Snapchat, TikTok, X (antiguamente conocida como Twitter), Wikipedia, YouTube y Zalando.

Hay que dejar claro, por cierto, que ahora mismo son estas, pero cada seis meses las empresas deben presentar informes de uso, pudiendo entrar o salir de la lista según el impacto que tengan en la sociedad.

De hecho, hay algunas como es el caso de Tinder, Tripadvisor, eBay, Spotify, Airbnb o Amazon AppStore que se libran por los pelos este primer año.

Pablo F. Iglesias

¿Y cuáles son esas nuevas obligatoriedades que deben cumplir?

  1. Pues, la primera es que deberán contar con una persona responsable que vele por el buen cumplimiento de la ley en cada uno de los países donde opera.
  2. La segunda, que deberán estar sometidas a auditorías externas para asegurar que están cumpliendo la regulación nacional e internacional. Y para ello, deberán por tanto realizar una serie de informes periódicos que así lo atestigüen.
  3. La tercera es que tendrá la responsabilidad última de su impacto en cuanto a la salud mental, física y pública del usuario, y de la sociedad en su conjunto.
  4. Y por último, deben exponer públicamente el funcionamiento de sus algoritmos, sobre todo en relación a aquellos que rigen qué consumimos y qué no en su plataforma (los llamados sistemas de recomendación algorítmica, que son como ya he explicado en el blog en mútiples ocasiones, el principal Talón de Aquiles frente a la lucha contra la desinformación y manipulación propagandística en Internet).

¿Qué pasa si no cumplen?

En caso de que esta normativa no sea cumplida por alguno de los agentes digitalizadores, la UE se reserva el derecho de imponer multas económicas e incluso, en caso de no cumplimiento reiterado, la expulsión de todo el territorio europeo a la empresa en cuestión.

Y ojo que las multas no son para nada baladí: Pueden llegar a representar el 6% de la facturación MUNDIAL, no solo de la facturación en territorio europeo.

En casos ya más graves, se podría llegar a expulsar al servicio de la zona. Algo que, por cierto, ya hemos visto recientemente con el caso de OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT, e Italia, que abandera en Europa una serie de juicios por presunto (y a toda vista, real) abuso en la recolección ilícita de datos con los que ha sido entrenada su IA.


Otro tema del que, por cierto, ya hablé en profundidad en un reportaje publicado en la web.

ChatGPT: Italia se convierte en el primer país occidental en bloquear el acceso al programa de inteligencia artificial

BBC (ES)

¿En qué me afecta a mi como usuario?

Llegamos al quid de la cuestión.

La DSA, sobre el papel, suena muy bien, pero en la práctica, ¿tendrá un impacto significativo en la vida digital de todos nosotros?

Pues la realidad es que todo apunta a que sí.

Y el mejor ejemplo lo tenemos en los movimientos de Meta de estos últimos días, anunciando la inminente llegada de una opción para usar servicios como Facebook o Instagram sin publicidad.

En el momento de preparar este guion, aún no sabemos nada de qué precio tendría, pero es sin lugar a dudas un cambio de paradigma, ya que se abre la veda a que, el día de mañana, quien quiera pueda pagar con dinero por usar plataformas tan masificadas como son las redes sociales, y no haciéndolo por tanto con sus datos.


No solo eso, sino que uniendo este hecho a la obligatoriedad de transparencia y las limitaciones a la hora de segmentar usuarios por según qué cuestiones intrínsecas en su propio perfil, nos adentramos en una nueva era donde la publicidad hipersegmentada, de la Meta es el principal exponente, pierde fuelle, volviendo previsiblemente a los tiempos donde la publicidad era más genérica y menos personalizada.

A fin de cuentas, si yo, como gestor de un negocio, tengo menor capacidad de hipersegmentar mi publicidad para que le llegue a ese target específico de cliente que busco, a sabiendas que además habrá un porcentaje (que ya veremos si es muy limitado o llega a ser significativo) de usuarios de dicha plataforma a los que no voy a poder llegarle con mis anuncios (presumiblemente, además, los más interesantes, ya que se les espera un poder adquisitivo mayor como para estar dispuestos a pagar por uso), igual me planteo que o bien la publicidad me sale más barata, o no me interesa publicitarme en dicha plataforma.

Pablo F. Iglesias

De cara al usuario, claramente estamos ante unas buenas noticias que reman a favor de nuestra privacidad. Quien quiera podrá, por fin, pagar con dinero y no con datos cuando usa un servicio. Y además, no sentirá que la publicidad le está persiguiendo mientras navega.

Eso sin olvidarnos del impacto llamada que tendrá el hecho de valorar económicamente el coste que tiene usar dichos servicios. Esto es, ponerle un valor a nuestro desempeño publicitario dentro de cada plataforma, y con ello, ser conscientes de todo lo que hasta ahora hemos dado «desinteresadamente» a cambio de usar estos servicios.

Pero ahora, turno para ti.

  • ¿Estarías dispuesto a pagar, y cuánto, por usar plataformas como Instagram o Whatsapp?
  • ¿Crees que la DSA puede afectar de manera significativa al futuro de Internet, y por tanto, de la sociabilidad digital?

Te leo en comentarios.

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