Les Vinyes del Convent


La semana pasada estuve de viaje (para variar) conociendo un poco más Cataluña de la mano de Èlia (ES).

Entre pecho y espalda nos comimos en apenas cuatro días unos 1600 kilómetros, dejándonos caer por pueblecillos de Tarragona y Girona. En parte por temas de trabajo, y ya de paso alargándolo el fin de semana para ver a la familia y disfrutar de la Costa Brava.

Nuestros perfiles de Instagram son fiel reflejo de lo mal que lo hemos pasado (ES) G.G.

¿Qué tiene tu negocio que contar?

El caso es que por Tarragona estuvimos en un pequeño pueblo de la Terra Alta llamado Horta de Sant Joan. Desde el Hotel Miralles (ES), donde nos hospedamos, veíamos Santa Bárbara (bajo estas palabras), con la Ermita de Sant Salvador a sus pies, y desde el otro lado, Les Roques de Benet, que dicen inspiraron al gran Pablo Picasso en su evolución del dibujo al natural al cubismo.

Horta de Sant Joan

(Trabajar con estas vistas es lo peor que hay :D)

No era, de hecho, el único encanto que tenía el pueblecito.


Lo cierto es que tuve la suerte de conocer a Salvador Miralles y sus hijas, Anna y Núria, dueños de este hotel y también del de Les Capçades (ES), que a priori era al que nos hubiera gustado ir, y que al final no pudo ser debido a que como les suele ocurrir, lo tenían completo en estas fechas.

La historia de Miralles es la historia de una familia que ha levantado de la nada, con su buen quehacer, un negocio familiar que sería la envidia de cualquier empresario. A Salvador se le adora en el pueblo, y en todas las comidas que disfrutamos en su hotel no hubo una sola vez que no lo viéramos ir mesa por mesa hablando con los comensales.

En una de estas, de hecho, nos sacó las fotos de su “amante”, la Campanera. Una negra de 13 años y algo más de 300 kilos totalmente amansada (hablo de una vaca, tranquilo), que juega al escondite con Salvador (y por lo que veo también con nosotros, que no fuimos capaces de encontrarla por el campo), y que se ha ganado a pulso el corazón de la amplia mayoría de visitantes.

También nos enseñó recortes de periódico en los que Salvador era reconocido por ser la persona que ha conseguido repoblar la zona de cabra blanca, una raza que ya solo se da en la Terra Alta. Así como diversos juegos y torneos que celebra Miralles en el pueblo, pagando de su bolsillo los premios.

¿La comida? Un equilibrio más que logrado entre tradición e innovación (curioso, pero este concepto volverá a salir más adelante). Platos tradicionales con una vuelta de tuerca, y un mimo que casi roza la locura por el detalle (esas patatas colocadas estratégicamente como si fueran las Rocas de Benet, esas alcachofas con huevas que parecían más una flor…).

Como vale más una imagen que mil palabras, por aquí van algunas instantáneas.


El colchón (hacía tiempo que no dormía en una cama tan cómoda), el punto de las velas en la habitación, esa bañera amplia con apoya-cabeza… Perfectamente podría tener el hotel cuatro estrellas. Y, sin embargo, solo tiene una.

Un caso más de lo absurdo que a veces resulta este medidor de calidad. A fin de cuentas, además de cumplir unos mínimos exigibles, hablamos de un baremo que se consigue… a base de soltar dinero.

Y un ejemplo de guión de un negocio familiar con un potencial increíble a nivel digital.

En redes sociales están haciendo las cosas bien, pero es que funciona precisamente porque han cubierto a la perfección lo más jodido de cumplir en cuanto a experiencias se refiere: el trato humano.

En los dos días que estuvimos nos sentimos como en casa. Estando en un hotel, en un pueblo que al menos para mi era desconocido.

Y muchas veces obviamos que esto es, sin lugar a duda, lo que diferencia un negocio de éxito de un negocio más.

Sin ir más lejos, el último día, ya estando por Roses (Girona), nos quedamos a dormir en otro hotel, esta vez de cuatro estrellas. Y la experiencia ha sido tan negativa e inhumana (ya no digo que sea impersonal, inhumana) que nos hemos visto forzados a dejar un comentario sobre lo sucedido en una plataforma como Booking. A sabiendas que es un jarrón de agua fría para el hotel, habida cuenta de que aunque en este caso tenemos razón, ya he explicado en más de una ocasión el poco control que existe a la hora de moderar las tergiversaciones de uso en plataformas colaborativas como ésta, y el interés que hay en desacreditar alegremente (o posicionar artificialmente) negocios en medios digitales.


Pero volvamos a Horta de Sant Joan.

Vinyes de Convent claustro

Al día siguiente conocimos Les Vinyes del Convent (CA), una bodega de reciente creación (fue inaugurada en 2017) que, nuevamente, nos dejó con la boca abierta.

Lourdes fue, junto a Jordi, los encargados de hacernos la visita. Una visita que debería haber durado una hora, y que se alargó hasta las dos horas y media. Con esto te lo digo todo…

La historia detrás de Les Vinyes del Convent se puede resumir en “el niño mimado de Elías Gil”, el padre de esta criatura, y un reconocido enólogo, que un buen día por 2012 decidió planificar la creación de esta bodega con (a ver si te suena de algo) un mimo por el detalle que roza la locura.

Para empezar, apostando por la producción en pequeña escala (de las 70 hectáreas que tienen, solo utilizan de forma interna una quinta parte) de, principalmente, variaciones de garnacha (ES), que dan como resultado un vino blanco y rosado cuanto menos curioso.

¿La arquitectura? Basada en una reinterpretación del claustro (foto superior) de la anteriormente citada ermita del pueblo. Un equilibrio perfecto entre tradición e innovación (otra vez), apostando por transformar el concepto de bodega tradicional en un lugar cultural, que cuenta con su propia sala de socios, que celebra bodas, comuniones y eventos, y en donde el diseño y el buen quehacer es pilar básico de la experiencia.

Toda la instalación destila un gusto por ofrecer un espacio al visitante atractivo, y eso se refleja también en sus productos (los vinos), inspirados en la familia de Elías, llegando incluso a jugar con el propio packaging (la botella de Els Costums es estilizada pero con peso, y tiene su origen en la figura de los templarios y las Costumbres que dejaron en la zona a su paso; la de Mon Pare es chata, como al parecer era el padre de Elías;…).

¿Innovación? Sí, y de dos maneras.

Acercando la experiencia a las nuevas generaciones

Y por nuevas generaciones me incluyo, que a fin de cuentas soy millenial.

Es la tercera cata de vinos a la que asisto, y sin lugar a duda, la que más he disfrutado al ser consciente de que quien está detrás ha pensado en aquellos que lo mismo no nacimos con una botella de vino debajo del brazo, que la enología puede no llamarnos tanto la atención (soy más de cerveza), y que en cambio sabemos valorar como los que más una buena experiencia.

  • La bodega parece de todo menos una bodega. Incluso las botellas están colocadas de una manera tal que casi parece una obra de arte.
  • Cuentan con un pequeño museo con piezas rescatadas por Elías del trabajo del campo y la enología.
  • Y sin lugar a duda el paraje donde está es de ensueño. Cosa que han sabido aprovechar con amplios ventanales circulares y hasta con una terraza chill out desde la que se divisa buena parte de la Terra Alta.

La tecnología hace acto de presencia

Hablamos de la bodega más tecnológicamente avanzada de Cataluña.

De hecho, estos contenedores solo los tienen en otras tres bodegas.

  • Recogen a mano la uva, pero utilizan una máquina de aire para elegir y segmentar el tipo de uva de forma automatizada.
  • Utilizan la técnica del pissage, que se basa en macerar en estos depósitos especiales los hollejos, sin tener que maltratarlos más durante la fermentación, para obtener un producto de mayor calidad.
  • Todo el proceso de fermentación, por cierto, se puede controlar mediante una aplicación móvil, modificando los valores en base a unas reglas prefijadas o según nosotros vayamos viendo.
  • La prensa (Bucher) es capaz de reutilizar el dióxido de carbono que se produce al prensar hasta 100 veces. Y esto ya no solo hace que la bodega sea un ejemplo a seguir en cuanto a protección del medioambiente, sino que además la hace más óptima a nivel energético.
  • Utiliza depósitos de cemento para mantener algunos vinos (las últimas investigaciones en enología, al parecer, han llegado a esta conclusión). El resto, no obstante, sigue haciendo uso de barriles de madera, pero con un diseño cóncavo (imagen principal de este artículo) que no ha sido elegido al azar…

Les Vinyes del Convent tecnologia

Una oportunidad de oro para los productores de proximidad

Veo estos dos negocios y no puedo más que pensar en la suerte que tienen a poco que sean conscientes de lo mucho que pueden aportar a nivel digital.

Para un servidor que viene del mundo tecnológico, y que ha trabajado mayoritariamente con negocios con un fuerte componente digital, es pisar un sitio de estos y venírseme a la mente tantas estrategias que poder llevar a cabo…

Sectores históricamente alejados de los derroteros online. Que pueden tener mayor o menor competencia (está claro que el hotelero tiene mucha, no tanto el vinícola), pero que ya cuentan con el intangible más valioso que existe: su diferenciación.

Que bien tratada, y sobre todo, bien contada, es un caramelo para las ansias que tenemos las nuevas generaciones de vivir experiencias. Y que es una verdadera pena que se quede enclaustrado entre los muros de un pueblecito.

Hablamos, a fin de cuentas, de empoderar el negocio de todos estos negocios familiares con productos de primerísimo nivel y con una historia potente. De que llegue su producto a todas aquellas personas que, como un servidor, ya solo buscan en Internet.

  • Les Vinyes del Convent no tiene tienda online. Un usuario que visite su página ni siquiera puede reservar su cata sino es llamando directamente al número de teléfono. Esto, en pleno siglo XXI. En un negocio que tiene apenas dos años de vida, y que ha apostado fuerte por atraer al público joven.
  • Un servidor ha descubierto el Hotel Miralles por Èlia. Si lo hubiera visto en Tripadvisor, seguramente ni me hubiera molestado en revisar sus opiniones al ver que solo tenía una estrella, y pese a que sin lugar a duda contará con muy buenas recomendaciones. Y con ello me hubiera perdido una gran experiencia, quizás atraído por algún otro hotel de la zona con menor encanto, pero mejor presencia digital.

Si tienes un negocio familiar con historia y un producto de calidad que vender, plantéate si esto está quedando reflejado a nivel digital.

En caso contrario, debes asumir que para las personas que, como un servidor, andamos por la veintena-treintena, no existes.

Eso, o tomar acción ya.

Es tan sencillo y duro como parece. Tan real como la vida misma.

En tu mano está.

Edit al lunes siguiente: Èlia acaba de publicar su pieza al respecto (ES), en la que habla de la experiencia vivida y de las nociones de marketing experiencial que echó en falta.