Ayer se cumplía un año exacto del cierre de megaupload por parte del FBI, en un controvertido asalto en la mansión de Dotcom. Con ello, se ponía fin a uno de los servicios de tráfico de archivos más conocido de la red.
Después de varios meses, y con varios intentos por parte del bufete de abogados del multimillonario por volver a obtener los servidores sustraídos, Dotcom empezó lo que sería una de las campañas más directas contra la industria de las discográficas (que hemos seguido muy de cerca), amenazando con un mega más fuerte y blindado contra este tipo de atropellos.
Ayer era el día elegido para la reapertura del servicio, que dicho sea de paso, después de un tiempo de uso, tiene poco de semejanza con el anterior.
mega.co.nz es la evolución (forzada) de megaupload, en un paradigma actual de almacenamiento en la nube. Estamos por tanto ante un servicio como Dropbox o Google Drive, con la principal ventaja de ofrecer más almacenamiento (50GB de forma gratuita, y hasta los 4TB por pago), y un encriptado automático RSA de 2048 bits.
Esta vez Dotcom lo ha hecho bien, y la arquitectura de servidores es distribuida, un modelo semejante al que ya vimos en su día con el cambio de la plataforma P2P The Pirate Bay. Dichos servidores, ubicados en diferentes partes del mundo (lo que a priori beneficia a la velocidad de transferencia) tendrán nuestros datos, pero desde ellos serán incapaces de saber qué archivos o qué información contienen, ya que para ello, es preciso una llave que solo estará a nuestra disposición (y de forma temporal a aquellos usuarios a los que se la facilitemos para descargar X archivo).
Se libra por tanto el administrador de sistemas de ser acusado por los archivos que aloja, se libra mega de posibles juicios y los usuarios tenemos la seguridad que no se hará nada con nuestros datos (algo de lo que no podemos estar seguros en el resto de la competencia).
En caso de que se demuestre que un usuario está pasando contenido con copyright (algo en principio imposible sin tener a mano la llave específica para descifrar el archivo), mega se compromete a dar la información que contenga de dicho usuario, por lo que en este sentido cumple la normativa vigente, y no obstaculizará a la justicia.
Como desventajas, el estar recién creado, y que aunque en un futuro ofrezca soporte para edición de textos, presentaciones, pdfs,… hoy en día solo tenemos una web para subir nuestros archivos y descargarlos.
Sin embargo, es chocante que un servicio a priori pensado como un intercambiador de links de descargas tenga en su haber un ancho de banda destinado a un uso intensivo del usuario, y no de un grupo de ellos. Entiendo que en un año han cambiado muchas cosas, sobre todo por la necesidad de almacenamiento en la nube, pero es precisamente ésto lo que hace que el nuevo mega pierda parte de la magia que tenía por aquel entonces.
Hablamos de un servicio (en un futuro quizás plataforma) de almacenamiento en la nube, distribuido y con la ventaja de ofrecer un cifrado automático que protege nuestra privacidad, pero no estamos ante el megaupload de antes, cuyo fin era compartir enlaces.
Mi cuenta ya está creada, pero seguramente no la use hasta que este proyecto madure, y puesto que mi cuenta de Dropbox me ofrece actualmente de forma gratuita 70GB, gracias a la campaña universitaria y la actualización a Jelly Bean del SG2.
Menos mal que hoy existe almacenamiento en la nube distribuido.
En realidad entiendo el problema del copyright pero también creo que la humanidad debería tener derecho a la cultura y debería ser ilimitada, soluciones hay, voluntad ya tal.
En efecto Pablo. Gracias por el comentario.