Estos días se celebra el 25 aniversario de la web (EN). Resulta por tanto inexcusable para un servidor tratar nuevamente el tema de la neutralidad, que ha saltado a la actualidad por las declaraciones de Sir Tim Berners-Lee y su petición de crear una Carta Magna.
Para colmo, y como ya os comentaba, estos días estoy en un seminario de altos directivos (altos directivos y “mindunguis” como un servidor) de Telefónica junto a mis ex-compañeros TALENTUM, una de las teleco de mayor envergadura (y por tanto, un pilar en el que se asienta las comunicaciones mundiales actuales) que está en plena reestructuración, y que no es casualidad que presentara en el día de ayer el Manifesto Digital (EN), una declaración de intenciones de cómo debería tratarse la privacidad y la neutralidad de la red en todas las numerosas capas que conforman el sector.
Aún no he tenido tiempo de leerme el Manifesto entero (tenéis un resumen en el blog ThinkBig (ES)), pero sí he tenido el suficiente para ojearlo con relativa profundidad, y hablar personalmente con uno de sus creadores (que casualmente está con nosotros en el centro). Lejos de los esperables sesgos corporativos, creo que podemos tener en frente el ejemplo perfecto de una parte de la cadena que está abierta a adoptar un cambio, a sentarse y definir las comunicaciones del futuro. La idea que subyace va muy acorde por tanto con mi forma de entender el mercado.
La neutralidad es necesaria, se mire donde se mire (y esto choca de lleno con las posibilidades de monetización de la infraestructura, cuidado), pero hay maneras y maneras de acercarse a ella.
Es una vergüenza que hoy en día se siga especulando con los datos de los usuarios sin su propio consentimiento (o mejor dicho, sin explicar en un idioma humano qué se está haciendo con los mismos). Las telecos están sufriendo una fuerte regulación al respecto, y creo que esto debería ser así. Pero lo que no se puede permitir es que mientras una pata de la mesa está regulada, se siga permitiendo situaciones monopolísticas y control abusivo del mercado en otras patas como la del retail (servicios) o los fabricantes.
Es imposible concebir una web neutral cuando Google hace y deshace según le venga en gana.
Es imposible concebir privacidad en un entorno dominado por un gigante sin regulación como es Facebook. Es impensable asegurar la integridad de un sistema abierto con una Apple que permite al gobierno espiar las comunicaciones en sus servicios.
Lo que estamos favoreciendo con esto es una realidad de control, gestión gubernamental y corporativa del tercer entorno. Sencillamente las reglas de juego deben ser iguales para todos, y favorables al usuario.
La privacidad como utopía del anonimato debería al menos ser una alternativa real (y aquí hay negocio). Para el resto, un servidor opta por un modelo híbrido (que sea el usuario quien gestione la información que cede a cambio de los productos que utiliza). Incluir al cliente en la toma de decisión de con qué moneda pagar (algo básico en cualquier otro entorno).
Trackbacks / Pingbacks