La compra de Oculus VR por Facebook arrojaba recientemente dudas sobre el interés que podría tener una compañía profundamente focalizada en un producto social en una empresa profundamente focalizada en un dispositivo de realidad aumentada.
Y es que hay quien señalaba (aunque un servidor no lo comparta) que posiblemente la intención de Facebook pasara por monetizar la realidad aumentada. Transformar el futuro de Oculus Rift en una forma de comunicación e interacción que desplazaría a la actual.
Junto a esto, os contaba mi experiencia con Google Glass, y el principal problema que les encontraba: hoy en día, sigue siendo un dispositivo extra, dirigido a un sector claramente geek, y que produce sentimientos discordantes y confusos en la sociedad.
Aprovechaba también para señalar el acierto del moto360, ese (aún prototipo) de smartwatch que por primera vez ofrece algo que de verdad me impulsa a pensar que esta vez sí estamos ante el next big thing, el próximo mercado de la electrónica de consumo.
Si algo me ha quedado claro de Android Wear, el SO que tendrá éste y el resto de smartwatches que apuesten por la experiencia de Google, es que su objetivo es el de volverse invisible en el día a día.
Un nuevo dispositivo que toma la apariencia de otro que ya existía (el reloj de pulsera) y que quizás usted, como un servidor, lleva años llevándolo puesto a diario sin ni siquiera usarlo (en serio, piense cuándo fue la última vez que miró el reloj y no el smartphone para ver la hora).
Un nuevo dispositivo que vuelve a recuperar el gesto tan socialmente aceptado (a no ser que estés continuamente mirándolo en una conversación frente a frente) de girar la muñeca y ojear la hora que es. Sin duda más intuitivo que sacar el móvil del bolso/bolsillo y apretar un botón. No hay nada nuevo. Lo de siempre, pero esta vez además de la hora, nos notificará de todo lo demás.
Un nuevo dispositivo, y nueva interacción.
Falta por ver los detalles, pero por lo poco que se antoja del SDK, la comunicación no se hará mediante teclado (sería absurdo debido al tamaño), sino mediante un menú a razón de un elemento por pantalla (algo que ya adelantaba el formato tarjeta de Google Now) y la voz.
¿Qué saca un servidor en claro de todo esto? Que el próximo next big thing pasa por la democratización y adaptación de la electrónica de consumo a la forma de interactuar del ser humano. El próximo next big thing no ofrece nada nuevo, sino la adaptación de lo que ahora tenemos a nuestra forma de interaccionar con el entorno, con el resto de la sociedad. Olvidaros por tanto de pelearse con el dispositivo para que funcione. Reconocimiento de voz, navegación mediante gestos de desplazar y recuperación de aquello que ya entendíamos como nuestro. Una serie de nuevos dispositivos que parecen ya no serlo tanto, que obtienen su valor de anteponerse al contexto, de la toma de decisión y el aprendizaje de las costumbres de su dueño.
El smartphone apoderándose de la figura del centro operacional, del núcleo de toda la comunicación, y el usuario interaccionando con dispositivos camuflados en wearables. Externalización, especialización.
Dejo para terminar un vídeo de los chicos de Motorola explicando cómo llegaron a la conceptualización del Moto360. Y me quedo con esa idea de volver a recuperar la forma redonda del reloj para el smartwatch, por el simple hecho de que el ser humano asocia el tiempo con el círculo. Brillante, a la vez de trivial ¿Alguna vez lo habíais pensado?
It´s time!