sign in with apple

A principios de 2016 publicaba un artículo titulado La doble cara de las barreras de entrada y acceso tecnológicas, en el que explicaba cómo el acceso a la revolución digital, pese a tener unas barreras económicas a priori bajas, estaba generando una clase social “elitista” cada vez más alejada de la clase media y trabajadora precisamente por haber trasladado esas barreras del factor puramente económico o cultural al del conocimiento.


Que de pronto, alguien con las competencias digitales necesarias es capaz de empoderar su perfil por delante del resto de potenciales candidatos, sea esto con fines de encontrar un trabajo, una pareja o en líneas generales bajo cualquier escenario.

Y en ese abismo entre aquellos que son capaces de aprovecharse del tercer entorno, y aquellos que utilizan la tecnología de forma pasiva (sin capacidad alguna de diferenciarse del resto), el papel de la privacidad es, de lejos, lo que más está redefiniendo aquellos perfiles preparados para la realidad social del momento.

Una privacidad que históricamente ha estado asociada a un factor puramente de conocimiento. El que ese usuario haya demostrado interés en formarse y entender cómo funcionan las tripas de la Red, para luego aprovechar lo que quiere de ella y desechar el resto, creando sistemas de gestión de información que le permiten estar mejor informado que sus homólogos, estableciendo controles de privacidad propios o llevando a cabo estrategias de desinformación que le permiten ser dueño de la información personal que tiene expuesta en la red.

Y una privacidad que a cada paso está volviéndose también dependiente del factor económico.

Porque sin lugar a duda con el conocimiento y las ganas suficientes, un usuario puede ser gestor de sus propios datos. Pero si además tiene la capacidad financiera para contar con una herramienta de trabajo como es el iPhone, cada vez lo tendrá más fácil.

Apple como garante de la privacidad

Lo he repetido hasta la saciedad estos últimos años así que voy a ir al grano. Apple se ha puesto la medallita de que son PRO-PRIVACY precisamente porque a diferencia de su competencia (Google, Amazon, Facebook, Microsoft), su negocio principal (por ahora) es vender terminales, no explotar datos de sus usuarios.

Y bajo este prisma, lo que hemos visto en la conferencia de esta semana, descontando el meme de pretender vendernos una pantalla de ordenador por 5.000 dólares (sin IVA y la versión básica, que la otra cuesta 6.000)… a la que si queremos que no esté flotando mágicamente encima de nuestro despacho tendremos que o bien pagar 1.000 dólares más para ponerle una puta peana, o 200 dólares para que nos den un adaptador compatible con el estándar de peanas de la industria (en serio, estuve por dedicarle hasta un artículo, pero es que lo veo tan absurdo que simplemente voy a enlazar a lo que dije en su día sobre Apple y el lujo), es la costatación nuevamente de que quien quiera privacidad o bien va a tener que dedicarle el tiempo necesario para comprender cómo funcionan los sistemas de información… o bien va a tener que pagar por ella.


Si de algo me quedo con la WWDC de este año es con la presentación del “Sign in with Apple, un botón de login semejante a los botones que ya pueblan medio Internet y mundo app de Google, Facebook y Twitter.

El botón sirve para exactamente lo mismo que sirven estos. Pero con un matiz que es crítico: Este botón no será usado de Caballo de Troya para que Apple saque rédito económico de los datos. Y es más, ofrecerá una ventaja competitiva para el usuario, ya que nos da la opción de generar información anonimizada.

¿Cómo funciona el “Sign in With Apple” y por qué es otro gran ejemplo del precio que hay que pagar por la privacidad?

Como ya he explicado en más de una ocasión, cuando nosotros utilizamos el botón de login de Google, Twitter o Facebook, estos hacen de intermediarios entre la aplicación donde queremos loguearnos y nuestros datos, de forma que facilitan el trabajo al usuario (apretas un botón y los datos que necesita la aplicación se descargan de los servidores de estas compañías), pero a cambio sirven a estas empresas para engordar sus ya de por sí largos tentáculos allí donde antes no llegaban.

Que a una Google, a una Facebook o a una Twitter le interesa que te loguees con sus servicios ya que así tienen más información de ti fuera de la red.

Lo mismo que pasa, precisamente, con los botones de compartir en la mayoría de páginas webs (aunque no los cliques, estas compañías ya saben que has estado allí).

Con el de Apple esto no ocurre. A la manzanita no le importa donde usas o dejas de usar su cuenta, ya que como bien sabes, su negocio es venderte sus productos, por lo que este botón ofrece la misma usabilidad que los otros a cambio de ceder el control de la información no al intermediario, sino al usuario.

A la hora de hacer login en una aplicación con este botón, Apple te permitirá elegir si entregar los datos que tiene de ti en tu cuenta de iCloud, o hacerlo con un correo temporal y anónimo que tiene una estructura compuesta por una serie de caracteres alfanuméricos aleatorios (un número de 40 bits en hexadecimal para los entendidos) seguidos de un “@privaterelay.appleid.com”.


Todo lo que llegue a esa cuenta de correo será redirigido a tu cuenta principal, hasta que tú decidas que no sea así, momento en el que el desarrollador no tendrá forma de ponerse en contacto contigo (ni tu de recuperar la contraseña…).

Pero lo importante es que genera una huella digital que NO es rastreable.

El movimiento en sí me parece muy pero que muy acertado, ya que simplifica hasta el extremo el uso de cuentas de correo temporales. Un tema del que curiosamente escribí una pieza la semana pasada exclusiva para mecenas.

Una capa más de desinformación que (y aquí viene el quid de la cuestión) estará únicamente disponible para aquellos orgullosos poseedores de un terminal de la compañía.

Que para tener acceso a todas las ventajas a nivel de privacidad que Apple está ofreciendo, tienes que pasar por caja. Y no solo eso, te va a tocar pagar más de lo que realmente vale el producto.

O pagas POR tu privacidad, o pagas CON tu privacidad

Hace ya tres años que sistemáticamente Apple ha ido subiendo hasta en un 30% el precio de sus iPhones sin ofrecer “nada más” que su principal gancho: el iPhone es un dispositivo necesario para acceder al resto de todo su ecosistema:

  • Que si quieres tener el único smartwatch que realmente merece la pena, necesitas tener un iPhone.
  • Que si quieres disfrutar de unos de los mejores auriculares del mercado, necesitas tener un iPhone.
  • Que si quieres acceder a todo el universo de apps profesionales de la App Store, necesitas un iPhone.
  • Y que si además quieres potenciar el control de tus datos en la Red, vas a necesitar un iPhone.

Se rompe así la dicotomía que comentaba al principio de la pieza. Ahora para llegar a esa nueva clase media digital además de las barreras de conocimiento esperables, se le hay que sumar unas barreras puramente económicas y culturales:


¿Puedes conseguir lo mismo con un Android de 200 euros? Sí a nivel de usabilidad, pero con muchísimo esfuerzo si además quieres competir a nivel de privacidad.

Máxime a sabiendas que todo desarrollador que espere tener una aplicación en la App Store que ofrezca un login con Google, Facebook o compañía, estará a partir de ahora obligado también a ofrecer el botón de Apple.

Solo espero que movimientos como éste sirvan para lo que históricamente ha servido el papel de Apple: Generar buzz mediático suficiente como para forzar al resto de la industria hacia derroteros más privativos.

Que ojo, estamos camino de ello.

No porque hayan inventando nada nuevo, sino porque siguen siendo muy pero que muy buenos reinventando la rueda.