Hasta la aparición de los gestores de contenidos web (CMS), la programación en internet era, hablando mal y pronto, un verdadero dolor de muelas.
Aún recuerdo aquellas primeras clases de Accesibilidad XHTML que me comí como optativa en la ingenería… Para un simple “Hola mundo” te tenías que liar con códigos HTML estáticos desde un bloc de notas.
Luego llegarían los IDEs gráficos en plan el maquiavélico Dreamweaver, que metía una cantidad obscena de código basura pero que casi por primera vez te permitía programar escribir en la Red sin tener casi ni idea de código.
Eso, y los CMS, que han democratizado el acceso a la producción de contenido en derroteros propios hasta el punto de que año a año el desarrollo de una página web ha pasado a la vez a ser más sencillo y convertirse en un proceso más complejo.
¿Que cómo es esto? Pues que lo que antes eran prácticamente hojas de HTML con otras hojas de estilos CSS, pasó muy pronto a ser acompañadas por lenguajes a nivel de servidor (PHP por ejemplo) que permitían alojar parte de la información en bases de datos. Y lenguajes como JavaScript interpretados en el navegador del usuario que ofrecen, junto con los anteriores, dinamismo a aquellas primeras hojas estáticas.
Más facilidades, pero también más posibilidades.
Y claro, esto abrió la veda a un mundo de oportunidades. Del mismo modo que ahora es mucho más sencillo diseñar una página web, existen cada vez más posibilidades técnicas y creativas, mayor cantidad de dispositivos de visualización, mayor conexión con plataformas paralelas mediante APIs y más integración con redes sociales.
Esto hace que cada día más personas se suban al carro y creen sus propios proyectos. Todos queriendo llamarnos la atención, reclamando su justo espacio, ya sabes.
¿La conclusión? Que en la actualidad es crucial, más que nunca, que las páginas web se desarrollen de manera óptima teniendo en cuenta todas las circunstancias posibles, presentes y futuras para garantizar una vida útil y larga del proyecto, en el que ya no solo se amortice toda la inversión realizada, sino que además, si eso, también de beneficios. Por aquello otro de que a algunos nos gusta comer al menos dos o tres veces al día :).
La clave está, por tanto, en (saber cómo) destacar sobre el resto de proyectos, que la página web no sea simplemente una gota de agua más en el océano.
Vamos a repasar algunos de los problemas más habituales.
Baja cualificación de los desarrolladores web
Cuando se desea lanzar un proyecto en internet, lo habitual es primero buscar en Google u otros buscadores a profesionales del diseño y desarrollo web.
La cosa es que buena parte de los resultados de búsqueda están dominados al menos en las primeras posiciones por agencias de marketing online que trabajan muy bien el posicionamiento SEO (si no lo hacen bien ellos que se dedican en principio a ello…) o bien dedican mucha inversión en publicidad, y no siempre precisamente por aquellos que tienen un bagaje técnico intachable. Las agencias de marketing online son una buena elección para construir marcas dentro y fuera de internet, pero los conocimientos técnicos no siempre son su fuerte.
Y te lo digo yo, que con mi equipo trabajo para varias como marca blanca.
Son, por tanto, bastantes las agencias que subcontratan a trabajadores autónomos u otros profesionales para dar soporte a ciertas áreas del desarrollo de páginas o para la generación de contenido.
Y esto no tiene por qué ser estrictamente malo. La cuestión es que para abaratar costes (todo lo que se le tenga que pagar al desarrollador es dinero que el cliente ha pagado “perdido”), se abarata también en masa gris y profesionalidad, y esto puede conllevar a un potencial cliente a contratar una agencia con reconocido prestigio (al menos digital) pero que ofrece un trabajo técnico que es muy mejorable.
La recomendación en este punto es buscar bien y contactar con una empresa experta en diseño web que ofrezca garantías de conocimientos técnicos (¿quién está detrás? ¿qué cuentan en su página?) y experiencia demostrable en proyectos anteriores (para algo están los porfolios).
Diseñar el proyecto web sin pensar en su viabilidad
Un segundo error muy común es la falta de comunicación entre los responsables del proyecto y el personal técnico encargado de llevarlo a cabo.
- En ocasiones ocurre que los profesionales técnicos elaboran diseños muy trabajados que no son viables desde un punto de vista presupuestario o no cubren todas las necesidades identificadas en el proyecto.
- Y sucede también lo contrario: que las ideas de los responsables del proyecto no se pueden ejecutar por incapacidad técnica.
Para evitar estas situaciones es imprescindible la buena comunicación entre el equipo de desarrollo y los responsables del proyecto, y que en esta comunicación se incluyan también planes de crecimiento, para hacer el proyecto escalable.
Soy el primero que huyo de las reuniones presenciales por ser uno de los principales cuellos de productividad en nuestro sector. Pero una llamada programada de 10 minutos, o una videollamada agendada para poner en común desarrollo con planes de negocio nos ahorrará muchos quebraderos de cabeza el día de mañana.
Un ejemplo de una problemática similar lo vemos en el post de StartGoConnection (ES). Para que un proyecto web funcione debe, de manera imprescindible, estar actualizado en materia de mantenimiento y que este sea escalable a medida que el proyecto va creciendo.
Falta de garantías de la web y soporte técnico post-desarrollo
Cualquier página web que se diseña, por mucho que se haya revisado a fondo su programación en el desarrollo, VA A presentar problemas. Ya sea una vez publicada, ya sea más adelante. Y da igual si hemos planificado al dedillo todos los posibles detonantes de una potencial crisis (ya te digo que no es posible). Tarde o temprano ocurrirá. Es cuestión de tiempo.
La informática es así, nos guste o no.
En el proceso de desarrollo, diseño y creación de un proyecto en internet es importante que cada fase esté regida por un plan de control completo que garantice de manera íntegra el servicio de soporte técnico frente a cualquier problema que pueda surgir con la web tras su lanzamiento.
Y aquí ya no solo meto las paulatinas actualizaciones de los componentes que forman la web, el ya citado soporte, y su paulatina actualización a los estándares que dictan hoy en día el posicionamiento en Internet y la experiencia de consumo que esperan los usuarios, sino que además hay que meter en la ecuación la seguridad, con un plan de copias de seguridad que se realicen de forma periódica y que por favor, se almacenen en otro espacio alejado del propio servidor donde está el proyecto.
En caso contrario, si por ejemplo en nuestra web nos entra un ransomware, ¿adivina qué más se va a cifrar además de la propia carpeta de la web? Pues sí, las copias de seguridad. Y luego a ver quién es el guapo que recupera este desaguisado.
Una vez completado este paso, en el que hay que tener en cuenta la escalabilidad de la web, llegará el momento de pensar en cuestiones también importantes como la dotación de contenidos a la web, la combinación de la web con redes sociales y otras plataformas, el acceso de los usuarios a la marca o la empresa a través de vías de contacto inmediatas y seguras y, por supuesto, la atención al cliente.
En resumidas cuentas: Presencia Digital.
En cada caso aplicada al mercado al que nos dirigimos, y teniendo lamentablemente (sobre todo cuando hablamos de emprendedores y PYMEs) la barrera presupuestaria como límite, debiendo entonces priorizar acciones.
En fin, que por aquí te va de forma sencilla y didáctica un pequeño resumen de aquellas cuestiones que debes considerar tanto a nivel de presupuesto como del propio negocio si estamos dando ese muy necesario paso hacia la digitalización de nuestro proyecto.
Estar en Internet es casi gratis (compras un dominio, un hosting y subes tu web). Pero saber cómo estar para vender más hay que pagarlo. Con dinero, o con tiempo y conocimientos. Y preferiblemente con ambas cosas…
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