que es una foto

El título de este artículo podría parecer pretencioso, pero nada más lejos de la realidad.


Para ti, ¿qué es una foto?

Te lo pregunto porque probablemente estés de acuerdo conmigo cuando digo que una foto es un recuerdo gráfico de un momento pasado.

Y, como suele ocurrir con toda definición, el diablo está en los detalles.

La «exactitud» fotográfica

Parece, por lo que leía hace ya unos días en The Verge (EN) a colación de la presentación de los Pixel 8, y en particular, a los «arreglos» que hace el nuevo «Editor Mágico» de Google. La evolución de ese «Borrador Mágico» que algunos llevamos años usando.

En la imagen que acompaña este texto te pongo la foto que se sacó esta chica con el Pixel 8 (la «real», la de la izquierda) y la que acabaría por subir seguramente a Instagram.

¿Notas alguna diferencia?

Pues hombre, unas cuantas.


  • Para empezar, el borrador mágico ha hecho su trabajo y ya no hay rastro de esa guardacosta y tampoco de su asiento.
  • Pero no solo eso. La foto (la real) fue tomada presumiblemente en un día nublado, posiblemente a media tarde o por la mañana. Sin embargo, la foto final parece haber sido tomada en un precioso atardecer.
  • Eso y que está mucho mejor encuadrada (aunque no ha dejado respirar a la imagen por abajo, ¡sic!).

¿Por qué es importante todo esto?

Pues por un motivo tan simple como crítico: ¿Es la foto de la derecha real?

O mejor dicho, ¿es una foto, o es otra cosa?

Acudiendo a la RAE, tenemos ya un acercamiento a esta respuesta:

Para la Real Academia de la Lengua Española, una fotografía no es más que una «representación o descripción de gran exactitud».

Ojito tanto a esa «representación», como a esa «gran exactitud».

En ningún momento se está diciendo que la foto debe ser la viva imagen de la realidad, sino simplemente un constructo que se le acerque (tenga una gran exactitud representativa).


Aquí la cabra tira al monte, y quizás un servidor parta con ventaja viniendo como vengo con una licenciatura en Bellas Artes, y una especialidad en Diseño que me llevó a hacer varios años de fotografía y cine.

No es casualidad que esto de apuntar con un objetivo esté encuadrado dentro de lo artístico, y no dentro de las ciencias. La fotografía históricamente ha servido para retratar la realidad… de la misma forma que antaño lo hacíamos con la pintura, con el dibujo o con la escultura.

Simplemente hemos cambiado el pincel por una caja oscura con un pequeño tuvo y un papel fotosensible (ahora para colmo digital).

La «intencionalidad» fotográfica

Para unos cuantos la foto que acabaría publicando esta chica en su instagram es una mentira.

Exactamente igual que ocurría hace unos meses, cuando en un artículo exclusivo para mecenas expliqué cómo los móviles de Samsung estaban «inventándose» la luna cuando alguien quería sacar una foto de noche hacia nuestro preciado satélite.

En aquel artículo, de hecho, llegaba a una conclusión que creo importante señalar por aquí:

La fotografía de nuestra era es una fotografía totalmente retocada. No es una fotografía que quiera mostrar la realidad. Es una fotografía que quiere mostrar la realidad que nos gustaría que fuese real.


¿Pero sabes lo peor de todo esto?

Que esto mismo lleva haciéndose desde que la fotografía es fotografía.

Es más: a día de hoy no tenemos manera de obtener una fotografía que no tenga una «intencionalidad» subjetiva.

Y por la propia ideosincrasia del formato, no la vamos a tener nunca.

En una foto, como mínimo ya interviene la propia intencionalidad de quien la saca. Poniéndonos estrictos, el encuadre ya está definiendo qué queremos que la foto represente de la «realidad», obviando el resto de los matices de la escena real.

Una realidad manipulada en el momento en que la persona o personas que sale en la foto, están, para colmo, posando. En el momento en que por el simple hecho de apuntar un objetivo hacia algo, estamos rompiendo la realidad e imponiendo una sola visión. Un solo encuadre del hecho.

Y a eso súmale toda la tecnología que hay detrás del proceso de captación de una instantánea.

Que si HDR, que si sistemas anti-movimiento, que si corrección de ojos rojos, que si filtros de belleza, que si…

Y pese a todo… sigue siendo un recuerdo del pasado

A este punto quería llegar.

Uno qde los encargados de la parte fotográfica de los Pixel en Google defendía su creación (EN) de una manera magistral:

Creo que Google hace bien en llamar recuerdos a las fotos y vídeos porque, en una era de fácil acceso a la IA generativa, esa es una descripción precisa.

Los recuerdos son elásticos e imperfectos.

Están sujetos a nuestros prejuicios y estados de ánimo y cambian con el tiempo. La IA generativa está a punto de estar en todas partes y la gente querrá utilizar estas herramientas para hacer que sus fotos se parezcan más a sus recuerdos.

Así pues, no deberíamos sorprendernos cuando la tecnología nos permite «representar de una manera más exacta» nuestros recuerdos del pasado.

Dotarles, como decía en uno de los relatos distópicos de mi primer libro, de una prueba de su existencia.

Una prueba manipulada. Al igual que de seguro hemos, inconscientemente, manipulado el recuerdo.

Esa foto de la chica tomada en un día nublado en una playa con más gente presumiblemente será recordada por la chica como ese atardecer precioso en aquella playa vacía. Y tendrá una foto que así lo atestigüe.

¿Se está por tanto mintiendo? ¿Está intentando mentir a todos nosotros?

Nada más lejos de la realidad. Solo está aportando referencias artísticas de lo que para ella ha sido la realidad de aquel recuerdo pasado.

Algo que, recalco, siempre hemos hecho.

Y evitando, de paso, gracias a la tecnología, esa sensación de desilusión cuando algo que recordamos ocurrió de una manera nos acaban demostrando que no fue exactamente así.

Al menos no para la intencionalidad de un formato que en su día carecía del suficiente cuidado, o la suficiente tecnología, para retratar lo que nosotros internamente estábamos experimentando.

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