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Ya sabes que últimamente me ha dado por hablar de Web 3.0.
A fin de cuentas, es cierto que propone un cambio de paradigma con un impacto a futuro crítico para entender lo que será Internet (o puede ser, claro).
La semana pasada dedicaba una pieza introductoria a hablar de la Web 1.0 (por resumir, la web inicial en la que todo eran páginas pseudo-estáticas), la Web 2.0 (la actual, con redes sociales y páginas dinámicas) y la Web 3.0 (una web basada en el protocolo criptoeconómico del que hablaremos más en profundidad a continuación), y en particular a como muchos echamos-echan de menos la Web 1.0 sin darse cuenta de todos los problemas que presentaba.
Que es cierto que Facebook es el cáncer, :), pero es que gracias a proyectos como Facebook nunca hemos podido estar más conectados con el resto del mundo… en toda la historia de la sociedad. Con sus mierdas, en efecto, y con esa centralización dañina que llevamos años viviendo. Pero una cosa no quita la otra.
Pues con la Web 3.0 pasa-pasará lo mismo.
En efecto, lo que más llama la atención de la Web 3.0 es la especulación, en algunos casos absurda, que se está haciendo con los NFTs y las criptomonedas, y el supuesto daño que va a hacer a la industria del videojuego los juegos pay-to-earn.
La realidad, como todo en esta vida, es que hay mucho mundo más allá que dibujos de monos vendidos por absolutas burradas y jueguitos que quieren que trabajemos como esclavos en el metaverso para pegarnos por unos dólares extra.
Y, con esto en mente, publicábamos también la semana pasada una pieza exclusiva para vosotros en la que explicaba qué supone el protocolo criptoeconómico en esa futura web.
¿Un resumen rápido para refrescar la mente después de tanto polvorón y champagne? Pues que, gracias a redes como la de blockchain, se abre nuevamente la veda a que el Internet del futuro sea más descentralizado, al no depender las webs hechas para Web 3.0 en el histórico paradigma cliente-servidor (como esta programada esta página), sino en cadena de bloques. En redes que se parecen mucho más al peer to peer.
Pero Pablo, si esto ya lo tenemos desde hace décadas (el P2P) y no ha cuajado más allá de para descargar unos cuantos archivos…
Cierto.
La diferencia con la Web 3.0 es que esa red de nodos descentralizados está creada en una red… diseñada de base para ofrecer una suerte de royalties a los intermediarios. Es decir, que frente a P2P, en el que cada peer está ahí prácticamente por amor al arte (quiere colaborar con la propia red), en redes basadas en cadenas de bloques hay una retroalimentación económica basada en la misma criptomoneda que gestiona el proyecto, y certificada cada transacción por la propia cadena de bloques y por el contrato inteligente que hay detrás.
Ahí es donde decía que una Web 3.0 podría quizás acabar marcando la diferencia, y generando un escenario que, en efecto, fuese mucho más descentralizado.
No solo a nivel de consumo de información (por eso de que ya no necesitaríamos un servidor para alojar el contenido, sino que ese contenido estaría desperdigado en diferentes nodos que el usuario que lo consulta descarga y renderiza en su navegador/aplicación), sino también a nivel del propio control de acceso (por eso de que a, por ejemplo, un gobierno censor le iba a constar más bloquear el contenido publicado en una cadena de bloques que hacerlo con un contenido almacenado en un único servidor).
Esta es la teoría, ahora bien, la práctica, al menos hasta el momento, no es para tirar cohetes.
Centralización en redes descentralizadas
¿La razón? Pues que parece que la mayor parte de estas redes descentralizadas… están en manos de unos pocos.
El fundador de Twitter decía hace unos días algo que, como mínimo, debería darnos qué pensar.
“No somos dueños de la Web 3.0.
Los capitales de riesgo y sus socios limitados sí lo son. [La Web3] nunca escapará de sus incentivos. En última instancia, es una entidad centralizada con una etiqueta diferente. Sepan en lo que se están metiendo.”
Y razón no le falta.
- Uno de ellos, por ejemplo, es Lightspeed Venture Partners (EN), el fondo estadounidense que fue el primer gran inversor de Snapchat. Lightspeed viene invirtiendo en estos proyectos desde 2013 (casi 500 millones sólo este año).
- La empresa de cifrado Hashed recaudó 175 millones de euros (EN) y los fondos de riesgo Kraken Ventures Fund y Brinc también recaudaron millones.
- ¿Otro caso?, el de firma Andreessen Horowitz (EN), uno de los primeros patrocinadores de Facebook y defensor de Web3.
Un tema complejo de resolver, ya que a fin de cuentas, son estos grandes oligarcas los que tienen el capital suficiente para levantar redes basadas en protocolos criptoeconómicos.
Y aunque la realidad tienen a moderarse, lo cierto es que dibuja un escenario no tan positivo si es que vamos a cambiar esas cuatro empresas tecnológicas, que hoy en día se reparten prácticamente el control de Internet, por otras cuatro empresas, esta vez de VC, y no por millones de pequeños peces como al menos, tecnológicamente hablando, es posible hacerlo con la Web 3.0.
En fin, que solo el tiempo dirá qué resulta verdaderamente interesante de la Web 3.0, y qué querremos recuperar de la ya manida Web 2.0, por muchos peros que le pongamos hoy en día.
Otros artículos sobre Web 3.0 que seguramente te interese consultar:
- Añorando la idea de la Web1.0 y obviando las ventajas de la actual.
- El porqué del hype alrededor de los NFTs y los juegos pay-to-earn.
- Lo que supone el protocolo económico de la Web 3.0 (mecenas).
- Qué tanto de descentralizada tiene la Web 3.0 actual.
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