recuperar disco duro

Recuperación de información

Creo que ya lo he contado por aquí en alguna ocasión, pero por si acaso, he de reconocer que tengo manía (llámalo, si quieres, Síndrome de Diógenes Digital) en seguir almacenando mis fotografías en carpetitas. Como si estuviéramos en el siglo XX.


Me explico.

Hoy en día la mayoría ya sacamos fotos con el móvil. De hecho me deshice hace unos años de la Canon que tenía, habida cuenta de que ya no solo por comodidad, sino que incluso por calidad las lentes para dispositivos móviles ya rivalizan con algunas lentes de reflex de gama media.

Pues bien, en cada móvil que tengo siempre instalo una app de galería que me permita gestionar el contenido gráfico mediante carpetas. Así, puedo tener dos carpetas siempre visibles (una con stories previamente preparadas para dar a conocer mis servicios o productos, y otra con algunas fotos e imágenes, tanto personales como profesionales, que quiero tener a mano para poder, por ejemplo, enviar el logo de CB o PY a un medio que me lo pida, o una tabla de ejercicios a consultar en un momento de calentó deportivo).

Y, como es normal, la app de cámara (y muchas otras apps) genera cada vez que se saca una foto una carpeta donde va almacenando las fotos o vídeos obtenidos.

Lo normal, de hecho, es que la mayor parte de la gente tenga ahí cientos de fotos. Sin embargo, en mi móvil esa carpeta está siempre vacía.

¿Por qué?

Pues porque todas las fotos que saco las tengo sincronizadas con Google Fotos (al poco de sacarlas ya están en mi nube privada), y:


  • O bien las envío a Google Drive: Si es que esas fotos quiero guardarlas en el ordenador (ahora hablaré más en detalle de ello).
  • O bien las envío a esa otra carpeta de fotos que quiero tener en el móvil.
  • O bien las borro.

Supongo que esta manía me viene de la época en que los smartphones venían con un almacenamiento muy limitado. Hoy en día, con 64 o 128GBs, sinceramente, yo tengo más de lo que necesito.

Pero pese a todo, sigo haciendo esto.

Y ahora pasamos del móvil al ordenador.

Te decía que hay fotos que envío a Google Drive, que es mi puente para compartir contenido entre dispositivos.

Si por ejemplo he sacado varias fotos ese día (normalmente, porque es un día especial), lo normal es que todas ellas (o las que valgan la pena, ya me entiendes) las suba a una carpeta de Google Drive que tendrá como nombre Año-Mes-Nombre.

Así, cuando ya esté por casa, simplemente cojo esa carpeta, y la paso a un disco duro externo que tengo siempre conectado, y que hace de mi hub fotográfico local.

En él, y ordenado por carpetas por año, y dentro ordenado por nombre de carpeta (es decir, Año-Mes-Nombre), tengo más o menos mi vida desde prácticamente mi nacimiento (hace unos tres años digitalicé buena parte de las fotos que tenía mi madre de mi en papel).


Y, cada ciertos meses, conecto otro disco duro externo para hacer un volcado de seguridad, por eso de que soy consciente de que tarde o temprano uno de estos dos discos duros dejará de funcionar.

Si solo tuviera uno, pues oye, perdería todo o casi todo lo que contuviese. Al tener dos, a lo sumo perderé solo unos cuantos meses (si se jode el que utilizo diariamente), o no perderé nada (cuando haga la siguiente copia, veré que el que utilizo de copia de seguridad no funciona y compraré otro).

Pues bien, justo el finde pasado me encontré en esta tesitura. Uno de ellos ha empezado a dar síntomas de que le quedan pocos rodeos (el ordenador lo identificaba, pero no conseguía mostrar su contenido, o solo mostraba algunas carpetas).

¿Qué he hecho? Pues lo de siempre: Intentar salvar todo lo que pueda.

Para ello, he utilizado, como otras veces, la herramienta Recoverit Data Recovery (ES) de la suite de Wondershare. La misma, de hecho, que utilicé no hace tanto para recuperar el contenido de una tarjeta SD de la Nintendo Switch y poder migrar a otra.

Son procesos ya casi estándares en la industria, muy pulidos a nivel de usabilidad, así que no me detendré mucho:

  • Enchufé el disco duro y esperé a que el ordenador lo identificase como tal.
  • Abrí el software, seleccioné el ordenador para la recuperación de archivos, y le dije el lugar donde quería hacer la recuperación (en mi caso, y puesto que quería migrar todo el contenido a otro futuro disco duro, lo hice en una carpeta del escritorio).
  • La herramienta se puso a trabajar (alrededor de diez estuvo en ello), y cuando acabó el análisis me mostró todo el contenido que había encontrado (en principio, todo el contenido que al menos yo recordaba que tenía), dándome la opción de recuperación completa, que es la que elegí.

Media hora más tarde, ya tenía todo el contenido en la nueva carpeta, evitándome así posibles cortes por la inestabilidad del disco duro que me hubieran forzado a comenzar de cero si lo hubiera hecho a mano.


Y ahora toca esperar a que me llegue el nuevo disco.

Todo por querer seguir teniendo en local mis recuerdos digitales… Pese a que, en efecto, en Google Fotos resulta mucho más sencillo hacer búsquedas contextuales (¿en qué fotos aparece mi madre? ¿Qué fotos más destacadas tengo de tal fecha?…).

Eso y que difícilmente voy a perder una foto subida a la nube debido a esa georedundancia tan necesaria en paradigmas de seguridad e integridad de los datos.

Pero bueno, cada loco con su tema.

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Revisa mi setup de trabajo, viaje y juego (ES).

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