Llevaba tiempo con muchas, muchas ganas, de tener entre mis manos uno de los productos de Sphero, auténtico baluarte de esta nueva generación de juguetes robóticos. De esos juguetes que aunque puedan comprarse a los niños, están, sin lugar a duda, diseñados para los mayores.
Esto desde antes de que empezara esta campaña de marketing masiva por El Despertar de la Fuerza, la nueva película de Star Wars, y que seguramente tanto usted como un servidor ya ha disfrutado hace escasos días.
Cuando vimos el primer teaser y descubrimos a BB-8, creo que muchos de los makers soñamos con el día de mañana tener uno. Y de hecho, hubo no pocos proyectos que explicaban cómo hacerlo técnicamente (EN).
Y de pronto, descubrimos que Sphero, esa compañía que ya tenía una bola robótica controlable vía smartphone, iba a sacar un modelo ambientado en el nuevo droide de la franquicia.
Lo que seguramente nadie esperaba es que el resultado fuera tan sumamente brillante.
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Primeros instantes
Me llegó a principios de la semana pasada, aunque por el aviso de Correos debería haber llegado el día anterior. Apenas tres días laborales después de hacer el pedido, vía envío ordinario, y ahorrándome de paso unos eurillos.
La chica de Correos, que debe estar ya harta de traerme cosas, me sonríe y me pide una firma. Yo acepto encantado y se la devuelvo. Espero varios pedidos, aunque por las dimensiones del sobre, quiero pensar que sé lo que es.
Abro con impaciencia la bolsa, y me deshago rápidamente de todo el envoltorio. ¡Voilà! Lo que esperaba.
Un packaging que es una verdadera gozada. Un trabajo de fotografía y diseño admirable. No esperaba menos, sin lugar a duda. De esas cajas que tienes claro que jamás de los jamases vas a tirar a la basura. Aunque la parienta se ponga pesada. Hay cosas que son intocables, y esta caja figura entre ellas.
Hay dos aperturas en el fondo. El cutter corta raudo la cinta adhesiva, no vaya a ser que al intentar tirar de ella se vaya algo de la superficie grafiada, y voy dejando que la parte trasera, más pesada, vaya poco a poco separándose de la tapa.
Lleva su tiempo. El tiempo justo para sentir ese cosquilleo que teníamos de pequeños junto al Árbol de Navidad. Un tiempo que seguramente esté bien estudiado, con un tratamiento del tamaño y del material de la caja que permite que la experiencia sea terriblemente gratificante. No hablo de la típica caja que cuesta horrores abrir. Hablo de una caja que mantiene la incertidumbre unos segundos, a un ritmo constante, mientras se desplaza por la tapa superior.
Y entonces, llega a su fin, y tengo frente a mi un packaging negro con el logotipo de Star Wars. Del saliente inferior, con picardía, una tira de tela que me permite levantar la tapa interior, dejando al descubierto al nuevo integrante de la familia.
¿Dimensiones? Cabe de sobra en una mano, siendo esta la única diferencia visible con el droide de la película (porque entiendo que este fin de semana, sino el jueves pasado, habrá ido a verla, ¿verdad?).
¿Peso? Más de lo que aparenta, sin duda alguna.
Justo debajo, la base de carga, totalmente customizada y en sintonía con el BB8. Porque no nos engañemos: Vamos a jugar algo con él, pero sobre todo, se va a quedar en el despacho, acompañándonos a partir de entonces en nuestro trajín diario. Sirviendo a la República y recordándonos que la vida es para vivirla en libertad.
A los mandos del BB8
Descargo como un rayo la aplicación en mi dispositivo. Está disponible tanto para Android como para iOS (móvil y tablet, por cierto).
La marcha imperial suena a todo trapo por los altavoces de mi MX4 mientras la pantalla muestra un opening de esos que hacen subir la adrenalina.
La epicidad baja cuando la app localiza al BB8, que se enciende como una lámpara, y te pide que actualices el firmware.
Hago de tripas corazón y espero ansioso a que termine, y en mi cabeza, ya estoy maquinando la siguiente jugada.
No se la cuento, se la muestro. Y en vídeo, para más inri. Échele un ojo al menos a los primeros 40 segundos de este vídeo-review, y ahora continuamos:
Ver en Youtube (ES)
La aplicación nos ofrece tres modos de juego, aunque un servidor ya tiene claro cuál prefiere.
Me tiro de cabeza al primero, Pilotaje, y descubro con sorpresa que manejar a BB8 no es tan sencillo como aparentemente parecía. Requiere tiempo para adecuarse a los controles, y sobre todo, recomiendo bajar la velocidad al mínimo, al menos al principio, porque el BB8 puede alcanzar mucha, lo que dificulta aún más su maniobrabilidad.
Varios golpes contra las paredes, algunos de ellos tan fuertes que hacen que BB8 se enfurezca (se ponga de color rojo), pero poco a poco voy cogiéndole el tranquillo. Eso mientras los gatos se acercan con desconfianza a esa bola que ha acaparado todas las miradas de la casa.
Junto a las opciones, varios gestos y movimientos pre-grabados, que muestro en el vídeo superior, y que dan mayor dinamismo a la experiencia. BB-8 es capaz de afirmar y desmentir, pero también de coger carrerilla, de estar alerta, de zizaguear y de mucho más.
Y para cuando te das cuenta, llevas más de media hora dando vueltas por el salón. Tienes 28 años, pero como si fueran 10.
Toca el turno del segundo modo de juego, basado en una aplicación de realidad aumentada en la que el droide reproducirá los mensajes que nosotros le pidamos que reproduzca.
Viene con varios por defecto, convenientemente ambientados en el universo Star Wars, pero podremos grabar nosotros mismos otros, y aparecer como el más villano Lord Sidious amenazando a nuestro receptor, o hacer de Leia, pidiendo auxilio.
Una funcionalidad curiosa, sin lugar a duda destinada a ser disfrutada en grupo, y que permite meterse más en el papel que desempeñamos.
Y así llegamos al tercer modo de juego, Patrulla, en la que el droide se encargará de mapear los alrededores, generando un mapa visual de la zona, y permitiéndole más adelante coger mayores velocidades mientras vigila que no haya ningún obstáculo nuevo.
En las tripas del BB8 de Sphero
La jugada del fabricante (y de Disney) ha sido maestra. Tanto que hace preguntarse qué fue antes, el huevo o la gallina.
¿Se ha diseñado el BB8 de la película pensando en las bolas robóticas que ya tenía Sphero o las sinergías han surgido a posteriori?
Sea como fuere, el resultado es simple y llanamente espectacular:
- Para Sphero: La posibilidad de hacer crecer exponencialmente su negocio con un producto que básicamente ya tenía en el mercado, dándole un buen lavado de cara, incluyéndole mayor funcionalidad y agregándole la cabeza imantada en la parte superior. La base es a fin de cuentas semejante a nivel de software y hardware que lo que ya encontrábamos en las bolas robóticas que vendía la compañía. Una superficie pulida, sin aperturas, y un interior con un peso desbalanceado según nuestra acciones que es lo que al final hace que el BB8 se mueva. Justo encima, esa cabeza unida a la bola central mediante un imán, es prácticamente la única novedad que encontraremos. Y por otro lado, lo es todo. El diseño hace que merezca, y mucho, hacerse con este producto. No tienes una bola de Sphero, tienes un droide BB8.
- Para Disney: El regalo perfecto de estas Navidades para cualquier geek. Un producto que lidera el hype del resto de merchandising que la compañía ha desplegado para este lanzamiento. Un producto dirigido a un público específico (gente que de verdad quiere hacerse con algo especial de este momento), y que ha encontrado en Sphero el mejor aliado posible.
- Para nosotros: La oportunidad de hacernos con una pieza de coleccionismo. Porque no nos engañemos, es un juguete, pero es un juguete con unos acabados y con un precio que lo posicionan ineludiblemente en un producto que no está destinado a ser explotado hasta que rompa, sino que tiene su merecido espacio en esa vitrina geek a la que tenemos tanto aprecio.
Puntos positivos
- Como juguete: Una hora de carga de batería equivale a cuarenta minutos de juego. Ofrece lo mismo que ya ofrecían las bolas robóticas de Sphero, pero con los añadidos de realidad aumentada, con las funcionalidades extra que tiene la app. Y con el efecto que da la cabeza manteniéndose siempre en alto mientras el resto del cuerpo gira. Simplemente maravilloso.
- Como pieza de coleccionismo: El packaging, el mimo con el que han customizado el cuerpo, las antenas posteriores de la cabeza, la base de carga… Hay un trabajo notable en pos de dotar a este producto del valor que un buen fan de la saga sabrá valorar. El BB8 no está diseñado únicamente para jugar. Está diseñado para ser disfrutado en una vitrina.
Puntos negativos
- ¿Se acuerda de las bolas de los ratones?: ¿El cómo estos ratones de ordenador acaparaban toda la pelusilla de la mesa? Pues en eso mismo estará pensando cuando, después de estar unos 20 minutos con él, le de por mirarlo de cerca. La cabeza se mantiene en la parte de arriba de la bola gracias al imán y a dos pequeñas ruedecitas que enseño en el vídeo. Y esas pequeñas ruedas parecen atraer todo el polvo que haya en la estancia. Entiendo, por otra parte, que es la salida más adecuada para no aumentar más el precio. Un inconveniente, en todo caso, con lo que se puede vivir.
Conclusiones
Es el único pero que se me ocurre para un producto que es brillante en todos los sentidos. Por su uso como juguete, por haber añadido más diversión a la propuesta que ya había en el mercado, pero además por ser una pieza que tranquilamente podríamos considerar de coleccionismo. Dirigida a un público especial.
Ese mismo que sabrá valorar el cariño con el que el BB8 de Sphero (ES) ha sido creado.
Una maravilla el juguetito. Gracias por ese vídeo. Solo una pregunta Pablo: ¿pudo BB-8 sobrevivir a los gatos?
Jajaja, por ahora sí. Pero no es la primera vez que encuentro al pobre sin la cabeza :).