Ya a principios de 2021 me planteaba en esta santa casa una disyuntiva personal: ¿Debería llevar la cartera física, o los documentos y el dinero en digital?
En este artículo explicaba cómo ya en ese momento cada vez parecía más cercana la desaparición del paradigma de cartera como ese armatroste que llevamos la todos ocupando por completo uno de los bolsillos del pantalón, o una parte considerable del bolso en el caso de las mujeres.
Y es que la cartera la seguimos llevando por tres motivos principales. Tres que tienen cada vez menos sentido.
A saber:
- Por el dinero: Cada vez es más común, al menos en países desarrollados como España, que puedas pagar en cualquier lado mediante contactless, y por tanto mediante un dispositivo NFC. Es más, un servidor, si puede elegir, paga siempre que puede con tarjeta o con el móvil (dependiendo de si es un pago personal, que realizo con una tarjeta VISA de prepago por temas de seguridad, o de empresa, cuya tarjeta tengo habilitada en el smartphone), dejando el efectivo únicamente para esos momentos en los que lo anterior no es posible.
- Documento de identidad: Tanto el DNI, como el carnet de conducir y la tarjeta sanitaria (esta última, al menos, en algunas provincias) ya cuentan con versiones totalmente legales en formato digital. En mi caso el segundo ni tan siquiera lo llevo conmigo (en casa conduce siempre Èlia).
- Llavero: Además, las cerraduras digitales tienen ya unos precios más que asequibles (ES), así que, si queremos, podemos desprendernos del típico llavero para guardar las llaves de casa, y utilizar el smartphone como llave. Sin olvidarnos de las cerraduras digitales de los coches, que son cada vez más habituales (a día de hoy creo que no se vende ya ningún nuevo modelo que no tenga, aunque sea, una llave inalámbrica). Mismamente en Asturias tenemos puesto una cerradura inteligente, aunque es cierto que seguimos dependiendo de las llaves para entrar en el edificio (la cerradura está en la puerta del dúplex, no en la entrada del portal).
Todo esto, y de nuevo recalcando que hablo de mercados específicos como el español, está hoy en día disponible en según qué dispositivos, y bajo según qué condicionantes.
Así que estos días, aprovechando que tenía que enviarles a los mecenas de nivel BOX Tecnológico o superior un regalito (dos veces al año reciben un detalle tecnológico en sus casas u oficinas que es un secreto hasta que publico la reseña por aquí), me animé a agenciarme también para mi una de estas carteras minimalistas de fibra de carbono y metal, con bloqueo de RFID incluido, para valorar si un servidor podría desprenderse de la cartera de toda la vida en favor a una de estas.
Llevo por tanto desde primeros de julio con ella. Y tengo claro que no hay vuelta atrás.
Te explico por aquí los motivos.
Índice de contenido
La diferencia de tamaño y peso de una cartera minimalista: Como la noche y el día
En estas dos fotos superiores puedes ver lo que ocupa una y otra cartera abierta o de lado.
Obviamente, la cartera minimalista gana de calle. Es más ligera (pese a ser de fibra de carbono y metal, y no de cuero como era la que usaba hasta entonces) y es que ocupa exactamente lo mismo que ocuparía en plano cualquier tarjeta, siendo más fina con todas las tarjetas ya en su interior que la cartera tradicional sin nada dentro.
Estamos, eso sí, ante una cartera rígida. Algo que al menos un servidor prefería habida cuenta de que, por ejemplo, aún dependo de llevar una tarjeta de cartón blando para los viajes en tren (hago muy pocos, pero como apenas ocupa me gusta tener esa tarjeta siempre conmigo para no olvidarme justo el día que la necesite).
Paradójicamente, la principal duda que tenía a la hora de cambiar de cartera a una de estas carteras minimalistas era si me acostumbraría a que la cartera ocupase tan poco espacio en el bolsillo, y es que creo que no soy el único en la sala que se ha acostumbrado ya a que uno de los bolsillos (en mi caso el izquierdo) esté totalmente ocupado entre la cartera y el llavero.
Una cartera que para colmo llevaba, por motivos de seguridad, firmemente anclada también a la cintura mediante una cadena de metal.
Con el cambio a esta cartera minimalista, ya no hay posibilidad de usar la cadena (sin hacer algún apaño, claro), y el tener de pronto espacio en el bolsillo era una experiencia que los primeros días me hacía, cada cierto tiempo, llevar la mano al mismo en ese micro susto que tenemos por igual cuando pensamos que hemos extraviado el móvil.
Obviamente, es un miedo infundado. La cartera ocupa tan poco que las posibilidades de que te caiga o te la roben son más reducidas (se queda más abajo en el bolsillo, complicando que la extravíes o alguien sea capaz de robártela), y a cambio ganas en comodidad en el día a día.
Bloqueo de RFID incluido
Es un extra, pero es algo que ya creo que deberíamos exigir a cualquier cartera.
Aunque sea cierto que realizar pagos sin que nosotros nos enteremos mediante contactless es cada vez más complicado, de vez en cuando suena algún caso de víctimas que han descubierto que se les ha cobrado un importe inferior a 50€ mientras estaban en el metro o en algún espacio muy concurrido.
Con el móvil la cosa está más complicada (podemos solo activar el pago por contactless cuando vayamos a pagar, y luego desactivarlo, pero parece algo más incómodo), pero con las tarjetas lo tenemos tan fácil como apostar por una cartera con bloqueo de RFID.
Como siempre que vamos a pagar, vamos a sacar la cartera del sitio, es una tontería no contar con esta funcionalidad, y evitará cualquier problema futuro en este sentido.
Adiós al dinero en metálico
Solo le podemos poner un pero al diseño de una cartera minimalista, y es que la mayoría no ofrecen espacio alguno para poner las monedas. Y es que, como puedes ver, la parte de la billetera es únicamente una pinza externa. Perfecta para poner ahí unos billetes, pero inútil como monedero.
Una desventaja que, ojo, puede ser vista como una ventaja también. Las monedas son lo que acaba haciendo que más ocupe la cartera en nuestros bolsillos/bolso, y que más hace pesar a la cartera.
Para colmo, ¿cuántas monedas de céntimos tienes por ahí desde hace semanas molestando, incapaz de darle salida?
Al no contar con monedero como tal en esta cartera, al menos en casa hemos decidido que el metálico que se vaya produciendo con los pagos en efectivo del día a día lo dejaremos en un espacio que tenemos en la entrada, de tal manera que cuando haya suficiente como para por ejemplo, pagar con él un “tomar algo” o hacer alguna compra rápida, lo recojamos y hagamos lo propio.
De esta manera, el metálico solo estará con nosotros cuando realmente vayamos a usarlo, o nos lo hayan dado como vuelta a un pago que tuvimos que hacer en efectivo (hasta que lleguemos a casa). Algo que, recalco, al menos en mi caso es más la excepción que la norma, habida cuenta de que si hay opción de pagar con tarjeta, me voy a decantar por ello.
Porque sí, que sepas que también se puede dar propina en la mayoría de locales pagando con tarjeta. Que esto no es una excusa para no hacerlo :D.
Conclusiones tras el uso continuado de una cartera minimalista
En fin, que al menos en mi caso, y por ahora, estoy encantado.
Sigo llevando la tarjeta sanitaria (pese a que la tengo también virtualizada en el móvil) y el DNI (pese a que ya existe forma oficial de virtualizarlo) conmigo, pero una cartera que ocupa muchísimo menos que la anterior, por lo que he ganado en mi día a día en comodidad.
¿Que lo de no contar con monedero, para ti, es más un problema que una solución? Pues que sepas que por poco más tienes también alguna cartera minimalista con monedero. Ocupan un poco más, por supuesto, pero te dan también esta opción.
Hablando sobre ello precisamente estos días con mi primo, él tiene en casa una de estas con monedero, pero al final ha decidido no usar justo el monedero por esa misma razón.
Si buscas minimalismo, el tema de las monedas es dífícil encajarlo.
Buenas, Pablo, habitualmente acostumbro a darte las gracias por privado al recibir estos grandes detalles, esta vez no ha sido así, y al ver artículo, lo hago de una manera algo más pública, de corazón, muchas gracias.
Es verdad que me sorprendió, soy de esos que llevan la cartera típica, monedero puro y duro para las monedas, y luego mi bolso tipo bandolera, esta última un regalo de un amigo que ya tendrá 2 años, y todavía está bastante bien. Llevo muchos años con usando bandoleras clásicas, sea invierno o verano, en verano, más por eso de que los bolsillos son más pequeños, o lo que sea. He estado unos días sin el bolso y sin la cartera “de toda la vida”, y he ganado, meto lo justo, lo que de verdad uso, DNI, tarjeta sanitaria y tarjetas, había más cosas que poco o raras veces uso, y luego sin el bolso, aunque esto me está costando más, la costumbre de tantos años, parece que me falta algo. No digo que lo haga siempre, pero este viernes estuve en el cine, pues con lo justo.
Un abrazo y gracias.
Ya te digo que yo era muy reacio, y fíjate que ahora me estoy planteando hasta intentar quitarme prácticamente todo.
La tarjeta sanitaria, por cierto, he probado fuera de Madrid y ya he visto que con la app no necesito ni tan siquiera llevarla (al menos la app de Madrid Salud te genera un código QR que es compatible con cualquier farmacia de España), así que ya es otra tarjeta menos que llevo. Lo del DNI tengo que mirarlo con más calma, porque aunque es cierto que hoy en día ya es posible digitalizar el carnet de conducir, y con él en principio puedes identificarte, no recuerdo si había algunos escenarios donde justo esto no era posible. Y con la tarjeta de crédito es que justo la que llevo a nivel personal es una de prepago, y no ofrece sincronización con Google Pay. Pero la de empresa ya la llevo también en el móvil.
Vamos, que a este paso en cuatro días paso de llevar un armatroste que me ocupa todo el bolsillo, a prácticamente nada :D. En Asturias sigue siendo necesario para algunos locales pagar en efectivo, pero por Madrid ya es terriblemente raro que te lo exijan en algún lado…
En fin, que me alegro que estés probando el chisme. Al menos como curiosidad merece la pena :D.
Muchas gracias Javi!