auriculares bluetooth


En Junio escribía un artículo en la intranet de mecenas contándoles mi epopeya personal con los auriculares (ES).

Siempre que salgo de casa lo hago con auriculares. Me encanta pensar que estoy hasta cierto punto aprovechando “el tiempo perdido”  en el trayecto escuchando algún podcast. Ya ni hablemos de concebir irme al gimnasio (natación por ahora lo acepto) sin llevar mi fiel lista de música. O hablar por el teléfono teniendo que sujetarlo con las manos, como en el siglo XX, G.G.

Fuera bromas, lo cierto es que no concibo mi vida sin este gadget.

Reconozco, eso sí, que soy un usuario particular y muy intensivo, y que por tanto, no debería ser ejemplo del grueso de la sociedad, pero es algo a lo que me he habituado y me resultaría profundamente difícil volver atrás.

Y esto choca frontalmente con alguna especie de maldición gitana que en algún momento de mi existencia alguien debió lanzarme: los auriculares me duran “ná y menos”.

Es sencillamente sorprendente. Cuido mis cachivaches tecnológicos como solo un padre entregado podría hacerlo, pero con el caso de los auriculares la cosa se me va de control pasadas unas pocas semanas, a lo sumo un par de meses. Algún que otro tirón al quedarme enganchado con algo, el simple caos destructivo que se forma al guardar los auriculares en el bolsillo, y un buen día amanezco con uno de ellos muteado para siempre, o peor aún, silenciado a intervalos (según cómo me ponga sigue haciendo contacto o no), lo cual me empuja a durante unos días hacer absurdos aspavientos hasta que caigo en consideración de que ya toca comprarse otro.

Y no es porque sea rata precisamente. He probado a utilizar desde los típicos auriculares que ALSA casi te obliga a llevarte a casa en cada viaje, como aquellos que podemos considerar de gama alta (más de 100 euros); Diferentes marcas (Samsung, Sony, Sennheiser…); Diferentes modelos (supraaurales, que vienen genial para el invierno, mini-supra, intra-aurales, de botón…); Nada.


Que no hay manera, oiga.

Los últimos que cayeron fueron los Xiaomi Piston 3, y mire que en cuanto a calidad/precio están más que conseguidos. De hecho tenía hasta guardadas un par de fotografías para una futura review que viendo lo visto no saldrá a la luz jamás de los jamases.

Porque esa es otra: soy exigente hasta cierto punto.

Para un servidor un auricular debe como mínimo ofrecer las siguientes características:

  • Que no se rompan por el uso diario, al menos en un tiempo prudencial (el Santo Grial, como puede observar…).
  • Que venga con micro, ya que me parece muchísimo más cómodo que tener que quitarte el casco y sujetar el smartphone con la mano.
  • Que tenga botones: Al menos el de parar/empezar a reproducir música. Si además incluye reguladores de volumen y/o me permite cambiar entre canciones sin volverse un aparato que me tape la cara entera, mejor que mejor.

Y fíjese que no hablo en ningún momento de calidad de sonido. Para un servidor la gama media es el tope de gama que mis adoctrinados y rockeros oídos distinguen. No soy un sibarita del sonido ni en casa, como para serlo fuera donde voy a escuchar música en formato MP3, contenido redactado por un locutor que se graba seguramente con un iPhone, o llamadas, con el ruido digital esperable.

Con estas súplicas, y en vista a que uno de los cascos de los Xiaomi ya empezaba a fallar (tres semanitas me han durado, ains), me puse en contacto con los chicos de MobileFun, a ver si me podían echar un cable, y la respuesta fue la esperable: pásate a bluetooth.

A lo cual venía medio convencido, pero con una experiencia anterior desagradable. Los últimos (y únicos) cascos bluetooth que había tenido, en formato mini-supra (esos que te tapan media oreja, para que nos entendamos), suplían la mayoría de necesidades de un servidor menos la calidad del micrófono, que al estar situado en uno de los cascos, recibía al parecer para mis contertulios una cantidad excesiva de ruido ambiente.


9 emails más tarde ya teníamos claro ganador. Los Motorola Buds (ES).

Y por las siguientes razones.

auriculares bluetooth casco

El diseño y la autonomía de los Moto Buds

Cumplían con creces mis requisitos:

  • El cuerpo principal queda siempre colocado en el cuello, de manera que es virtual y físicamente imposible que se me enganchen con algo, o que se acaben rompiendo dentro del bolsillo: Algo que en primera instancia me echó para atrás, pensando en que quizás fueran molestos de llevar. Nada más lejos de la realidad. Los he llevado tanto con camisetas como con polos y camisas, y una vez puestos ni me acuerdo que están ahí.
  • La unión en reposo del auricular con el cuerpo está imantada: Lo que evita, de nuevo, que del continuo choque en mi cuello el cable que une cada auricular al cuerpo se acabe por soltar. Cuando los estás utilizando no pueden colgar (por razones obvias), y cuando dejas de usarlos, se colocan ellos solitos en cada brazo del cuerpo, por lo que puedo olvidarme del asunto.
  • Cuenta con micro, sí, pero en una posición frontal: El micro está situado en uno de los brazos del cuerpo y no en un auricular, lo que minimiza el ruido ambiente y da más peso a tu voz, que es de lo que se trata. Me gustaría probar, eso sí, los nuevos auriculares que ha sacado Apple, por ver si en efecto el problema que tuve en su día con los micrófonos de oído ha sido puntual o es algo que solo se soluciona mediante software (reducción de ruido ambiente), ergo más $$$.
  • Tiene botones para aburrir: Con uno de los brazos controlas el volumen, y con el otro el encendido/apagado y el cambio de canción. Sin ser un mando a distancia, sin taparme todo el cuello, todo empaquetado dentro de un buen diseño. Vamos, que perfecto.

Hay otro punto a considerar, y es que al tratarse de unos auriculares bluetooth, la autonomía de la batería es crítica.

He constatado que me duran alrededor de 10 u 11 horas de uso, lo que se traduce (en mi caso) en tener que cargarlo una vez a la semana (lo suelo hacer los fines de semana y así ya me olvido).

auriculares bluetooth detalle


Para ello viene con su propio cargador micro-usb/usb (uno genérico, vale cualquiera que ya tengamos por casa), que se conecta a la parte inferior del cuerpo mediante una clavija que hay que abrir, y tarda alrededor de media hora en cargarse por completo.

También te va avisando mediante algún que otro pitido de cuándo se va a quedar sin batería. Tengo más o menos medido que desde el primer aviso tardará una media hora, tres cuartos de hora en apagarse.

El pareado con el smartphone (o el dispositivo que sea) no podría ser más cómodo. Simplemente activar el bluetooth, encender el auricular (al lado de esa clavija para cargarlo está el botón de encendido/apagado) y parearlo. El dispositivo se encarga de reconocer que es un auricular y derivarle el audio y el micro automáticamente.

Como en mi trabajo suelo tener que hacer viajes con relativa frecuencia, lo tengo también pareado con mi portátil, de manera que si voy a hacer uso de él simplemente apago momentáneamente el bluetooth del móvil y se parea con el portátil en cuestión de un par de segundos.

Hasta más cómodo que intentar enchufar o desenchufar el jack de 3,5mm a tientas en el bolsillo.

auriculares bluetooth puestos

Tarde o temprano, nos va a tocar pasar a bluetooth

Mi experiencia ha sido, como decía, más que gratificante.

Me minimiza hasta casi el extremo las oportunidades en las que esa maldición gitana que en algún momento alguien me ha lanzado haga acto de presencia, y además resulta mucho más cómodo por ejemplo para hacer ejercicio, por no tener un cable cruzándote todo el cuerpo.

Pero es que hay un aspecto a considerar que cada vez va a tener más peso en la electrónica de consumo, y del cual hablaba en profundidad no hace mucho.

El jack de 3,5mm está condenado a desaparecer a favor de la comodidad del bluetooth…, y si me apura, del negocio de la industria de periféricos.

Algo que acabará pasando más tarde que temprano (el nuevo iPhone 7 y el Moto Z presentado hace unos meses son dos ejemplos), en ese afán por reducir hasta el absurdo el grosor de los smartphones, de trasladar los componentes analógicos necesarios para convertir el pulso digital al propio auricular, liberando así aún más espacio en el móvil, y quien sabe si incluir una desgracia de DRM en el contenido.

En fin, que bien sea por necesidades del guión (como con mi maldición gitana), bien sea por presión de la industria, todos acabaremos en algún momento pasándonos a auriculares inhalámbricos.

Lo cual, recalco, debería tener más puntos buenos que malos. Como al menos ha ocurrido en mi caso.

Puntos positivos

  • Anti maldiciones gitanas: Se acabó eso de cambiar de auriculares periódicamente (toco madera, no obstante). Sin cables y con la imantación minimizamos el riesgo a que uno de los cascos se suelte ¡Chúpate esa, brujo!
  • El pareado con el emisor: Haces el pareado una vez, y a partir de entonces se parea automáticamente nada más lo enciendes. Más cómodo que tener que conectar el jack.
  • Calidad de sonido más que aceptable: Que por ser bluetooth la calidad no se vea afectada, como pasa con algunos auriculares de micrófono lateral.

Puntos negativos

  • Autonomía: Si lo comparamos con un auricular de jack, está claro que perdemos (porque los de jack no hay que cargarlos). Eso sí, tiene más autonomía que la mayoría de auriculares bluetooth del mercado.
  • Dimensiones: El diseño a un servidor personalmente le gusta, pero podría ser un punto negativo para aquellos usuarios que buscan algo que pase más desapercibido a cambio de perder ligeramente en autonomía y/o calidad de sonido.

¿Me he dejado algo? Por aquí me tiene para resolver cualquier duda.

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