Comparativa Pebble Android Wear


El primer Pebble nació de la mente de Eric Migicovsky (@ericmigi), un emprendedor radicado en el Valle del Silicio, con una idea tan sencilla como disruptiva: que un reloj pudiera mostrar los mensajes que le llegaban al móvil.

Después de conseguir atraer financiación cobijado bajo la ala de YCombinator, amparado en la experiencia lanzando el que sería uno de los primeros smartwatches del mercado (inPulse Smartwatch (EN)), y darse cuenta de que era insuficiente, decidió probar suerte en aquello del crowdfunding.

Entre el 11 de Abril y el 18 de Mayo del 2012 la compañía consiguió recaudar 10,3 millones de dólares en Kickstarter (EN), considerada una de las campañas más exitosas de la historia del micromecenazgo. Repitiría de hecho el año pasado, y de nuevo, volverían a salir como reyes con alrededor de 20 millones de dólares de recaudación.

Le cuento todo esto porque creo conveniente señalar la importancia que ha tenido, y quizás siga teniendo, la irrupción de Pebble dentro de un escenario dominado prácticamente por grandes compañías.

Hablamos de una startup que incluso todavía hoy en día podría estar combatiendo de tú a tú en el mercado de wearables con gigantes como Google, Apple, Samsung o Xiaomi. Una startup que salió adelante en base al apoyo de miles de pequeños mecenas (EN) que apostaron con su limitada participación a un producto dispuesto a abrir un mercado que hasta el momento nadie había conseguido alimentar.

Y me parece precioso que precisamente un servidor haya tenido la oportunidad de tener en las manos una de las últimas versiones de Pebble (el Pebble Time) gracias, de nuevo, al apoyo de los mecenas de esta Comunidad, recaudando en dos meses el precio que tenía el producto, probándolo todo este tiempo, publicando este artículo y sorteándolo estos días a un afortunado miembro que disfrutará para siempre del que será uno de esos productos, uno de esos proyectos, estudiados durante décadas como ejemplo de una generación de electrónica de consumo que supo romper los moldes tradicionales de la industria.

Y habida cuenta de que el modelo lleva ya cerca de un año en el mercado, me resultó curioso centrar el análisis en cómo el Pebble Time se enfrenta a un escenario ya prácticamente dominado por Android Wear y WatchOS. Si tiene sentido comprarse hoy en día un Pebble.


¿Empezamos?

Pebble Actualizacion

Decisiones de diseño atrevidas

Pebble tiene varios modelos en el mercado, correspondientes a la primera generación (Pebble y Pebble Steel) y a la segunda generación (Pebble Time, Pebble Time Steel, Pebble Time Round), a falta de que en Octubre-Noviembre llegue la tercera (Pebble 2 y Pebble Time 2), cuya campaña en Kickstarter (EN) finalizaba a principios del mes pasado.

Básicamente la diferencia entre la primera y segunda generación es la inclusión de una pantalla de tinta electrónica a color (la primera era en blanco y negro), y de la segunda a la tercera será la llegada del sensor de ritmo cardíaco.

Dentro de cada serie, las versiones Steel son, como su propio nombre indica, fabricadas en aluminio, y por tanto, con un acabado menos geek, mientras que las Round son redondas, más cercanas a la idea que tenemos de un reloj convencional.

En mi caso me decidí por el Pebble Time ya que el resto de versiones me hubieran obligado a esperar otro mes (por dinero, me refiero), y a que en realidad el software y la experiencia de uso es la misma (pagas más o menos por el diseño exterior, a fin de cuentas).

Y aquí empiezan los claros y los oscuros.


A nivel de diseño, y aunque bien es verdad que la segunda generación ha mejorado ostensiblemente el diseño de la anterior (el Pebble original parecía un juguete, sinceramente), el que tenga la forma rectangular sigue chocándome.

Es algo de lo que hemos hablado en más de una ocasión, y por supuesto, al menos ahora hay opción a corona redonda (el modelo Round). Pero para un servidor un reloj debe ser algo que pase desapercibido, y aunque este lo consigue por sus dimensiones, no lo hace por su diseño.

Eso sí. Es, sin lugar a duda, uno de los smartwatches más cómodos y más ligeros que he probado. Tanto como para que me planteara dormir con él puesto (soy de los que se quita el reloj todas las noches). Y entiendo que esto podría ser crítico a la hora de decantarse por uno u otro modelo. A la hora quizás de monitorizar nuestro sueño, sin depender de otros dispositivos.

A partir de aquí el resto de decisiones de diseño me parecen todo un acierto.

Llevo ya más de un año utilizando a diario el Moto360, y sin lugar a duda me quedaría con la pulsera del Pebble Time. En un plástico con acabado muy delicado, lo que más me llama la atención es que es de verdad flexible, y no intenta guardar la forma redondeada como hacen la mayoría de wearables.

Lo puedes dejar encima de la mesa o en cualquier superficie y la pulsera se extenderá de forma natural, cosa que no ocurre con el Moto360 y no ocurre con la mayoría de pulseras.

Descontando que tiene toda la apariencia de ser bastante duradera (y es intercambiable). No como de hecho le pasa a la del Motorola, que como puede ver en las imágenes, ha envejecido verdaderamente mal.


Cargador Pebble

Otro acierto radican en la manera de cargar el dispositivo.

Utiliza para ello un conector propio (mal), pero imantado (bien), y de muy reducidas dimensiones (muy bien), que se enchufa vía USB (genial) y que facilita muchísimo la carga. En cosa de tres cuartos de hora lo tenemos cargado, y esa carga nos dará una autonomía que ya quisieran la mayoría. En tiempos de wearables que exigen una carga cada día, día y medio, el Pebble Time da una autonomía de unos 5-7 días. Suficientes para no tener que llevar el cargador con nosotros para una escapada.

Además, el dispositivo no requiere de una pieza extra para cargarse (como sí ocurre con bastantes smartwatches), lo que me ha permitido ocultar en la mesa de trabajo ese enchufe y dejarlo continuamente conectado.

Por supuesto, hablamos de una pantalla de tinta electrónica que NO es táctil, que hay que reconocer que se ve genial incluso bajo sol directo. Eso sí, obliga a utilizar los botones laterales. Algo que creo que han resuelto bastante bien, ya que apenas son visibles y, cosa obvia, permiten separar los dedos de la pantalla, lo cual permite verla en toda su extensión y no únicamente en la parte que quede disponible mientras interactuamos con el dispositivo.

Cuenta en un lateral con un único botón que generalmente hace las veces de botón Atrás, y en el otro lado, tres. El del centro para entrar en algún elemento, y el superior e inferior para recorrer esa suerte de calendario (disponible desde la versión 3.0 de Pebble OS) que entrecruza con nuestra propia agenda de Google/iCloud, al que, si tenemos activo el seguimiento de Salud, enriquecerá con nuestras actividades físicas.

Volveré más tarde sobre esto, pero para terminar, dos puntos que me parecen muy interesantes.

  • La corona exterior: O yo soy muy manazas, o el acabado de la corona exterior es muy malo. En este mes escaso que lo he estado usando ya tiene más de una marca. Esperaba, sinceramente, que esa pintura exterior durase más.
  • La vibración ante notificaciones: Algo que el Watch de Apple ha sabido también solucionar. Más que una vibración convencional (lo que ocurre en la mayoría de smartwatches de Android), lo que encontramos en el Pebble es una suerte de «toquecito» de alerta. Puede que le parezca una tontería, pero la vibración de un móvil en un reloj es incómoda. Basta un leve toque, como el que haría una persona que está a nuestro lado y que tampoco quiere molestar, para que nos demos por enterados.

Pebble Health

A nivel de software…

Metiéndonos en las entrañas del dispositivo, lo cierto es que estamos ante una segunda pantalla.

La cosa queda clara en Android, pero es que en iOS, y debido a sus propias limitaciones, resulta aún más patente.

Podemos recibir en efecto cualquier tipo de notificación, e incluso gestionar el cómo nos deberá alertar por separado, pero quitando casos puntuales como el del WhatsApp, la mayoría de notificaciones son puramente eso, notificaciones, necesitando recurrir al móvil para consumirlas, ya ni hablemos para actuar.

Afortunadamente, eso sí, podemos contestar a una llamada directamente desde el reloj (por ejemplo si llevamos los casos puestos), sin tener que sacar el smartphone, o utilizar una limitada serie de respuestas preestablecidas para responder, por ejemplo a un WhatsApp (gracias por la corrección Claudio).

Cuenta con un market de pantallas que dan un poco de juego al asunto, por ejemplo mostrándonos el tiempo y demás información, pero creo que el punto fuerte del dispositivo es su aplicación de Salud, y no precisamente por su funcionalidad (a fin de cuentas, un podómetro venido a más), sino por la gestión que hace de los datos.

Después de que lleves tiempo caminando o haciendo deporte, te suele dar consejos y ánimos que resultan cuanto menos curiosos y entretenidos. Y al acabar la sesión, te informa de cómo lo has hecho, a veces comparándolo con sesiones anteriores.

Es, de facto, una estrategia que me parece muy acertada, y que no he visto en servicios semejantes de dispositivos a priori más enfocados al mundo del deporte como ese Hexxa Atenea que probaba recientemente, o la ya conocida Mi Band.

Pebble App

La aplicación del móvil cuenta con las esperables gráficas, con una interfaz cuidada y muy sencilla de entender, y con un único hándicap que al menos a un servidor le ha parecido muy molesto.

Para seguir funcionado, requiere mantener la notificación continuamente activa en el menú de notificaciones de Android.

De hecho, en los propios ajustes de la app tienes la opción de desactivarla, pero al menos en mi caso no ha funcionado, y me obliga por tanto a llevar siempre ese dichoso símbolo infinito (es lo que usa mi ROM cuando quiere alertar de una notificación que no cuenta con su propio símbolo) en la barra superior.

Salvando eso, me ha llevado un par de días testear profundamente qué quería recibir y cuáles no siguiendo mi estricto/maniático sistema, y creo que el resultado ha sido el que esperaba.

Lo que me lleva a pensar en el target de este producto: aquella persona interesada en tener un punto medio entre un reloj convencional y un smartwatch.

Es decir, un a medio camino entre la pura funcionalidad de un reloj (darte la hora y olvidarte de cuánta batería le queda) y la funcionalidad que ofrece un sistema operativo en la pulsera (ya no solo recibir notificaciones de una manera más inmediata, sino también consumirlas y/o actuar en consonancia).

Comparativa Pebble Android Wear Primera

En definitiva

Creo que su gran atractivo radica en esto mismo. En ser un punto medio entre lo tradicional y lo tecnológico. Sin las exigencias de un Android Wear o un WatchOS, a cambio de perder parte de esa flexibilidad esperable.

Puntos positivos

  • Autonomía: Tranquilamente cinco o seis veces más que el smartwatch tipo, que se dice pronto.
  • Pantalla de tinta electrónica no táctil: Que además de darle esa autonomía, se ve mucho mejor que las AMOLED y además separa los dedos de una pantalla ya de por sí muy pequeña.
  • Sencillo de utilizar: No requiere, como decía, una parametrización tan exigente como sí ocurre con los smartwatches. Instalas la app y empiezas a usarlo.

Puntos negativos

  • A medio camino: Lo que de por sí puede ser un punto fuerte o un débil. Para un servidor se queda algo corto, pero entiendo que hay muchísimos clientes potenciales que quizás, por desconocimiento, se estén pensando en comprar un smartwatch.
  • Notificaciones sin (casi) interacción: Quitando llamadas, SMS, datos de salud y WhatsApp, la mayoría de notificaciones son eso, simples notificaciones sin casi posibilidad de resolución a no ser que saquemos el móvil del bolsillo.

¿Me he dejado algo? Por aquí me tiene para resolver cualquier duda.

 

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El Pebble Time lo he comprado en Amazon por 101,62€ (ES/creo recordar que a mi me salió unos euros más caro) con el dinero recaudado por la Comunidad, y será sorteado estos días entre todos los miembros.

Si le gustaría ver más de estos tutoriales y análisis por aquí. Si el contenido que realizo le sirve en su día a día, piense si merece la pena invitarme a lo que vale un café, aunque sea digitalmente.

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