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El caso es que es un tema bastante socorrido entre aquellos que me conocen soltar el típico: “Joder Pablo, yo ‘de mayor’ quiero ser como tú”, en referencia al trabajo que tengo y por tanto al estilo de vida que me permite llevar (mucho viaje, flexibilidad horaria, siempre metido en algún proyecto interesante). Y mi respuesta es siempre la misma:


Está en tu mano. Simplemente hay que querer hacerlo.

Y lo digo además a sabiendas de que es una verdad como un templo.

Ya lo he contado en más de una ocasión. No creo que sea una persona muy inteligente. Pero si de algo puedo estar orgulloso, es de ser alguien muy pero que muy constante. Y siendo constante se consiguen más cosas que siendo inteligente.

Llevo con este blog casi seis años. Seis años escribiendo prácticamente a diario, y compaginándolo con asistencia a eventos, con formación oficial y especializada, y con muchas, muchas horas de investigación. Intentando siempre que me es posible aportar más de lo que me han dado. Metiéndome en jaleos, probando cosas, fallando y aprendiendo.

A lo largo de mi carrera profesional he visto como compañeros que podía considerar más inteligentes que yo se iban quedando atrás simplemente por falta de constancia. Porque quien ríe el último no es el que ha llegado primero, sino el que ha sabido llegar.

Y esto, amigo mío, hoy en día pasa ineludiblemente por tener una presencia digital.

Sin presencia digital no eres nadie

Es la base de cualquier negocio en la era que nos ha tocado vivir. Y sí, por negocio también incluyo tu perfil profesional, ya que por si no te has dado cuenta, estamos en la era de la marca personal.


Seguro que alguna de estas situaciones la has vivido con anterioridad:

Conoces a alguien en un evento o en el trabajo. Te quedas con su tarjeta, y al llegar a casa lo buscas en Google para agregarlo a LinkedIn, o aunque sea, para sacar su foto y actualizar la agenda. ¡Pero no está!

Te llega una nueva solicitud en LinkedIn de un perfil… ¡sin foto! O con el nombre de una empresa y un logo…

Ese que te pide trabajo desde un correo tan profesional como [email protected] o [email protected].

Vas a comprar un producto, pero la empresa que lo vende no aparece en Internet.

Quieres saber qué locales hay cerca de un barrio para salir de fiesta/disfrutar de una experiencia/comprar un producto.

En todos estos casos el corolario es semejante. Que una persona o negocio no esté en Internet da qué pensar. O peor aún, se vuelve invisible para todos aquellos que antes de tomar una decisión consultamos alternativas en la red. Gente de recursos humanos incluidos, por cierto. Más si cabe con aquellos que pertenecen a la industria, que esto sí que es de traca… (¿me vendes que eres informático y ni siquiera hay información tuya en la red?).


Si esa persona no se ha tomado, aunque sea una tarde, a mejorar su presencia digital, ¿qué hará si el día de mañana trabajamos juntos?, o ¿qué puedo esperar del servicio o producto que me ofrece?

¿Cómo puedo tomarme en serio una oferta de alguien si este alguien no ha cuidado tan siquiera el escaparate que muestra a sus potenciales empleadores/stakeholders/clientes?

Empieza ya con tu presencia digital

Es que no quiero que [Google, o Facebook, o el gobierno, o los alienígenas, o vete tú a saber quién], sepa más de mi de lo que ya saben.

Me ha soltado más de uno últimamente. Y me parece genial.

Pero es que no tener controlada nuestra presencia digital es, como ya he explicado en más de una ocasión, exponerse a que cuando alguien hable de nosotros eso sea lo primero que vea todo el mundo. Y créeme, que si hablan de nosotros, normalmente no es para nada bueno (supuestas multas asociadas a nuestro nombre y apellidos, estar en una lista de morosos…).

Que, de hecho, la mejor estrategia para “desaparecer de Internet” no pasa por no estar, sino por estar con información tergiversada que nosotros controlemos.

Y lo mejor de todo es que tener presencia en la Red está al alcance de cualquiera.


  • Crearse una cuenta de Facebook, aunque sea para stalkear a amigos de la infancia de vez en cuando, se hace en 10 minutos. Una cuenta de Twitter, un perfil en LinkedIN… Con que le dediquemos una tarde a tener una presencia mínima, y nos comprometamos a, de vez en cuando (¿media hora cada semana?), publicar algo, es más que suficiente para que aunque sea, tengamos controlados los primeros enlaces que Google muestra sobre nosotros.
  • ¿Que estamos buscando trabajo y queremos diferenciarnos de los cientos de CVs semejantes que van a recibir las empresas? ¿Que tenemos un negocio y queremos diferenciarnos de los cientos de negocios semejantes que hay en nuestra localidad? Por unos 12 euros al año (¡al año!) podemos contratar un dominio, lo que de paso nos va a permitir tener un correo personalizado mucho más profesional (por favor, deja de usar correos genéricos para temas profesionales). Y por apenas 3 euros al mes tienes opciones en el mercado que te ofrecen servidores cloud y/o hosting (36 miseros euros al año). Esto es todo lo que vamos a necesitar para dejar de ser vagabundos digitales. Para tener nuestra propia casa, nuestro escaparate.

¿Qué necesitas saber para montar tu página?

Sobre la elección del servidor o hosting:

  • Si éste ofrece copias de seguridad: Porque en algún momento algo puede salir mal, y vale más que para entonces tengas la opción de recuperar tus archivos. Algunos proveedores ofrecen también la creación de snapshots, como es el caso de clouding.io (ES), y esto permite recuperar una versión anterior de todo el contenido (no solo parte del mismo), o si fuera necesario, replicarlo en otro servidor (por si buscas minimizar el impacto ante posibles caídas del servicio).
  • La escalabilidad: Aunque al principio no parezca algo importante, debes tener en cuenta que si el día de mañana el proyecto crece lo mismo la versión más económica se queda corta. Y en ese momento, conviene haber apostado por un proveedor que cuente con suficiente escalabilidad en sus planes. Yo no lo hice, y desde entonces he tenido que cambiar tres veces de servidor, lo cual ya te adelanto que es una putada incluso para alguien que, sin ser administrador de sistemas, entiende un poco del asunto. De un tiempo para acá se han puesto muy de moda los servidores cloud, ya que ofrecen lo bueno de los servidores (eres tú quien gestiona los recursos del hardware) pero con la capacidad de escalabilidad del software (como pagas por consumo, puedes definirlo para que tire de tanta RAM, y si lo viera necesario, aumente para cubrir picos esporádicos de tráfico) y la privacidad (aunque realmente esté compartiendo espacio, todo corre en un sandbox propio que te asegura acceso exclusivo según los recursos contratados).

Y si no tenemos conocimientos para montar la web (con CMSs como WordPress cada vez es más intuitivo), siempre podemos recurrir a un profesional.

He llegado a implementar desde cero webs sencillitas en un mes por apenas 600 euros. Y por 250 euros/mes puedo ayudarte con la presencia digital, aprovechando el plan de mecenazgo (ES) que sacamos a principios de este año.

Eso, o bien apostar por puntos medios como son las plataformas as a service de WP.com (ES) o de Blogger (ES).

Se diseña una página, se mete algo de contenido, y al menos tendremos presencia. Que cuando un posible empleador/cliente/stakeholder nos busque, se encuentre una serie de enlaces a lo que ofrecemos, de forma clara y directa, como hace un servidor en la página de Consultoría de Presencia y Reputación online.

Que esa persona tenga además un formulario de contacto, o en su defecto, un email corporativo/número de teléfono con el que comunicarse. Que parezcamos humanos (de ahí que siempre es recomendable una página del tipo “Quien soy“), y además, profesionales.

Si además tenemos algo de portfolio, o una serie de productos o servicios a enseñar, mejor que mejor.

Fíjate que no te estoy pidiendo que tengas un blog y actualices semanalmente. Sería perfecto, pero soy consciente de que la mayoría no estáis por la labor. Pero unos tweets semanales, acompañados de un portal donde expliquemos a qué nos dedicamos, ¿es pedir demasiado?

La cuestión es estar y saber estar. Que cuando te busque, me salga algo que vaya de la mano de lo que me estás ofertando.

En serio, hace unos años era recomendable. Ahora es obligatorio. No estar genera una sensación de dejadez terrible en la otra persona. Y para colmo nos hace invisibles a cada vez un mayor número de potenciales ofertas. Justo lo que deberíamos evitar a nivel profesional, que lo suyo es que tengamos nosotros la última palabra.

Espero que te sirva esta pieza para tomar acción hoy mismo. Por mi parte, estoy disponible para cualquier consulta.

consultoria Presencia en Internet

Y tranquilo/a, que preguntar (y responder) es gratis :).