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Negocios Seguros
Ponte en la situación.
Alguien te escribe un buen día amenazándote de que tiene contenido privado y sensible sobre tu persona, y que lo hará público a tus amigos y familiares si no pasas por el aro.
Seguridad
Una situación que, de hecho, pasó recientemente una cliente nuestra, y sobre lo que escribí en su día una pieza al respecto.
Pues bien, en un entorno tan terriblemente expuesto como es el actual, el que alguien publique ese contenido en redes como Facebook o Instagram y etiquete a tus conocidos, permite a los cibercriminales generar mucha presión sobre sus víctimas con apenas dedicar recursos y tiempo.
Le puedes joder literalmente la vida a una persona en unos pocos minutos teniendo ese contenido, y sobre todo, ningún escrúpulo.
Bajo esta premisa, Facebook sacaba recientemente un programa piloto que denomina «Nunca sin mi consentimiento» (ES), y cuyo funcionamiento es el siguiente:
- Una persona te dice que puede publicar fotos o vídeos en Facebook o Instagram.
- Al instante, puedes contactar con el servicio de ayuda de Facebook.
- A través de las organizaciones benéficas, puedes ver si cumples son los criterios, y ellas harán un acuerdo de confidencialidad para continuar con el proceso.
- Llenas el formulario con nombre, enlace de perfil de Facebook, dirección de correo electrónica y cualquier otra información relevante.
- Al enviar el formulario a Facebook, ellos enviarán un correo electrónico con un enlace para que puedas subir las imágenes y vídeos que pueden ser publicados por terceros en la app.
- Luego, un pequeño equipo de Facebook se encarga de verificar el contenido en un plazo de 48 horas y la tecnología de reconocimiento podrá tener la información necesaria para borrar el contenido si este llega a ser publicado.
Todo gracias, como decía, al sistema de reconocimiento de sus algoritmos, que intentarán encontrar vídeos o imágenes semejantes.
Un servicio semejante, en todo caso, al que ya desde hace unos años ofrece la red de Zuckerberg para avisarte si encuentra fotos en las que apareces pero no te han etiquetado, y del cual ya hablamos largo y tendido en su momento.
Algo a todas luces positivo para todos nosotros.
¿Cuál es el problema?
Pues como no, un problema de confianza.
Precisamente Facebook es el ejemplo perfecto de empresa tecnológica en la que no podemos depositar nuestra confianza.
No es la primera vez, y lamentablemente no será la última, en la que, a priori, unos datos que nos pide únicamente para fines de seguridad (como sería el caso con esa fotos y vídeos que nosotros debemos subir para identificar posibles filtraciones) acaban siendo usados para engordar el negocio de la compañía.
Llegó a pasar incluso con el número de teléfono que poníamos como segundo factor de autenticación, maldita sea…
No me quiero ni imaginar lo que harán con contenido sensible…
Y esto, como ya dije en su día, es un problema de muy difícil solución.
Un camino del que no hay vuelta atrás, lamentablemente.
Si Facebook sigue donde está es, precisamente, gracias a esa estrategia agresiva de compra o clonado de posibles competidores capaces de, en un futuro, hacerle sombra. Pero no porque en efecto esté ofreciendo algo diferencial, o la gente sienta que está recibiendo un gran servicio.
Que lo único que tiene a su favor es ser, de facto, el monopolio de social media de Internet.
Algo que lo mismo consigue mantener una o dos décadas más, pero que tarde o temprano perderá. Por muchos servicios friendly que se saque de la manga.
Por el simple hecho de que siempre ha primado el negocio por encima de la confianza. Cuando la confianza es, de hecho, el intangible más importante de cualquier negocio.
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