El viernes publicaba un artículo intentando explicar el cambio que supone pasar de un entorno de contextualidad figurada a otro de asistencia inteligente, a colación de lo presentado en este último Google I/O.
En la explicación, hacía hincapié en la poca trascendencia que tendrá de aquí en adelante el hardware, habida cuenta de que el verdadero valor viene ya dado por una serie de tecnologías que podemos considerar invisibles y omnipresentes.
Esa tercera fase de la que hablaba en el artículo que se irá materializando en varios frentes, y uno de ellos es, de hecho, el de la licuidad del propio sistema operativo (ejemplificado en este caso en Android y ChromeOS, por tratarse de Google), acabando por desdibujar la idea que tenemos hoy en día de lo que es y de lo que no es el propio SO.
Y es un paso que empieza a cobrar sentido cuando miras desde arriba varias de las presentaciones que la compañía realizaba en este último evento para desarrolladores.
Las aplicaciones como elementos modulares (y multiplataforma)
La primera parada debe ser en las Android Instant Apps (EN).
La idea es que dejemos de pensar en una aplicación como un programa único que encierra toda la funcionalidad que el desarrollador desea ofrecer a sus clientes, y pasemos a otro escenario en el que una aplicación no es más que una serie de módulos interconectados que ofrecen una o varias funcionalidades según la necesidad real del usuario en ese momento específico.
Todo sin tener que instalar la aplicación entera, ya que seamos sinceros, no todos los fines de semana necesitamos buscar un hotel.
Las aplicaciones de Android Instant Apps son infinitas, y todas apuntan a ese mismo escenario en el que los límites no vienen dados por el propio hardware (almacenamiento, RAM,…), sino por la flexibilidad de un sistema operativo adaptativo, asistente.
Si al final llegamos a poder separar la lógica del SO de la de las aplicaciones (como ha ocurrido, de hecho, en el mundo web), nos encontramos con un entorno mucho más enriquecido, con un ChromeOS compatible con apps de Android (EN), y quien sabe, con una suerte de virtualización para que éstas puedan ser abiertas en un futuro indistintamente del SO en el que estemos.
Desde el punto de vista de Google, el movimiento es magistral. Ya hemos hablado en más de una ocasión del problema que supone para la compañía los jardines vallados de las aplicaciones, y que ha ido corrigiendo con varios movimientos (el último, por cierto, sacar uno de los mejores teclados para iOS (ES)). Cortando en varios trozos las apps y permitiendo su indexado profundo, Google tiene acceso a esa información que antes se le escapaba.
Desde el punto de vista del desarrollador hay una de cal y otra de arena. Para el grueso de desarrolladores, la propuesta es verdaderamente revolucionaria. Se promete que con unos pocos cambios, podamos “atacar” a todo ese mercado de usuarios que seguramente no tienen pensado bajarse nuestras apps, pero que para un momento específico, sí les interesaría utilizarlas.
Hablamos de ofrecer una especie de demo totalmente funcional justo cuando ese usuario más lo requiere (para solucionar un problema), lo que hará que posiblemente alguno de todos ellos acaben por convencerse de que precisa tenerla instalada (o al menos, hemos obtenido un cliente que hasta ahora se nos escapaba).
En el otro lado encontramos a los grandes (Facebook, Twitter y compañía), y aquí el problema no es que en efecto Android Instant Apps sea aún más valioso para su negocio. El problema radica en que es abrirle la puerta a Google, a su competencia.
Una contextualidad nativa
El año pasado vivimos una verdadera fiebre por la contextualidad. Y no era para menos, ya que la propuesta, aunque limitada, ha sido un completo acierto.
El que sea la tecnología la que intenta adaptarse a nosotros, y no al revés, es una necesidad si queremos que algún día estas herramientas sean realmente útiles para sociedad. Más de lo que son ahora, me refiero.
El siguiente paso en esta guerra viene dado por API Awareness (EN), que hace uso de la hora, de la latitud y longitud, del lugar en el que estemos, actividad de qué estemos realizando, de la presencia o no de auriculares, del clima y de beacons o dispositivos identificables cercanos, para ofrecer contextualidad en los desarrollos.
Nada que no ofrecieran ya algunas aplicaciones y ROMs específicas, pero ahora gestionado desde el propio sistema operativo, y lo más importante, utilizando la inteligencia de Google.
Una contextualidad que no se queda únicamente en lo obvio (por ejemplo, que al conectar unos cascos, empiece a reproducirse la música local, la radio o el Spotify), sino que apuntaría a ofrecer lo más adecuado para ese usuario específico en el momento oportuno, intentando adelantarse a las necesidades que pudiera tener.
Se me ocurre entonces que quizás Google Maps cargara en segundo plano la búsqueda del trayecto que el usuario seguramente tenga que hacer dentro de unos minutos para que cuando este consulte el smartphone, ya esté todo calculado, o que realice una descarga en local de los podcast justo antes de las 9, que es la hora en la que este mismo usuario sale de casa.
Todo ya programable hoy en día, pero en este caso, realizado por la propia inteligencia de Google, que explotaría de esta manera la información que ya dispone de los hábitos del usuario, automatizando tareas en aplicaciones que hayan habilitado Awareness.
Un Google omnipresente e invisible
Lo comentaba hace un rato, y me parece oportuno dejarle su espacio. El aspecto negativo de toda esta revolución tecnológica es que acaba por desdibujar el conocimiento que una empresa con ánimo de lucro como Google tiene de cada uno de nosotros.
hoy en día ya resulta prácticamente imposible que la compañía no tenga un registro identificativo de nosotros, pese a que incluso ni siquiera tengamos cuenta creada, ni usemos Android, ni Chrome, ni Youtube ni el propio buscador.
Como demostraban recientemente con el que se ha considerado el “censo digital” más grande del mundo (EN), el 70% de las páginas cuentan con Google Analytics, y el 50% con DoubleClick, dos servicios de monitorización de la compañía.
Es más, los cinco scripts más encontrados en la red son TODOS de propiedad de Google.
Una monitorización que recalco, se hace sin intermediación de trabajadores de la compañía (no hay nadie de Google con la capacidad de analizar personal y unilateralmente esos datos), pero que generan, debido a las limitaciones humanas e informáticas, situaciones que podríamos considerar verdaderamente nocivas para la sociedad:
- La universidad de Carnie Mellon demostró hace ya unos años con la herramienta AdFisher que la segmentación que la compañía ofrecía a los anunciantes podría estar incentivando desigualdades sociales, como era el hecho de dirigir demandas de trabajo directivo específicamente a perfiles varones (EN).
- Sin olvidarnos del uso que ha tenido históricamente este tipo de segmentación para ámbitos tales como la difusión de campañas de malvertising o incluso la vigilancia masiva llevada por agencias como la NSA.
Que Google como compañía esté interesada únicamente en sacar partido económico a los datos que ya tiene de cada uno de nosotros, anteponiendo su propio negocio (la confianza que depositemos en sus servicios) a intereses políticos o negocios considerados ilegales, no significa que no esté colaborando, aunque sea de manera totalmente involuntaria, a la proliferación de este tipo de acciones.
Ya sabe: El verdadero debate sobre la privacidad no es el que piensa, sino el que está por detrás, acechando.
E aquí el mayor problema de como se estructura android e ios, todo requiere una aplicación, desde el pc tenemos asumido que podemos hacerlo desde el navegador y desde el móvil tiene que ser una app, aunque la usemos una vez al año… Seamos sinceros…. ¿a qué mente pensante se le ocurre algo que en un pc sería totalmente inaceptable? (al menos hasta que se acepte lo suficientemente en un movil) ¿Qué intereses pueden tener?
La ideosincrasia de la web ha sido corrompida por la unión de google y apple para desbancar, por un lado a nokia y por el otro a microsoft, a la par de impedir que otros posibles participantes reclamen una parte del pastel. No se hasta que punto son efectos laterales u objetivos el resto de efectos derivados de tener un app en vez de usar la web, desde luego, el que acaba sufriendo en sus carnes el hecho de tener demasiadas apps que no necesita y que le han obligado a instalar es el usuario, teniendo el dispositivo lleno de apps que no pueden actualizarse por que no hay espacio…
¿Y que hace google con todos esos datos? Todo un misterio, pero lo que si que sabemos que va haciendo es archivar y archivar datos, pues aunque hoy no sepa que hacer con ello, mañana igual es justo lo que necesitaba.
También ten en cuenta que el mundo app triunfó porque en relación ventajas/desventajas era considerablemente superior al mundo web. Que conformé fue avanzando el asunto, las apps se volvieron de facto un instrumento mucho más cómodo que intentar entrar en la web.
¿Es esto un hecho per sé, o quizás una consecuencia del interés de la industria por centralizar la experiencia de consumo? Habrá un poco de todo. Eso seguro.
Siempre hay una o múltiples razones. Apple y Android apoyaron de inicio el uso de apps para poder excluir a otros competidores. En época en la que Microsoft caía en picado y con el rio revuelto, no era momento para ganancia de pescadores. Muchas aplicaciones podrían perfectamente ser un acceso directo a la web que ofrece el servicio, y estaría aplicando la seguridad que proporcione el navegador, mucho más alta que los navegadores que algunas aplicaciones utilizan con el mismo propósito.
Estoy de acuerdo que una aplicación puede en determinadas circunstancias aportar un valor que quizás el navegador no, pero el abuso de las apps no tiene ningún sentido. El sistema operativo no es capaz de gestionarlas adecuadamente y consumen todo el espacio disponible, no se pueden instalar en la tarjeta, generan ficheros temporales, cache, tienen acceso a recursos del sistema que no deberían, se arrancan cuando les apetece (cerrando las aplicaciones que el usuario abre voluntariamente) y, en general, la seguridad que aportan son más bien un agujero, por no decir que cuando el usuario se cansa de usarlas, ahí siguen, consumiendo espacio, ejecutándose en segundo plano haciendo a saber que y con los agujeros de seguridad activos y preparados para ser explotados…
Pues sí. Pero fíjate que parte de tu discurso lo podemos trasladar al mundo web. La seguridad web, más en entornos móviles, es compleja de afrontar, ya que los recursos son limitados, y por un hecho inefable: que mientras una app opera con APIs nativas, una web tiene que operar con APIs del navegador, ergo otro paso más (que puede a su vez ser beneficioso por el efecto sandbox, o perjudicial por el consumo de recursos y tal…).
Viendo las características de los dispositivos móviles, comparado con apenas años en potencia con los ordenadores de sobremesa, me parece que hablar en muchos casos de “recursos limitados” es casi exagerar. Quizás la forma en que gestionan dichos recursos es lo que nos hace pensar que son limitados.
Pero independientemente de los recursos, el depender de aplicaciones independientes, tiene muchos otros problemas. Para mi la forma más clara de exponerlo es que nadie en su sano juicio hoy en día aceptaría instalar una aplicación en su ordenador para cada web que quiera navegar (no digamos aquellas webs que tienen varias aplicaciones) Lo lógico es extrapolar lo que tenemos al nuevo paradigma y limitar a instalar aplicaciones cuando realmente sea necesario.
hoy en día, tal y como está la seguridad, cada vez veo menos lógico y más peligroso el tener aplicaciones de desarrolladores con intenciones oscuras o no, o si les han enchufado algo… El mantenimiento de muchas de ellas es nulo, en otros casos es una chapuza… Eso unido a lo que decía antes, de consumo de recursos. Al final, los errores / fallos, se van sumando y empeorando, es decir, que la aplicación instalada puede en realidad rendir peor que si lo hiciésemos a través del navegador
Un ejemplo curioso para mi es utilizar el Facebook por web o por App. Yo lo uso desde el navegador, y, aunque el chat no lo uso, no veo diferencia a utilizar un App, perdón si, la veo cuando algunos compañeros me dicen que su App está consumiendo un giga de cache y que si la borran corren el riesgo de que la siguiente vez que la abran, si no están con cobertura wifi, no saben si se les zampará la tarifa de datos.
La verdad es que sí. Y de ahí que la tendencia sea precisamente a cada vez instalar menos apps.
El mercado está madurando, y eso trae consecuencias que en este caso podríamos, como bien dices, considerar positivas.
A ver si es verdad, por que esa tendencia es la evolución lógica