Busquedas algoritmo recomendacion

El negocio de Google es la publicidad.


Hasta ahí todos estaremos de acuerdo.

Y voy a lanzar otra obviedad: para vivir de la publicidad, necesitas plataformas de uso masivo.

Es decir, la publicidad, por sí sola, no sirve de nada.

  • Meta vive de la publicidad… porque tiene WhatsApp, Instagram, Messenger y Facebook como plataformas con millones de usuarios, que consumen a diario el contenido que terceros publican en ella, y de paso, entre publicación y publicación, Meta les mete los formatos publicitarios, cobrando a los anunciantes por mostrar sus anuncios a esa audiencia.
  • Y con Google pasa exactamente lo mismo. Google tiene Android, Play Store, GMAil, Google Calendar… y Google Search como plataformas con un uso masivo por parte del usuario, que consume ahí el contenido generado por terceros, y entre contenido y contenido puede meter formatos publicitarios, cobrando a los anunciantes por mostrar sus anuncios a esa audiencia en particular.

¿Ves alguna similitud?

Pues que en ambos casos hablamos de plataformas donde la producción de contenido está en manos de terceros. De los creadores de contenido. De los influencers. De los gilipollas que pasamos horas escribiendo o grabando en Internet.

El Santo Grial de la Web 2.0, de hecho, y de todo el negocio que se ha montado alrededor de la sociabilidad digital. Que sea el propio usuario productor y consumidor de contenido. La empresa pone la plataforma, y ya luego la comunidad se encarga de llenarla de cosas que ver.

El propio sino de un buscador es precisamente ese: el arrojar los mejores resultados para una búsqueda en particular. Mejores resultados entre una base de datos de millones de contenidos de terceros. Ya sea en las búsquedas en Internet con Google, ya sea entre vídeos con Youtube, ya sea entre emails con GMail.


Y ahí entra la problemática, porque… ¿qué consideramos un buen resultado?

Y peor aún: ¿Cómo clasificamos los resultados?

Porque al final el usuario lo que quiere es un listado ordenado de más interesante a (presumiblemente) menos. Pero claro, hablamos de algo tan subjetivo como es la intencionalidad y la calidad de un contenido… en un universo de millones de contenidos diferentes que no para de crecer.

Es ahí donde está la chicha del pastel: ¿Cómo clasificamos los resultados para que sean interesantes para la audiencia, generen negocio para la empresa, y además se sientan justos para los productores de contenido?

El justo equilibrio entre calidad, negocio y reparto equitativo de ingresos entre creadores de contenido

Diría que hoy en día hay una plataforma que parece haber encontrado El Dorado, y esa no es otra que TikTok.

Su algoritmo de recomendación tiene la dosis justa de aleatoriedad (necesaria para que los creadores de contenido vean potencial de crecimiento en la plataforma, y por tanto tengan interés en apostar por ella, y para que los usuarios encuentren también alicientes a perder el tiempo dándole al scroll vertical) y la dosis justa de publicidad (necesaria para mantener el negocio a flote).

Claro está que es “fácil” conseguirlo cuando eres la niña mimada del momento, sin una carga histórica como puede tener una Instagram, que debe ajustar su algoritmo a formatos heredados de épocas pasadas, una Facebook en su día creada para estar en contacto con los amigos, y ya ni hablemos de una Google, que tiene “solo” la misión de categorizar todo Internet.


Ya hablamos por aquí de cómo Meta estaba intentando tiktokizarse, y cómo ello le había salido rana precisamente por esa mochila histórica de influencers que ven ese cambio de algoritmo como un riesgo para su negocio, y la semana pasada le toca el turno a Google, que presentaba una evolución de algunos de sus servicios, como Google Maps, Google Lens y las búsquedas, que recuerda muy mucho a TikTok (ES). Vídeos verticales con mucha contextualidad, y bien adobados de una IA capaz de generar resultados de búsqueda a partir de inputs tan variados como el texto (la base del Internet actual) y las imágenes (poner una foto de una pizza junto a un “cerca” para que el buscador entienda que buscas una pizzería).

Frente a esto, o quizás alineado con la misma idea, leía hace unos días la presentación (enlace al final de esta pieza) de una investigación hecha en la Universidad Cornell que aseguraba haber encontrado ese equilibrio con un algoritmo de sistema de clasificación más justo.

A saber, según estos investigadores, la división justa de los resultados se define en base a tres criterios:

  1. El beneficio de cada elemento de estar clasificado en la plataforma es mejor que ser descubierto al azar;
  2. El impacto de ningún elemento, como los ingresos, puede mejorarse fácilmente;
  3. El que ningún elemento obtendría una ventaja al cambiar su clasificación en comparación con otros elementos en una serie de búsquedas. 

Aplicaron su algoritmo a una muestra de datos sintéticos, y otra de datos reales (los de unas búsquedas de Youtube), y parece que han conseguido lo que buscaban.

Unos resultados de búsqueda lo suficientemente aleatorios como para fomentar el descubrimiento y la repartición de ingresos entre los creadores, y lo suficientemente pulidos como para que arrojen resultados interesantes a la búsqueda elegida.

Vaya, algo como lo que tiene ahora mismo TikTok entre manos, solo que desde el ámbito universitario, y por tanto abierto al escrutinio de cualquiera (EN/PDF).

¿Irán los tiros por ahí de aquí en adelante?


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