Pixel C


Hace apenas un mes, a colación del Especial La irrupción tecnológica en el aula (ojo, artículo de larga extensión), mantuve un interesante debate con Javi que puede seguir en este hilo (aviso a navegantes, de todavía más extensión que el Especial).

Hubo tiempo para todo (educación, software libre/privativo, hegemonía de Android frente a la competencia, ceños fruncidos hacia los de Redmond,…), y acabó por írsenos la pinza y abandonando, aunque no fuera premeditado, la que considero era una de las piezas fundamentales de la crítica.

En él, aunque no se dijera literalmente, defendía la superioridad tácita de los sistemas de escritorio para un usuario medio del ámbito académico (bien fuera estudiante, bien fuera profesor). Así, a grandes rasgos, sin pararme a considerar targets específicos como sin duda puede ser un estudiante de primaria o un estudiante de informática. Creo que estaremos todos de acuerdo que obviando el ámbito académico (que también), para el grueso de la sociedad los convertibles y las tablets se prestan a solucionar con buena eficacia casi cualquier necesidad que se tenga.

Y de nuevo recalco que el grueso de la sociedad ni es un servidor, ni presuntamente, a la vista de que me está leyendo, tampoco lo sea usted. Que yo lo tengo (¿tenía?) bien claro hasta hace poco, pero aquí empiezan las dudas.

Estos días mi pareja está buscando un portátil para llevarse a la universidad. Mi antiguo Asus entiendo que no se presta para esos trotes (pesa bastante, y además su batería durará unas 3 horas). Y el mercado está repleto de ultrabooks, bien sea con sistema operativo de escritorio, bien sea con sistema operativo móvil.

¿Cuál de los dos elegir?

Tablet con corazón de ordenador o ordenador con corazón de tablet

Volviendo al tema del Especial, en él compartía una comparativa personal (y seguramente sesgada por mi propia forma de entender la tecnología) en la que posicionaba por delante a los convertibles frente a los tablets. De nuevo pensando en la media de usuarios académicos, y no, como bien me señaló Javi, en los más peques. Y basándome en el propio diseño que estos tienen (enfocados a consumir más que a producir).


Y dentro de convertibles, hacía distinción entre aquellas propuestas de ultrabooks que hacían las veces de tablet (bien fuera quitando el teclado, bien fuera desplazándolo para ocultarlo) y aquellos otros tablets a los que le habían metido un teclado para que funcionaran como portátiles.

Aquí es donde quería llegar.

¿Cuál de las dos posturas es la más acertada?

Si lo miro desde el punto de vista de la tablet convertible, hay varios elementos a considerar:

  • Por un lado, arquitectura ARM, esto es (y en igualdad de oportunidades) menos potencia a cambio de mayor movilidad. A cambio de más autonomía, y generalmente, más fluidez del sistema (que es menos pesado).
  • Experiencia encapsulada en aplicaciones: Y me paro en lo bueno (que para lo malo ya tendré tiempo). Hay focus en un escenario que pretende ser multitarea. Que sí, que ahora tanto iOS como Android ya permite trabajar con dos elementos a la vez, pero en todo caso la simplicidad y la focalización priman, aunque sea por el hecho de primar en el propio desarrollo de un sistema que recordemos, fue creado con estos objetivos.
  • Barrera de entrada más asequible: Tanto por dinero (normalmente) como por usabilidad. Creo que sobra decir que prácticamente cualquiera ya está hecho a una interfaz móvil. No ocurre lo mismo con el escritorio, pese a que llevan más tiempo con nosotros. Y esto, conforme pase el tiempo, se hará cada vez más patente.

Si lo miro desde el punto de vista de ese portátil convertible:

  • Arquitectura x86 o similares, lo que arroja a priori más estabilidad, mayor potencia, a cambio de mayor consumo.
  • Enfocado a la productividad: El entorno de escritorio, pese a no gozar de esa focalización nativa, ofrece un escenario más proclive a la productividad (atajos de teclado, multitarea real, mayor compatibilidad con periféricos,…).
  • Software PROfesional: Salvando honrosas excepciones (la suite Office de Microsoft y el Photoshop de Adobe para ARM están muy pero que muy cerca de sus alternativas en escritorio), el escritorio barre de calle a las aplicaciones de los sistemas operativos móviles.

Es entonces cuando te encuentras con que Apple apuesta por lanzar un iPad Pro, enfocado al entorno profesional, con iOS. Que vale que a nivel estratégico a Apple le interesa que triunfe el ARM (controlan prácticamente toda la cadena, a falta de la producción final, cosa que no ocurre en el escritorio), y que les sirve para diferenciarse (y olvidar el despropósito del Macbook de hace unos meses), pero en todo caso, es una apuesta muy arriesgada.

Hace unas horas, Google hacía lo propio con su nuevo producto de la gama Pixel. El Pixel C (EN), que además de convertible no viene con Chrome OS, sino con Android.

También empiezas a ver cómo iOS9 del iPad Pro vendrá con atajos nativos de teclado (incluso con algún añadido que bien molaría tenerlo en OSX, como esa alerta de qué atajos hay disponibles para la app que tienes activa en ese momento). El tema de la multitarea (que aunque no sea real, a la hora de la verdad ya ofrece una experiencia bastante adecuada) y a la llegada de esas aplicaciones como el Office y el Photoshop, que te hacen preguntarte cuándo llegará el momento en que abandonemos los sistemas operativos de escritorio.


O mejor dicho: Si quieres que llegue ese momento. Y mejor aún, si debería decirle a mi pareja que se compre el dichoso portátil con Android.

Hegemonía del SO móvil frente al escritorio

Con unos procesadores ARM comiéndose cada vez más porcentaje de mercado. Con un grueso de la sociedad acostumbrado a la experiencia de una interfaz móvil, al yugo y focalización del mundo app. Con la inmediatez de sistemas operativos como iOS o Android, quizás al final lo que el mercado demande sea precisamente eso, y no lo otro.

No porque sea mejor (o peor), cuidado. Sino porque el escritorio suena lejano para muchos usuarios, y cada vez suena más al siglo pasado.

La única pieza que hay a favor es esa ampliamente coreada convergencia escritorio-móvil, que al menos por parte de Microsoft y Canonical (si es que llega algún día) parece que vendrá dada por el acercamiento de los dos paradigmas de sistema, pero que no parece seguir el mismo patrón ni en Apple (puramente operativa, con desarrollos distintos) ni en Google (convergencia en experiencia).

¿Habrá sacrificios? Pues claro, y no pocos. Apostar por un escenario móvil es apostar por el compromiso de una comunidad de desarrollo acostumbrada desde hace años en anteponer hasta en el mínimo detalle la simplificación frente a la productividad.

En el mundo app que tenemos en la actualidad, no hay sitio para esos cuatro gatos que nos gusta (bien por frikismo, bien por necesidad, habida cuenta del tiempo que pasamos delante de las pantallas) optimizar la experiencia, buscando atajos y pseudo-programando rutinas que nos facilitan la vida.

Android o iOS son el ejemplo de entornos donde el usuario no tiene el control (unos más que otros, :)). Donde la filosofía clónica no tiene por ahora cabida, y destierra precisamente a esos que en su día fuimos precursores del sector tecnológico.


Que si tiene que ocurrir, como ya dije en su momento, de acuerdo. Pero espero que para entonces ya estemos preparados, y el golpe sea mucho menor que el que encontramos en las propuestas de esta última horneada de dispositivos.

Porque por ahora a un servidor no le quitéis su Windows10, su OS X El Capitán (recién actualizado, olé) y su Ubuntu.

Por lo menos por ahora… ¿Pero para mi pareja, que con la suite office y cuatro cosas más ya es feliz? ¿Que a lo sumo conocerá el CTRL-C/CTRL-V de atajos? ¿Que ni se plantea tocar la configuración por defecto del chisme?

¿Qué me recomienda?