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Google sigue moviendo ficha en ese tenso equilibrio entre ser el principal exponente de la web abierta… y tener el mayor control de Internet.
La última es el anuncio de que en próximas versiones de Chrome, la compañía pretende ofrecer un modo “Nunca Lento” (EN) que restrinja el impacto que tiene sobre los dispositivos de gama baja o con conexiones lentas las páginas más pesadas.
A saber, habrá tamaños máximos tanto para recursos como para peticiones:
Per-image max size: 1MiB
Total image budget: 2MiB
Per-stylesheet max size: 100KiB
Total stylesheet budget: 200KiB
Per-script max size: 50KiB
Total script budget: 500KiB
Per-font max size: 100KiB
Total font budget: 100KiB
Total connection limit: 10
Long-task limit: 200ms
También se tocan algunas funciones, como es el caso de document.write() y el número de peticiones XMLHttpRequests que pueden realizarse simultáneamente.
Lo interesante es que no hablamos de valores absolutos, sino que estos se resetean cada vez que el usuario hace clic o scroll en la web. De esta manera se está forzando la asincronicidad (que únicamente se cargue lo que el usuario está viendo en ese mismo momento, y que conforme vaya bajando se vaya cargando el resto).
Lo que realmente me preocupa de esta decisión no es en sí mismo los cambios. A fin de cuentas, Google ya apostó en su día por impulsar AMP para todos aquellos que navegan desde dispositivos móviles, y creo que el resultado ha sido bastante satisfactorio.
El problema, como decía, no es ese, sino lo que supone, como ya ocurriera con el HTTPs, de cara a la marginación de la web verdaderamente independiente. Aquella que por desconocimiento o por valores no se actualizará a esta nueva realidad, y por ende, dejará de ser accesible para un porcentaje X de la sociedad.
Que esa utópica esperanza de que todo lo que publicamos en la Red queda ahí para siempre se está diluyendo, o al menos, matizando. Una página web estará visible ya no solo mientras el administrador pague el dominio y el servidor donde está alojada, sino además que siga cumpliendo con los paulatinos cambios de estándares.
Y ya no hablamos solo de esa pérdida de visibilidad que supone no hacerle caso a los cambios a nivel de PageRank en el buscador mayoritario occidental. Sino que la propia base tecnológica cambia cada vez más rápido, y eso requiere de un nivel de actualización que, como recalco, quizás deje de lado a aquellos proyectos con menores recursos y/o conocimientos.
Una marginación que se siente, al menos para los profanos, totalmente opaca. Paulatinamente perderán visibilidad, tanto por la pérdida de posicionamiento como por las limitaciones técnicas, pese a que quizás lo mismo su contenido, que recalco debería ser lo más importante, sea de lo mejorcito.
En fin, que simplemente quería dejar esta reflexión por aquí. Los cambios vienen bien, qué duda cabe. Y seguramente acaben teniendo un impacto positivo justo para aquel porcentaje de la sociedad que más lo necesita (los que no cuentan con dispositivos de última generación).
Pero movimientos como estos suponen también aumentar las ya de por sí desmesuradas barreras de entrada a la producción de contenido en la red. Y suponen, de facto, una carga cada vez más grande que deben afrontar los que en su día se han subido a este carro, con el coste que ello conlleva.
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