Acaba de llegar a uno de los artículos más importantes de este año. No porque lo escriba un servidor, que ya ve usted, sino por el contenido, y en especial, por esa gráfica tan diminuta que acompaña al texto. Dele unos minutos, agrande la imagen (si es que puede), y piérdase entre sus curvas. Tómese su tiempo.
Forma parte del estudio Hype Cicle for Emerging Technologies (EN) que cada año libera Gartner. Un estudio muy interesante, ya que mete en la misma ecuación las tendencias tecnológicas y las expectativas que en la sociedad levantan, dos variables que aunque parezcan distantes ofrecen una panorámica muy pero que muy acertada para el análisis de tendencias tecnológicas.
Y la mochila histórica los avala, ya que según el ciclo de expectativa (de hype, a fin de cuentas), podemos conocer el estado de maduración de una tecnología y cuándo esta empieza a ser rentable en el mercado.
De esta manera, podemos definir varias etapas por las que la mayoría de tecnologías acabarán pasando, y que dan como resultado esta especie de campana de Gauss tan molona llamada Ciclo de Sobreexpectación, acuñado por la misma firma del estudio:
- Lanzamiento: Encontraremos aquí aquellas tecnologías aún muy jóvenes, que la mayoría de la sociedad desconoce, y a las que se calcula suele faltarles entre cinco y diez años. Por supuesto esto no es un estándar, pero durante este ciclo, las tecnologías empiezan a saltar a la opinión pública y van poco a poco adquiriendo una reputación que dista bastante de los beneficios reales que acabará por ofrecer. Encontramos aquí la computación cuántica (¿cuánto tiempo llevamos oyendo hablar de ella?), la casa conectada (la real, no un par de electrodomésticos lanzando tweets) o la seguridad digital (ni comentarios hago 😀). Tecnologías destinadas a formar parte de los laboratorios de I+D de esas grandes empresas, con un ROI a largo plazo.
- Pico de expectativas sobredimensionadas: Pasamos de esa tecnología aún en pañales, al bombo que acaba por darse en los medios, levantando un hype considerable y que por lo general termina en fracaso. Ni era tan útil ni tan bonito como nos lo pintaban. Me alegro que hayan metido en esta fase las interfaces de los wearables (casi habría que haber metido los wearables en sí), el IoT (al cual está claro que le falta estandarización de protocolos de comunicación para ser verdaderamente útil) y los asistentes de voz natural (que nos guste o no, siguen dejando aún mucho que desear). Son tecnologías que apuntan maneras, pero necesitan caer en desgracia y darles tiempo para llegar a ser verdaderamente útiles.
- Abismo de desilusión: El nombre lo dice todo. Después de esa expectación levantada, nos llegan los primeros dispositivos, y nos queda cara de poker ¿De verdad solo sirven para esto? ¿Acaso nadie ha pensado en incluirle una interacción más humana? El NFC (que venía a terminar con el bluetooth y cualquier otra tecnología de comunicación de contacto), el BigData (¡Ay Dios!, ¿y ahora que hago con tantos datos?) o la realidad aumentada (que solo nos está sirviendo para mostrar un par de elementos contextuales que algún
desgraciadoearly adopter ha dejado por la calle) son algunos de los ejemplos mencionados. - Rampa de consolidación: Hete aquí donde toda tecnología quiere llegar. Perdido ya el interés de los medios (y de buena parte de la sociedad) por estas tecnologías, y con tiempo suficiente y menos presiones para sacarlas adelante, las compañías siguen realizando mejoras iterativas hasta dar con herramientas verdaderamente útiles. Es el caso en nuestros días de la impresión 3D, que lleva«a puntito de salir» tranquilamente diez o quince años, y no es hasta ahora que empezamos a ver atisbos de democratización en su uso (ya no solo en la industria, sino incluso para particulares).
- Meseta de productividad: Hablamos de tecnologías que ya están en el mercado y que se pueden contrastar fácilmente. Tecnologías a fin de cuentas rentables, que pueden estar más o menos altas según su ámbito de mercado (tecnologías de nicho o generalistas). Gartner señala el reconocimiento del habla, uno de los campos que más impulso tuvo durante los últimos años, y que no es hasta ahora que se ve trasladado con cierto acierto.
Como esto no es blanco o negro, dejo por ahí mis dudas sobre si la gamificación debería estar en el abismo de desilusión o más bien en la rampa de consolidación. Creo bajo mi humilde punto de vista que ha perdido el interés suficiente y está demostrando su valor (en educación, en metodologías de trabajo, en videojuegos,…) como para que aún se le considere poco madura en el mercado.
Pero a grosso modo me ha encantado la distribución, y va muy acorde con mis propias deducciones. Por supuesto, un servidor no hubiera señalado tantas tecnologías (para eso Gartner tiene varios cientos de analistas en plantilla), pero si me hubiera planteado dibujar la gráfica a mi manera, habríamos coincidido en la mayoría, lo cual constata que el ojo lo sigo teniendo fino (por ahora…).
Bueno, en general bastante de acuerdo. con Gartner, que no contigo en un solo punto.
La Gamificacion yo la pondría en «Pico de expectativas sobredimensionadas – y mucho» y sobre los Wearables e IoT, les falta madurar, pero son el futuro y el paso previo a la interoperatividad real. Eso si, cada vez que veo unas Glass se queda corto el termino sobredimensionado o muy lejos el util, y cada vez que veo un wearable pienso «Que ganas de que la gente consuma y ser el primero en vender» (le falta maduración).
Buen post
Totalmente de acuerdo respecto a los Wearables, y gracias por la matización sobre la gamificación, Fares.
Lo cierto es que un servidor, que seguramente acabe comprando el Moto365 en cuanto salga, sabe muy bien que le llegará y acabará desilusionado. hoy en día ofrecen poco más que un modo de leer algunas notificaciones (que no todas) sin tener que sacar el móvil. Y poco más.
Pero oye, les veo potencial, y es de esperar que el sistema operativo vaya incluyendo más funcionalidades (otra cosa será ver hasta qué versión acaban por actualizar esta primera remesa…).
Muy de acuerdo con los dos y enhorabuena por el artículo, Pablo.
Coincido con Pablo, un Smartwatch al final me terminaría un poco por desilusionar (válido para notificaciones) pero, si comparamos el primer iPhone (no hablo del primer Android y, ni siquiera de la primera BlackBerry) con lo que podemos hacer ahora con los Smartphones el salto es impresionante. Eso mismo espero de los Wearables y el IoT. Pero es cierto que tiene un riesgo y es que la gente no lo consuma, no lo saque rendimiento, lo vea solo como algo friki (como las Glasses) y se quede en el pico de expectativas sobre dimensionadas. Por ejemplo, os puedo demostrar que el 90% de la gente NO SABE USAR UN SMARTPHONE… Evidentemente para mí usar y sacarle provecho al Smartphones va mucho más allá de enviar whatsapps/tweets y subir fotos al Facebook. Si ese es el estado de uso de los Smartphones, me preocupa que la tecnología del futuro como el IoT o los wearables no rompan por eso… Pero igualmente estoy convencido de que la evolución tecnológica SIEMPRE encuentra su camino (dejando muchos cadáveres atrás y abriendo la brecha digital). Recordad a Bill Gates en los 80 cuando vaticinó un PC en cada casa y le llamaron loco! ☺
En efecto Eduardo. Pero lo interesante de ese punto que señalas es que por ejemplo en el caso de un smartphone aunque la gente no sepa sacarle todo el provecho sí ha introducido funciones que democratizan su uso.
Con el IoT posiblemente pase lo mismo. Por supuesto, no podemos esperar que la gente acabe usando sensores en casa para obtener conocimiento de sus propios hábitos y optimizar todo el proceso interno de los mismos. Pero tampoco es el objetivo, sino más bien que el usuario siga haciendo su vida y delegue funciones en otros dispositivos que seguramente ofrecerán una postura más acertada basada en la contextualización de los datos que reciben.
Sobre la brecha digital, y en especial la economía del conocimiento, he dedicado varios artículos. Nos afecta y afectará con más intensidad en la socialización, en el trabajo y en definitiva en la vida, y es un tema complicado de abordar ya se puede caer en el fallo de considerar necesario prescindir de otras disciplinas no técnicas que son tanto o más importantes como éstas.
Porque al final el éxito o fracaso de una tecnología no viene dado únicamente de su valor intrínseco, sino de su capacidad para explotarlo en una sociedad analfabeta (tecnológicamente hablando).
Casi es mejor la linea de comentarios que el post, por profundidad claro esta.
El smartphone ha conseguido la «democratización» y el consumo «high end» por lo básico, multimedia y mensajeria, con mucha gente comprando alta gama sin saber que compra, ese es el riesgo del IoT (que, sin dudas, es el futuro, aunque aun no sabemos como). recordemos que MS intento el IoT alla por el 2000 y Apple la Tablet allá por 1998, etc. Cada cosa tiene su momento y su «formato», pero el concepto es claro.
Es tan importante la tecnología como el momento en el que llega. Pones dos ejemplos, pero podríamos poner cientos. De hecho en la propia gráfica se pueden observar.
Seguramente la llegada de los Wearables actuales acabe en fracaso. Y sin embargo, pasados cinco o diez años sean una constante en nuestras vidas.
Es el ciclo básico de vida de una tendencia tecnológica, que hereda buena parte de otros sectores maduros de la industria (el automovilístico, por ejemplo).
Muchas gracias Fares. Y está claro que los comentarios aportan más que la mayoría de artículos. El problema de los blogs en español es que bien sea por nuestra cultura, bien sea por la forma que tenemos de comunicarnos, tendemos a colaborar poco en las páginas de los artículos que leemos.
Eso no quita que la conversación se produzca fuera, normalmente en redes sociales, donde suele haber un debate mucho más interesante.