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Escribía ayer en el blog de SocialBrains un artículo sobre mis impresiones con esta nueva oleada de empresas tecnológicas creando plataformas de consumo de noticias.

Lo vimos con Google, lo vimos con Facebook (ES), y ahora tocaba el turno de Apple (ES).

El corolario que defiendo es básicamente el mismo que en su día defendía con la llegada de las “revistas digitales”: El que son pan para hoy, hambre para mañana.

Con una diferencia que para nada es trivial: Al menos en estas aplicaciones de revistas basadas en algoritmos de recomendación sociales, el dominio final de esa información suele estar en la cabecera de cada medio (estas revistas recuperan, parcial o totalmente, el contenido de la página origen), mientras que las nuevas propuestas giran en torno a que ese contenido se genere directamente en la plataforma.

A fin de cuentas, dependencia, más cuando llegue el momento en el que todas esas ventajas que ahora mismo están ofertando (distribución de contenido a una base de datos que en la mayoría de casos cuenta con millones de potenciales clientes, un sistema muy robusto de analíticas, una lectura hiperoptimizada al dispositivo desde el que se consume, un contenido enriquecido con todas las ventajas que ofrece el medio digital e incluso, como en el caso de Facebook, unos beneficios económicos que no dejan indiferentes a nadie) vayan poco a poco desapareciendo, quedando ese medio de información vendido a los designios de la plataforma.

Esto desde el punto de vista del medio. Desde el del usuario, el problema recurrente de la intermediación: Cada vez se hace más complicado seguir el pulso informativo si no es pasando por los algoritmos de recomendación propietarios de tal o cual empresa.

Y nuevamente, hipotecamos nuestro futuro a los designios de corporaciones que en su día ofrecen la sencillez de adaptar nuestros intereses al contenido que visualizamos, y el día de mañana, como ya ha ocurrido con los buscadores y las redes sociales, acaba por enfocar los intereses de su propio negocio al contenido que visualizamos.


El resultado final, un escenario en el que volvemos a depender de un intermediario (antes fueron los periódicos y los canales de televisión, ahora son las plataformas de recomendación de contenido) que dicta qué debemos y qué no consumir, con el riesgo que ello entraña.

Ya no solo hablamos de burbuja de filtros, sino de tergiversación de la información, y por ende, de una sociedad de control (una sociedad mal informada es una sociedad más fácilmente manipulable).

El milagro (y las consecuencias) de Internet

Como decíamos, pasamos de un escenario en el que los grandes medios de comunicación gestionaban qué información deberíamos y cuál no deberíamos consumir, a otro en el que el acceso a la información se ha democratizado, tanto para el consumidor, como para el productor de contenido.

Y ese es el milagro de Internet: Por primera vez en la historia tenemos al alcance toda la información que necesitemos. Absolutamente toda, siempre y cuando, sepamos utilizar la tecnología (internet) de forma adecuada.

Porque aquí está el truco. Internet democratizó el acceso a la información hasta tal punto que un mal uso de internet lleva asociado ineludiblemente cinco grandes consecuencias, que son precisamente las que estas grandes corporaciones han ondeado para volver al escenario inicial de intermediación agresiva que estamos viviendo.

Si para el usuario tipo le resulta tan difícil acceder a la información que de verdad le aporte, nosotros nos encargamos de que llegue a ella mediante algoritmos de recomendación que estarán influenciados en mayor o menor porcentaje por los intereses del usuario (historial de consultas, profiling de datos obtenidos dentro o fuera de esa plataforma) y los intereses económicos o socio-políticos que tenga la compañía que está detrás.

Así, volvemos a estar supeditados a un ente externo que dicta qué debemos y qué no debemos consumir, y con ello, la plataforma gana un poder aún más valioso que lo que en su día ofreció la industrialización y lo que en su día ofreció el trabajo de la tierra. La plataforma gana el poder de influir en los hábitos, intereses y estados de ánimo del lector, ahora relegado a mero consumidor.


¿Cuáles son las cinco grandes consecuencias de internet, y cómo podemos luchar contra ellas?

  1. Infoxicación: Un entorno tan rico en información necesita como el comer de herramientas de gestión apropiadas. Y la buena noticia es que existen desde hace años. ¿Cuál es la mala? Que requieren de trabajo por parte del usuario, y de la buena capacidad crítica que este se haya trabajado con anterioridad. Así, vemos como un protocolo de consumo de información tan valioso como el RSS queda relegado cada vez con más intensidad a un segundo o tercer plano en favor del consumo dentro de plataformas con protocolos cerrados, que encierran al consumidor dentro de sus muros.
  2. Ruido: Un entorno digital repleto de notificaciones y estímulos externos absurdos e innecesarios no es el mejor para favorecer el consumo reposado y acertado de información. De ahí la importancia de gestionar de forma correcta qué debe ser una notificación (algo que de verdad deba molestarnos en nuestros quehaceres diarios), y de definir bien el espacio y tiempo que destinamos a formarnos informativamente.
  3. Brecha tecnológica: Pese a que las barreras de acceso a la información han bajado radicalmente, se precisa, como mencionábamos anteriormente, conocer los principios que rigen el mundo digital y las herramientas para optimizar el procesado y categorización de la información. Y debido al poco amparo que tiene esta disciplina en los estudios reglados, la mayoría de la sociedad crece siendo analfabeta tecnológica, expuesta a los designios de la tecnología (y no al contrario).
  4. Capacidad de crítica: Aunque no pertenezca únicamente al ámbito digital, esa falta de educación en aptitudes que nos harán enfrentarnos a un entorno informativo hostil hace que la mayoría de la sociedad sea incapaz de decidir por sí misma qué objetivos tiene a la hora de consumir información, y por tanto, acabe por consumir la primera que le llega (que viene filtrada por intereses que quizás no sean los adecuados).
  5. Alteración del valor: Debido a la dificultad para fijar objetivamente el valor de una información, se tiende a cuantificar mediante criterios externos que en algunos casos pasan a ser puramente decisivos. Así, a los ya habituales principios de autoridad (esto es así porque X experto en la materia lo dice), hay que sumar los de presencia (estar en los canales adecuados), de referencia (ser enlazado convenientemente) y de impacto (ser capaz de generar contenidos atractivos), que complican aún más la toma de decisión de qué y qué no debería estar entre nuestras fuentes.

Teniendo presentes estos 5 riesgos de la tecnología, estaremos en la posición adecuada para plantarle cara al sistema. Ser menos dependiente de él, labrándonos nuestro propio camino.

Algo que no solo usted debería hacer, sino también su madre, su hijo, su vecino y sus amigos. Por tanto, hágale un favor a la sociedad, y ayúdeme a llegar a esas personas que quizás a diferencia de usted, todavía no son conscientes del control al que paulatinamente están siendo cada vez más sometidos.