casino online historia

Desde hace años el mundo de los casinos, como el del resto de sectores del entretenimiento, se ha estado reinventado, abrazando y abriéndose a Internet. Es un tema que me llama mucho la atención, porque en cuestión de apenas un par de décadas el modelo de negocio ha pasado de gestionar un negocio puramente presencialista, a otro totalmente ubicuo y digital. Ya no hace falta tener que ir personalmente a un establecimiento para poder apostar, sino, que, desde la comodidad de la casa, oficina o cualquier lugar de preferencia, móvil u ordenador en mano, se puede ingresar a cualquier casino online, o buscar páginas especializadas que puedan darte las mejores opciones de casinos online España (ES) que están disponibles en estos momentos.


Eso sí, hay que tener en cuenta que este cambio no llegó de la noche a la mañana. Han tenido que pasar años y años de evolución, muy pegada a las tendencias y consumo de nuevas tecnologías, para llegar al punto actual, en un sector que, recordemos, mueve muchísimos millones de euros anuales.

Orígenes de los casinos online

Para cualquier emprendedor que haya vivido esta época de transformación digital, sabrá lo complicado que es pasar de un negocio presencial a uno cada vez más puramente online.

El entorno, y la forma de interacción tanto con los clientes como con el resto de la industria es diametralmente distinta.

Tanto es así que no hace tanto que hablar de casinos online era poco más que plantearse “jugársela” con plataformas de muy dudosa credibilidad y confianza, donde no sabías si en efecto había garantías de neutralidad o directamente estabas cayendo en una trampa.

Y es normal, ojo.

Los primeros casinos online se vieron en 1994, en países caribeños como Antigua y Barbuda, unas islas bastante conocidas en esto de montar negocios de los que no quieres dejar mucho rastro. Sin ir más lejos, precisamente en Antigua y Barbuda es donde están actualmente parte de los servidores de Telegram, como explicaba no hace mucho en un artículo.

Pues aquí es donde se legalizaron por primera vez los casinos online, y a falta de una regulación clara en otros países, la desconfianza era el día a día de cualquier interesado en probar este sistema de entretenimiento.


El tiempo pasa y, afortunadamente, hoy en día la mayor parte de países occidentales ya cuentan con una regulación clara, conseguida gracias al crecimiento y a las mejoras en seguridad y calidad de los juegos. En su día expliqué cómo saber si un casino online era o no seguro, pero por resumirlo, en el caso español, es necesario que este casino tenga en su footer un logo de juego seguro que ENLACE a la página del gobierno donde aparece claramente el tipo de licencia que tiene dicha plataforma para operar en el país.

En caso de que no la tenga, no estás cubierto por las garantías del sistema de juego español, y por tanto, ante cualquier potencial problema, no hay ningún organismo que intermedie…

¿Por qué no tuvo un éxito inmediato?

Claro está que llegar hasta aquí no ha sido nada fácil, y la principal razón, obviando el tema puramente regulatorio, era de tinte tecnológico.

Las conexiones a Internet de principios de siglo no eran ni de lejos de uso masivo, y a esto súmale la velocidad y capacidades que tenían los navegadores de por aquel entonces.

Aún recuerdo aquellas conexiones con el router de 56kbs que hacían que cargar un simple foro de texto con alguna imagen fuera cosa de medio minuto, como para plantearse meterse en una sala online junto a unos cuantos decenas de jugadores para en tiempo real procesar, navegador en mano, una partida de póker…

La tecnología estaba ahí, por supuesto, pero como está pasando actualmente con el streaming de videojuegos, y pasará probablemente con esos futuros metaversos, es necesario que dichas tecnologías sean masivas y estén al alcance de cualquiera, además de contar con “tuberías” con la suficiente potencia, para que industrias como la del gambling tengan cabida.


Desde que las nuevas generaciones de móviles fueron desarrolladas, los juegos de casinos online vieron un crecimiento desbordado de nuevos usuarios, y esto gracias a que el software que se usaba se especializó en este entorno, aprendiendo de los errores del software de escritorio. La primera empresa que hizo esto se llamaba, por cierto, Microgaming (EN), y fue creada en 1994.

Luego, en 1995, Cryptologic comenzó a crear una forma de transacciones seguras para los usuarios. Y ese mismo año, Microgaming pudo crear el primer casino online en donde se usaba dinero real.

En 1998 los casinos online eran ya algo más conocidos, y Microgaming decidió lanzar al mercado la primera tragaperras progresiva. Esta se llamaba Cash Splash (que ya va por la versión tres, por lo que he podido indagar); y gracias al desarrollo de este software, abrió la veda al resto de la industria.

Para el año del 2000 existían más de 700 casinos online operativos y regulados, pero tenemos que esperar a 2010 para que el social gaming, de la mano de empresas como Zynga o King, y títulos tan masivos como Angry Birds, Candy Crush o Clash Royale más adelante, acabaran por explotar en el grueso de usuarios.

Buscando datos por Internet, solo esta parte de todo el trozo de pastel que conforma el gambling movió en 2018 más de 75 mil millones de dólares (ES), y con una Norteamérica y Europa ya consolidada a nivel de mercado, los ojos de la industria se centran ahora en Asia y Latinoamérica.

¿Qué se puede esperar en un futuro?

Actualmente se están desarrollando nuevas tecnologías que permitirán que los casinos online puedan tener salas de realidad aumentada (ES), con vistas a ese metaverso tan lucrativo que las grandes tecnológicas no paran de mencionar a bombo y platillo.


Esto, curiosamente, cierra un poco el círculo, al intentar trasladar la experiencia completa de jugar en un casino real sin la necesidad de salir de casa.

Que manda narices que el futuro de este sector, como el de parte del entretenimiento digital, vaya alineado con ofrecer lo que antaño teníamos en físico, pero cada uno desde donde quiera.

Una nueva era de sociabilidad digital emulando experiencias físicas… con todo lo que ello supone.


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