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Lo hemos hablado por estos lares en las últimas semanas: La compra de Twitter por parte de Elon Musk está siendo un total caos.
Uno que, ojo, en parte era necesario, como ya comentamos en este otro artículo. Twitter necesita como el comer ser rentable para sobrevivir, y estos últimos años no ha hecho más que perder negocio a la vez de haber crecido internamente de manera alocada.
Sin embargo, el bueno de Elon Musk, que se posicionaba como la salvación a la compañía que todos queríamos ver, no ha hecho más que sumirla en una profunda crisis.
Los despidos masivos (recalco, probablemente necesarios para reconstruir Twitter), unida a esa tozudez de Elon porque todo el mundo entienda el trabajo como él lo entiende (es decir, trabajar media jornada diaria, 12 horas :D, de lunes a domingo, desde la oficina, y si hay que dormir en ella se duerme) está espantando a suficientes trabajadores como para que algunas fuentes internas señalen que quizás, ahora mismo, Twitter tiene un gran problema de estabilidad operativa.
Uno que ya no solo se debe a la estampida de anunciantes (y por tanto de dinero), sino a la integridad de su maquinaria interna. Y es que quizás, en el próximo evento masivo (la SuperBowl, por ejemplo), haya cortes del servicio que puedan durar no minutos, sino horas o incluso días, al no contar con un equipo de IT con experiencia y mínimo para salvaguardar la integridad y disponibilidad del servicio frente a eventuales subidas drásticas de usuarios/contenido.
Y esto, fíjate lo que te digo, sí me preocupa más que el modelo de negocio ineficiente de Twitter, porque basta que, en efecto, en dos o tres grandes momentos la red de microblogging demuestre no ser capaz de aguantar el tipo, para que buena parte de usuarios decidan irse a otras redes.
UN MUNDO SIN TWITTER
Que ojo, no hablo de Mastodon ni ninguna de estas que se han subido al rebufo de Twitter. Nos guste o no algo como Mastodon es puramente de nicho (para los cuatro frikis que estamos por aquí). Hablo de que quizás la próxima conversación en torno al momento cumbre del año acabe por hacerse en un espacio como Youtube, como Facebook, o como TikTok. Pequeños corralitos CERRADOS, dispersando la comunicación en torno a un tema en particular.
Imaginando un escenario así, y de nuevo, poniéndonos en el peor (y menos probable, todo hay que decirlo) de los casos (que Twitter acabe por no ser una red fiable como pulso informativo de la sociedad y/o que se cierre), la duda que me corroe es qué impacto podría tener en la sociedad del futuro cercano.
Y es que recordemos que Twitter es, ante todo, el lugar donde todo ocurría. Para bien y para mal, llevamos más de una década asumiendo que si algo ha ocurrido en el mundo (al menos en el mundo occidental), es Twitter donde primero nos vamos a enterar.
Y sí, también es un nido de trolls y de fake news. Pero eso no le priva de ser considerada el pulso informativo de la sociedad. El saber que sí o sí, en Twitter ha salido primero la noticia.
Pensar en un mundo sin Twitter es pensar en un mundo en el que:
- Primero, nos tendríamos que informar por terceros: es decir, por los medios tradicionales, que son los que históricamente han gestionado el pulso informativo de la sociedad. Con lo que supone (y suponía) delegar tamaña responsabilidad en unos espacios que sí son más descentralizados que Twitter, por supuesto, pero también muchísimo más editorializados (cada uno barre para su casa).
- Segundo, tendríamos un ecosistema informativo más lento: Sobre todo teniendo en cuenta que toda esta nueva hornada de periodistas, y con ellos la forma de trabajar en un medio, ha madurado a rebufo de Twitter, que es donde ellos mismos se informaban. Sin Twitter en la ecuación, volveremos a un escenario en el que la actualidad llegaría más a cuenta gotas, y de la forma opaca que históricamente ha llegado a la ciudadanía (por «fuentes cercanas al medio», sin poder contrastar).
Eso respecto a la actualidad, pero es que un escenario sin Twitter es también un escenario con muchísima menos información histórica accesible.
Lo cual tiene ventajas y desventajas claras, siendo estas últimas, a mi modo de entender, más graves.
A saber:
- Por un lado, sería una plataforma de huella digital menos a tener en cuenta, y por tanto, si desapareciera, habría menos información de todos nosotros expuesta en Internet. Algo que, recalco, no me parece tan crítico ya que gracias a la API de Twitter es posible, como hago yo, borrar periódica y automáticamente el contenido si así lo deseas. Pero oye, para el grueso de la ciudadanía, que ni se preocupan ni lo mismo saben qué es eso de la reputación digital hasta que les afecta, pues un problema menos.
- Pero por otro, el ecosistema informativo se quedaría sin uno de los principales pilares de la actualidad. A Twitter no se va únicamente ha saber qué está pasando, sino también a saber qué pasó en tal fecha, o qué se dijo en tal momento. De hecho, en CyberBrainers utilizamos la API de Twitter para hacer todos los informes de social intelligence que publicamos en el blog (y los que nos piden los clientes). La API de Twitter es de lejos la API más abierta de todas las redes actuales, y eso hace que en torno al 95% de los datos que analizamos vengan de Twitter, frente a los que podemos obtener (sin hacks) de otras redes como Instagram, Facebook o TikTok.
Sin Twitter, por tanto, el OSINT se quedaría bastante más cojo, sobre todo para análisis masivos de datos. Y, por el camino, se perdería el acceso a millones de datos históricos que han tenido su eco únicamente en Twitter. A millones de fuentes originales.
Internet, y por ende el conocimiento humano de esta última década, se quedaría de la noche a la mañana cojo de una porción bastante importante de su ser.
Todo porque, en efecto, la empresa que está detrás, sean las razones que sean, no está haciendo las cosas bien. Un efecto secundario más de haber delegado el control del pulso informativo en una plataforma centralizada.
Tan triste como suena, oye…
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