En Reino Unido se ha armado una buena con la publicación por parte del gobierno de un documento de 85 páginas que adelanta un proyecto para que grandes empresas como Facebook o Google tengan la potestad de abrir universidades (EN/PDF).
La idea no es que sea nueva, pero no me consta otro movimiento semejante (por su grado de implicación) por parte de un gobierno ofreciendo este tipo de libertades a una compañía.
Conozco únicamente de oídas la situación académica de Reino Unido, pero sí estoy en constante contacto con el estado de arte de la enseñanza superior en España, la cual me he amamantado durante 10 años de mi vida (que se dice pronto…), donde hay una clara ausencia de los perfiles que la industria demanda, que se agrava con la ya habitual disonancia existente entre universidad y empresa.
Es, de facto, un movimiento esperable, que podría acabar en buen puerto si en verdad se cumplen (tanto por un lado como por el otro) unas bases lo suficientemente rígidas para que podamos considerar estos títulos como estándares, y lo suficientemente flexibles para que éstos se adecuen a la realidad del mercado.
Y además, arroja una incertidumbre que salpica en primera instancia a los futuros estudiantes, y que podría acaban salpicando al propio sistema educativo, cuando no a la competitividad del mercado.
La empresa como garante del conocimiento
No es la primera vez que hablo sobre educación en esta página, y lamentablemente el corolario suele ser más bien pesimista.
Lo cierto es que en según qué ámbitos, la educación reglada está fallando. Al menos para las necesidades que tendrá el estudiante en su vida útil, que no para la consecución teórica de conocimiento.
Y esto se debe a que salvando muy contados casos, los ciclos de evolución del conocimiento han disminuido, siendo muy, muy complicado, adaptar planes de estudio a un entorno de profunda incertidumbre.
Ese mismo entorno que actualmente está gestionado de una u otra manera por intereses políticos, que encuentran en la educación un argumento más para diferenciar sus campañas electorales.
Corríjame si me equivoco, pero el papel de la educación superior, hoy en día, ha quedado “relegada” al aprendizaje de conocimientos considerados pilares. A la formación básica de un ciudadano en diferentes disciplinas aledañas por la rama por la que ha decidido tirar. A una base, por tanto, desde la que esculpir el conocimiento necesario para realizar las labores oportunas en el entramado social, y no a la propia formación de esas labores, delegando en los estudios de postgrado, en los cursos de especialización, e incluso en las propias empresas (becas) el papel que generalmente sí está demando la sociedad.
Esto genera un problema, cuando nos damos cuenta que un universitario que haya ido año por año en sus estudios sale de la carrera con 22, y en ese momento, le toca o bien empezar a formarse realmente en lo que las empresas le están demandando (es decir, dedicar al menos un año más de su vida a sacarse un master o un título propio, que además tampoco le van a asegurar ser considerado “un miembro productivo de la sociedad”), o entrar dentro de ese nutrido grupo de jóvenes esclavos de un sistema de trabajo absolutamente injusto y deficiente.
Las becas de trabajo son, de nuevo, salvando contados casos, un sistema que suministra mano de obra cualificada y barata (la mayoría de las veces, gratuita) para sacar adelante el negocio de la empresa, donde la formación, si es que se tiene en cuenta, pasa a un segundo o tercer grado.
¿Tiene sentido la irrupción de la empresa dentro del propio sistema educativo?
A bote pronto diría que sí.
Es, de facto, uno de los mantras más habituales que se demandan al ámbito académico.
La idea no es que la universidad pierda ese carácter de agregador del conocimiento (que por cierto, hasta cierto punto ya lo ha perdido, y no por el papel de la industria precisamente), sino que también atienda las necesidades de los que van a salir de ella.
Reino Unido apuesta porque aquellas grandes compañías capaces de generar un entorno rico en conocimiento (y con capacidad para sustentarlo económicamente), estén en la potestad de formar a los futuros ciudadanos en instituciones challenger, cumpliendo, eso sí, los estándares del país.
Algo que introduce dos aspectos que me parecen fundamentales, y que al menos en España se obvian:
- La formación basada en problemas reales: Y no en problemas teóricos, como hemos vivido la mayoría de universitarios. Una empresa como Google o Facebook es capaz de ofrecer incentivos reales a la consecución de conocimiento, más allá de los típicos exámenes y, si me apura, trabajos teóricos. Aunque hay un momento para todo, y entiendo que la teoría debe seguir estando ahí, las nuevas tecnologías han dibujado un panorama en el que empollarse mil y un fórmulas o el nombre de todos los ríos es absurdo cuando a apenas un click de distancia tienes la respuesta. Por contra, el entender el razonamiento y ser capaz de aplicar la lógica y la creatividad para encontrar una respuesta a una pregunta dada se vuelve crítico en el trabajo, y también en la vida.
- La metodología: El propio clima de la sociedad es antagónico con la realidad que se vive dentro del mundo académico. En España prácticamente no hay universidades que sean sustentables económicamente, dependiendo de la financiación estatal. Y no sé si esto es el síntoma o la razón de que la universidad vaya a veces tan sumamente alejada de la realidad exterior. Si un Google se metiera en el sector de seguro instauraría una filosofía académica donde prime por encima de todo la consecución de objetivos palpables, a consonancia con lo que ya hemos experimentado en las iniciativas de e-learning y sharing knowledge que están poblando en la red.
Un entorno más susceptible a la volatilidad del mundo corporativo
Por supuesto, la idea no deja de tener sus puntos flacos.
El primero y más obvio es que se trataría de un experimento. Un pasito más allá de esos masteres propios, de esas becas de colaboración corporativa, de esos cursos de especialización y de esas universidades digitales que han sabido aglutinar al target universitario descontento, y que igual que ahora quizás vean la luz, pueden acabar no resultando rentables (económica o socialmente), para menoscabo de aquellos que han apostado por ellas.
El segundo pasaría por pensar a medio/largo plazo. Presuponiendo que en efecto la propuesta fuera acertada, ¿quién apostaría entonces por la universidad tradicional? Esa misma que se empeña en enseñar a su ritmo una serie de conocimientos, frente a esa “nueva universidad” centrada en formar al ciudadano para las necesidades reales.
Porque no se lleve a engaño: las dos son profundamente necesarias. La mayoría de grandes innovaciones se producen en la universidad, no sujeta a esos ciclos de vida y rendimiento de cuentas de los que adolece el ámbito corporativo.
Y qué hay del interés que podría tener una gran tecnológica en acaparar un mercado tan crítico como es el de la educación superior (segmentación de perfiles según diferentes sesgos sociales, esfuerzos centrados en la retención del talento, posición de acercamiento debilitada de la competencia que repercutiría en una menor competitividad en el mercado,…), actualmente gestionado por organizaciones que aunque políticas, podemos considerar neutrales para el interés social.
Ahí es donde entra esa rigidez/flexibilidad de la que hablaba al principio del artículo. Encontrar un punto medio en el que el papel de la empresa en el ámbito académico sea el de dotar de pragmatismo al aprendizaje sin perder la esencia atemporal y generalista que ha tenido desde su concepción la universidad.
Edit a día 19 de Mayo del 2016: Carballude publicaba hace unas horas un artículo (ES) con su experiencia y opinión al respecto, en el que nos menciona. Muy recomendable.
Osea que la universidad se tiene que convertir en lo que ya desde sus origenes fue la Formacion Profesional?? no seria mejor entonces eliminar la universidad y empezar a quitarnos complejos estupidos de que la FP es para tontos o para gente que no quiere estudiar??
De ahí que diga que hay que buscar el equilibrio. Tampoco tiene sentido dedicar cuatro años de tu vida y salir al mercado profesional sin tener más que conocimientos teóricos, para tener que pasar uno o dos años más de becas de formación.
Y ojo, que eso que no hay que estudiar en la FP es una soberana gilipollez. He cursado FP superior y carrera, y he tenido que currármelo en las por igual.
Las titulaciones que mejor me han venido, han sido de Hewlett Packard, es donde más he aprendido.
Que las empresas formen, no es nuevo.
No es lo mismo una ingeniería de informática que una ingeniería de desarrollo de Microsoft. La segunda te abrirá más puertas.
Triste…? pues no sé que decir…. (mejor las dos 😀 ).
Un saludo.
Jajaja, así es Luis. Lamentablemente :D.
Siempre he sido de la opinión que la universidad solo se aprende una base, una sólida base sobre la que construir. Las universidades no deben cumplir una formación profesional, no deben darte una formación para que el día que salgas puedas trabajar en cualquier empresa, eso se corresponde con otras cosas (en mis tiempos formación profesional, ahora no se como lo llamarán).
Cuando uno sale de la universidad debe tener una capacidad de abstracción que le permita adaptarse a la empresa. Hay que tener en cuenta que cada empresa trabaja de una forma diferente, y por lo tanto es poco probable que una formación que no sea a medida le sirva. Eso si, con una buena base será capaz de coger el ritmo mucho más rápido que sin ella.
Que google abra una universidad no me parece algo relevante, hay muchas universidades privadas con formaciones orientadas a lo que consideren, fuera de los planes de estudios de las universidades públicas, y, en las universidades públicas existe la libertad de cátedra, que permite a cada profesor cambiar el temario adatándolo a aquellos campos que más domina o en los que trabaja en investigación, adicionalmente, las universidades siempre han trabajado con empresas, bien como clientes de desarrollo de proyectos, como vivero de practicas y becas, por lo tanto si google, facebook o cualquier otra empresa invierte en su proyecto educativo adelante.
En mi opinión, la teoría es la base, en informática y probablemente en muchos otros ámbitos. En general hay que tener una buena base teórica sobre la cual aplicar una metodología de trabajo. Puede que la discusión sea la base teórica, o el tiempo que sea necesario invertir para que esa base teórica impregne la base necesaria en el alumno, pero es lo que hará que cuando cambie lo que tenemos por encima sigamos adaptándonos.
Así es, mi punto va precisamente por el tiempo invertido. También creo como tú que es necesaria una base firme. Pero quizás dedicarle cuatro años (o como en mi caso, con el plan antiguo, cinco) lo mismo es exagerado en un escenario actual.
El que sigamos apostando por clases magistrales en vez de clases de mentorización, donde el profesor es un mero acompañante en la carrera del conocimiento del alumno, tampoco ayuda.
La gente podría salir mucho mejor preparada si en vez de hacer hincapié únicamente en la teoría (que recalco, es importante), se valorara la aplicación de esa teoría y no el conocimiento de ella en sí mismo. De esta manera ese conocimiento se queda afianzado en nuestra cabeza, y no lo olvidas como nos pasa cuando empollamos para aprobar el examen de turno.
Mi caso y mi visión me dejó con muchas dudas. Muchos profesores poco profesionales, que, aun siendo alabados por sus colegas como excelentes investigadores, en el ámbito de la docencia cojeaban y mucho. Profesores con clases magistrales, desde mi punto de vista, con una tasa de suspensos muy elevadas….
Al final, que un alumno sintonice con el profesor es complicado, unos sintonizan mejor con unos y otros sintonizan mejor con otros, y eso es difícil de cambiar.
Personalmente, la base siempre debe ser la teoría, en informática no cabe otra cosa, o por lo menos en sistemas. En redes, por poner un ejemplo, no tener 100% claro el modelo osi, como funcionan los protocolos de enrutamiento y como se comportan los dispositivos en cada capa del modelo hace difícil entender el funcionamiento de internet. No entender la base del hardware o de los sistemas operativos hace difícil interpretar sus errores. No leerse concienzudamente los white papers de cualquier tecnología hará que, en el fondo, no al entiendas.
Así mismo, en algún punto hay que cortar y hay que entender que los futuros profesionales no necesitan el 100% del conocimiento al salir de la universidad, lo que necesitan es una base sobre la que construir, una metodología que les permita afrontar nuevos retos de una forma metódica. Cuando la formación básica finaliza, hay que seguir avanzando, haciendo masters, acudiendo a congresos, estudiando por cuenta propia, usando la enorme cantidad de recursos que tenemos disponibles, aquí ya orientándose cada uno a lo que quiera, pero siguiendo estudiando la teoría y aplicándola a la práctica
Seguro que cada método tiene sus puntos buenos y malos, y dado que ver como lo hacen los demás es sencillo, debemos ser capaces de evolucionar con lo mejor de cada sitio adaptándolo a lo que ya tenemos
O al menos, esa es mi visión