El domingo a la noche me llegaba un mensaje de Alfonso Piñeiro “amenazándome” con la entrada que tenía preparada para el lunes sobre su experiencia con Google, y cuyo título no dejará indiferente a nadie: Que no, chic@s, que no soy Google #fanboy (ES)(ojito a ese guiño marketiniano de incluir el hashtag como elemento de título). Viniendo de quien venía, y sabedor de la prosa cuidada de mi interlocutor, corrí raudo y veloz a su lectura tan pronto me llegó la notificación de Google+.


aosp

En el artículo, que recomiendo leer encarecidamente, habla de lo que para él es Google. Un sentimiento que en buena parte comparto, lo cual me sorprende teniendo en cuenta que hablamos de alguien que vive pegado a sus servicios, y que en más de una ocasión ha reconocido públicamente (y en tono jocoso, que a veces por redes sociales es difícil de comprender) su fanatismo al androide.

El ensayo acaba con mención a un servidor, por lo que si bien tenía en el roadmap un artículo relacionado con la plataforma, aprovecho la entrada del susodicho, y me centro más en un aspecto ético como es el paulatino camino que está tomando Android.

Filosofía Open Source capada

Android es un sistema abierto, gestionado bajo una licencia Apache2 (dejo por aquí la Guía sobre Licencias Open Source que elaboré hace un tiempo), lo que a priori abre la veda a monetizar un producto como se desee. Esto ha funcionado bien desde siempre, y para muestra el inmenso potencial de Android en tanto en cuanto evolución y cuota de mercado, pasando de una estrategia por estar presente en las búsquedas móviles a todo un referente de SO móviles. Ahora bien, mantener el liderato de una distribución cuando hay más figuras presentes puede llegar a ser complicado, incluso para una compañía como Google, que poco a poco va cerrando su ecosistema, ya no desde la propia funcionalidad del kernel (lo cual abriría la caja de pandora entre la comunidad), sino mediante dos pilares fundamentales para la evolución del mismo:

  • Drivers: La pelea que siempre hemos vivido en Linux. Para que el kernel funcione en un dispositivo, necesitamos que se liberen los drivers compatibles (un controlador entre el hardware y las funciones de bajo nivel del sistema operativo). Y esto depende de los fabricantes. Como hay muchas distribuciones distintas, se produce una curiosa oferta de mercado, a donde Google le interesa que le concedan los drivers (algo que está claro que ocurre a cada nueva versión, al ser la figura principal del panorama), pero tampoco es que se vaya a mojar porque esto ocurra por igual para AOSP (Android Open Source Project), el Android sin la capa de Google.
  • Servicios críticos: Otra estrategia genial de monopolio. Puesto que tocar el kernel es tabú, lo mejor es que creemos servicios críticos (como el GCM del que hablábamos el otro día), y que casualmente éstos no estén licenciados, de tal forma que nos aseguramos que la comunidad de desarrolladores de aplicaciones saquen apps para Android incompatibles con AOSP o cualquier otra distribución.

Faltaría una tercera, de la cual Alfonso habla en su entrada, pero no sería justo señalarla como estrategia monopolística, y es que lo queramos o no, hablamos de una compañía que hace bien las cosas, con un ejército de servicios interconectados y con el acceso a grandes volúmenes de datos que para colmo saben manejarlos a la perfección, lo que en definitiva conforma un panorama de apps muy potentes y contra las cuales a veces es difícil de competir.

Soy usuario de muchos de los servicios de Google, ya que ofrecen esa sincronización multisistema que tanto necesito para cada día, pero eso no quita que me hierva la sangre al ver como versión tras versión, las Google Play Services aumentan en volumen con aplicaciones y servicios que ya estaban implementados en AOSP, quedando estos últimos desfasados, o como mínimo en una posición desfavorable. Y lo veo injusto por el simple hecho de que Google sigue intentando engañarnos con la filosofía abierta de Android.

Android de Google no es un sistema abierto. Quizás no sea tan cerrado como iOS, BB o WP, pero se les acerca.


Como compensación, y para no dejar ese regusto amargo al término de esta lectura, tengo que decir que podría haber una luz al final del camino. Donde hay un intento de monopolio, también hay oportunidades de cambiarlo. Y es que frente a Google y su Android, están naciendo otras distribuciones que compiten por el liderazgo. Y aquí tiene un papel fundamental la capa de fabricante, en casos tan sonados como Samsung o HTC, que poco a poco van generando una experiencia de marca alejada a la de Google, lo que lleva a la creación de verdaderos ecosistemas de apps que no dependen de las Google Play Services, que tampoco son abiertas, pero al menos ofrecen diferentes opciones. Eso sin olvidar los fork del sistema, estrategias semejantes a las de Google que ramifican el futuro del SO: Amazon y su Kindle OS, Cyanogen (por cierto, curiosa la evolución de esta distribución hacia una empresa con ánimo de lucro), y así un largo etcétera.

Una evolución del concepto de Open Source del que ya hablamos en la entrada De camino a un mundo donde el usuario no será dueño de sus dispositivos, con Ubuntu y Android como ejes principales del discurso. Un movimiento complicado de analizar, con sus puntos positivos y negativos, y que dejo abierto para que podamos debatir al respecto.