No es la primera vez que me preguntáis por el uso que le damos al proyector Èlia y un servidor en casa.
Como ya expliqué en su día, tenemos en el salón un televisor de 65″, y en la habitación un proyector apuntando al techo (no a la pared, al techo), de forma que podemos ver películas, series, y hasta jugar tirados en la cama, mirando hacia arriba.
¿Cuando viene el buen tiempo? Pues nos montamos un cine en casa en el jardín, de nuevo con el proyector y una sábana.
Pero claro, para ello necesitas tener primero un proyector, y luego una manera de colocarlo donde quieras, con el ángulo que quieras y que además sea cómoda de transportar de un lado a otro, y no estorbe cuando no lo estás utilizando.
Y eso, en nuestro caso, lo hemos resuelto de la siguiente manera.
El proyector
Nuestro proyector ya tiene unos cuantos años, así que de comprar uno, sin lugar a dudas apuntaría por uno bastante mejor que el que tenemos, que tenga:
- 4K (no porque le vayamos a sacar muchísimo partido ahora, sino porque seguramente no vayas a cambiar de proyector en muchos años).
- Buena luminosidad (6000 lúmenes mínimo).
- Que permita corregir la distorsión que ocasiona la proyección en planos no perpendiculares: Sobre todo si lo quieres utilizar para apuntar a un techo o para usarlo en una buhardilla.
- En la medida de lo posible que haga poco ruido (el talón de Aquiles de la mayor parte de proyectores baratos).
Es más, el nuestro ya no está disponible, como expliqué por aquí dando alguna otra opción.
De hecho el modelo que tenemos nosotros viene con Android TV, pero puesto que tenía muy poca RAM (recalco que es un modelo de hace unos cuantos años), desde hace años lo que hemos hecho es meterle por HDMI un Amazon Fire TV que nos sobraba (el de la primera generación, que al ser el proyector solo Full HD, no necesitamos más).
Mediante el Fire TV ponemos cualquier película o serie, ya sea mediante las respectivas apps disponibles de servicios de streaming, como mediante mi centro multimedia en Plex, que tira del Mac Mini.
Y si queremos jugar a videojuegos, o bien le conecto de nuevo por HDMI la Nintendo Switch, o el portátil, jugando entonces con los mandos.
No es estrictamente necesario, pero al menos a un servidor le parece más cómodo
El soporte
Déjate de jaleos. Lo barato a veces también es una gran opción, y en nuestro caso hemos solucionado este problema con algo tan simple como un atril de orquesta.
Tal y como lo oyes.
Un atril bueno, de metal, que aguante bien el peso.
¿Por qué nos decidimos por un atril? Pues porque después de pegarnos con una mesita de noche en el pie de cama, e incluso sujetándolo a la propia cama con unos agarres y buscando la altura adecuada en base a sobreponer libros, el atril nos permite:
- Regular la altura.
- Regular el ángulo: De forma que lo podemos utilizar apuntando a la pared o al techo.
- Que sea cómodo de transportar: Es un atril plegable, así que si lo queremos bajar al jardín es tan fácil como cogerlo y moverlo.
- Que no moleste en el día a día: Como la mayoría de las veces lo utilizamos en la habitación, tenemos casi siempre el atril en el pie de cama, que ocupa lo justo y necesario para dejar moverse a uno por la habitación y tampoco molesta cuando estás durmiendo.
Como puedes ver en las fotos, puesto que ya nunca lo quitamos del atril hemos acabado sujetándolo con unas cuerdas elásticas al mismo, así evitamos que se caiga.
Utilizarlo en una habitación apuntando al techo o en una sala a modo cine
Por último, basta decidir dónde lo vamos a utilizar.
- Si es apuntando al techo: El proyector tiene que ofrecernos la posibilidad de corregir las distorsiones debidas a un ángulo de proyección que no sea de 90º. En caso contrario veremos en vez de un rectángulo, un trapecio o un trapezoide. Y un apunte extra y es que si lo vas a poner al pie de cama, además de corregir la distorisión, habrá que por interfaz rotar la imagen 180º, de forma que la proyección salga al revés y desde una cama lo veas correctamente.
- Si es apuntando a la pared: Aquí o bien pones una sábana blanca, o tienes una pared blanca, o te compras una pantalla de proyección que tendrás que instalar en el cuarto donde se vaya a proyectar o poner y quitar para cada uso.
Nosotros en este caso hemos tirado a lo fácil: Una sábana que colgamos fuera del jardín aprovechando las cuerdas de tender la ropa, con dos hamacas y ya bien entrados en la noche, teniendo el proyector detrás de nosotros para que no moleste tanto el sonido de los ventiladores. Y va de lujo, como puedes ver :).
En fin, que un artículo que casi se escribe solo para una duda que ya van varias veces que me preguntan, y así no tener que volver a soltar cada vez el mismo rollo.
Por muy poco dinero (desde 100 euros), como ves, te puedes montar un cine bien apañado en casa.
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