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No es la primera vez que explico tanto por estos lares como en talleres y conferencias cómo funciona el negocio de la influencia digital.
Es decir, eso de que una marca o una ideología sea artificialmente viralizada utilizando para ello las herramientas digitales, cuya base, como ya hemos comentado, parte de una tremenda simplificación que las vuelven, hasta cierto punto, una falacia.
A fin de cuentas, si lo que hace que consideremos un contenido mejor que otro, y por tanto, más interesante para que llegue a terceros, son métricas tan simplonas como el número de likes, clics y shares que ha recibido, está claro que tarde o temprano los editores primarán estrategias para maximizar estas variables de forma artificial (clickbaiting, compra de likes, uso de bots…) frente a la calidad, que por supuesto es mucho menos medible, es más complicada de conseguir, y que como ha quedado claro tampoco parece que sea estrictamente importante.
Lo que significa, por supuesto, que eso de comprar likes o interacciones en campañas de marketing legítimas se ha vuelto casi el mantra de nuestra era.
Lo comentaba de hecho no hace mucho con un ejemplo de una agencia de marketing que me había pedido justo eso, y la sorpresa que recibieron al ver mi negativa al respecto.
Esas fábricas de bots, en la mayoría de casos sacados del robo de cuentas inactivas, cuando no de la usurpación de identidad de perfiles reales, y en el menor de cuentas legítimas que venden su espacio a terceros.
Esto es así y así es como se está operando toda la maquinaria propagandística. Sea para dar a conocer un producto o un servicio, sea para conseguir votantes para una campaña política.
Lo nuevo, no obstante, es que a sabiendas que las plataformas tienen que aparentar que este negocio ilícito está siendo perseguido, y que sobre todo queda mal que te pillen comprando seguidores o utilizando botnets en tu campaña, las redes se están sofisticando.
He aquí la prueba.
Facebook y Twitter identifican y cierran una red de perfiles pro-Trump que alcanzaba a 55 millones de cuentas (EN), y cuyos perfiles estaban creados a partir de fotografías falsas generadas mediante redes generativas antagónicas (GANs) que se utilizaban para generar falsos ciudadanos norteamericanos (EN), que compartían noticias y participaban constantemente en discusiones políticas.
Una evolución con un mayor nivel de sofisticación en la creación de redes de desinformación (EN) que trata de evitar la forma más habitual de reconocer un perfil falso: el hacer una simple búsqueda de imágenes y demostrar que esa foto ha sido tomada de otro sitio, utilizando imágenes creadas específicamente para ese uso y que no tienen contrapartida en otro perfil o página.
Porque, ¿quién necesita robar una cuenta o hacerse pasar por un ciudadano real cuando tenemos herramientas de big data capaces de generar de forma masiva y automática caras y personalidades distintas?
Fotos de perfil que no se corresponden con ninguna otra ya utilizada en la red, y que por tanto, pasarán los controles automáticos de estas plataformas y sobre todo no habrá nadie que acabe denunciándolas por usurpación.
Enrique hablaba de ello denominándolo la sociedad BladeRunner (ES), por eso de que caminamos hacia un futuro cercano en el que las máquinas serán semejantes a nosotros, al menos en derroteros sociales.
Pero yo me pregunto si esto no hace tiempo ya que está ocurriendo. Ya no solo porque la robótica es desde hace tiempo quien dirige la producción en las fábricas, sino porque ya hace más de un lustro que los bots nos superan en tráfico web.
Era cuestión de tiempo que esto se trasladase también a algo aparentemente tan humano como es la comunicación.
Y esto, por cierto, no ha hecho nada más que empezar…
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Alucinante lo de las GAN, no sabía que estaba tan avanzadísimo lo de “inventarse” personas. Dentro de nada vamos a poder generarnos perfiles de la misma forma que creabamos personajes en el Skyrim, moviendo barritas… da bastante miedo.
Es flipante sí. Y está al acceso de cualquiera, ojo. Ya hay hasta servicios en la nube y/o de descarga en tu propio dispositivo que te permiten generarlos tú mismo.