Hemos hablado ya muchas veces sobre las criptomonedas, sobre su potencial impacto, sobre la base teórica y tecnológica donde se asientan, pero estaba pensando el otro día que no nos habíamos parado a pensar por aquí en los usos reales que tiene hoy en día.
Y no, no hablo de cibercrimen ni nada por el estilo. Por supuesto que hay monedas virtuales que se están utilizando como sistema de blanqueamiento de capital… pero es que esto mismo está pasando con las monedas tradicionales también.
Me refiero a qué tipologías de uso hay actualmente para este tipo de monedas. El por qué alguien querría tener bitcoins o ethereum en vez de euros o dólares.
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Infraestructura tecnológica versus estabilidad del sistema bancario
Y fíjate que a esta última pregunta se responde atendiendo, principalmente, a dos factores:
- Infraestructura tecnológica: Para trabajar con criptodivisas necesitas como mínimo un ordenador que haga de servidor, una conexión a Internet y un móvil. Por tanto, parece sensato pensar que a mayor desarrollo tecnológico, mejor caldo de cultivo para el auge de las criptomonedas. Sin embargo la realidad es que estas últimas dos piezas (conexión de Internet y smartphone) no están siempre al acceso del grueso de la sociedad, y esto es un problema. Algo que, por ejemplo, en Europa y Norteamérica tenemos prácticamente asegurado, pero que no ocurre así en otras zonas como Sudamérica y sobre todo África. De ahí que frente al paradigma de un sistema de gestión de transacciones basado en la conectividad online, haya proyectos que buscan aceptar pagos mediante el uso de otras plataformas de envío y recepción de mensajes, como es el caso de los sms o incluso mediante redes mesh que no requieren de un sistema centralizado de conectividad. Tecnologías a priori más accesibles, que ya han demostrado en zonas de África o en el peculiar caso de Venezuela ser una salida aceptable para el auge de este tipo de criptomonedas ahí donde la infraestructura tecnológica no es la más adecuada.
- Estabilidad y robustez del sistema bancario: La otra cara de la moneda (nunca mejor dicho) viene dada por la fiabilidad del sistema económico de la zona, habitualmente asociado de forma directa a la buena salud política y bancaria del país. De nuevo, en líneas generales por Europa y Norteamérica tenemos un buen sistema económico, que se refleja precisamente en que sean nuestras monedas (euro y dólar estadounidense) las que más habitualmente se utilizan como punto común en las transacciones internacionales. Y paradógicamente esto frena la evolución de las criptodivisas. A fin de cuentas, si lo que tenemos (sistema bancario) ya funciona bien, parece que no hay tanta necesidad para buscar una alternativa. Justo, de nuevo, lo contrario a lo que pasa en Sudamérica, África y buena parte de Asia.
Juntas estos dos factores, y tienes la receta para predecir dónde y cómo van a ir evolucionando las transacciones vía criptodivisas:
- A mayor infraestructura tecnológica, mejor escenario para su auge (ES).
- A mayor inestabilidad de la economía “tradicional”, mejor escenario para su auge.
Y todo debido a que frente a la creencia habitual, las monedas virtuales se están utilizando principalmente para:
Inversión y/o especulación
La parada más obvia, y la que nos toca más de cerca por estos lares.
Por ahí tengo aquellos alrededor de 10 euros que metí hace ya unos cuantos años en una cartera de bitcoin, y que hoy en día son algo más de 500 al cambio actual.
Como ya expliqué, me resulta difícil considerar inversión a almacenar activos en criptomonedas, ya que por su propia ideonsincrasia están expuestas a mayores movimientos que otros valores como el oro, el euro o el dólar.
Y sin embargo, recientemente nos sorprendíamos al ver cómo en situaciones de profunda crisis, como es la actual del COVID, algunas de estas monedas hayan demostrado ser un refugio relativamente seguro. O al menos, más seguro que el de una stablecoin al uso.
Método de pago o traspaso de valor
El mejor ejemplo lo tenemos en las remesas que habitualmente envían los latinoamericanos que viven en Europa y EEUU a sus familiares.
El cambio de moneda y el simple traspaso suele conllevar unos gastos de intermediación que en algunos casos son inasumibles (mucha pérdida de valor), y en otros directamente no se pueden realizar (bloqueos y limitaciones gubernamentales o financieras).
Las monedas digitales (ES) se postulan entonces como una alternativa mucho más rentable. Abaratas los costos de intermediarios, y evitas muchas de estas limitaciones artificiales al no depender estas monedas de una centralización y control por parte de un gobierno en particular.
RP, por ejemplo, es una de las criptomonedas más utilizadas para realizar remesas entre EEUU y México. Hasta el punto que Moneygram está trabajando con esta criptomoneda con la idea de establecer su base tecnológica para reducir los costes de las transacciones aún más.
O en el caso de España y Venezuela con los localbitcoins, que se calcula que mueven unos 30 millones de dólares mensuales, siendo cerca del 70% debido a las remesas que envían los expatriados a sus familias.
Método de refugio ante la inflación
La tercera razón de por qué invertir en criptomonedas viene dada, de nuevo, por el factor político y económico.
Si la moneda de tu país está devaluada (ES), las criptodivisas pueden volverse una opción más que recomendable para refugiar tu patrimonio. Gracias a ello es posible salvaguardar parte de la riqueza sin que esta se devalúe, como sí pasaría si esta riqueza la almacenas en una moneda inflacionaria.
Pese a que la tecnología detrás del bitcoin (ES) cada vez se usa en más escenarios, en Europa y EEUU aún no hay tantos establecimientos que permitan criptomoneda como moneda de cambio. Sin embargo en Latinoamérica no es tan raro, sobre todo en países como Venezuela (como método de pago, y por las razones anteriormente vistas) o Argentina (método de intercambio para evitar la terrible inflación que está sufriendo el país).
Así que por aquí tienes tres razones para apostar por las criptodivisas. Tres usos más allá del puramente obvio, que es el de hacer transacciones directas en dichas monedas, y que además representan la mayor parte de las transacciones actuales.
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