Facebook y sus actalizaciones.
A principios de la pasada semana se presentaba el nuevo diseño que irá gradualmente aplicándose en los usuarios de la red social por excelencia, Facebook. Zuckerberg quiso dejar claro, apoyado en capturas de pantalla de una beta, que el servicio de redes sociales va a tender hacia “un periódico personalizado”.
Ya hace tiempo que pedí el cambio para probarlo in situ (más por curiosidad que otra cosa), y lo cierto es que aún espero la actualización, pero circula por internet mil y un vídeos e imágenes de ese “periódico” que el CEO de la compañía quiere que todos leamos, en un mundo (y sobre todo en unas circunstancias) que para nada son propicias.
En esta toma de decisión se unen varios intereses que merecen ser comentados.
Por un lado, está la necesidad de una empresa como Facebook, que ya cuenta con más de mil millones de usuarios (ahí es nada), de servir a las compañías una plataforma donde invertir en publicidad sea atractiva e interesante. De ahí que sea ahora cuando aparecen las prisas por monetizar el servicio, incluyendo el grafo social que tan alegremente nos autoimponen (y que sacará a la luz tus más oscuros secretos sino has tenido desde el principio verdadero cuidado con el nivel de privacidad de tus comentarios/fotos/vídeos/actualizaciones, o no lo da a la empresa el día de mañana por cambiar la privacidad y mostrar lo que no debiera), y ahora despejen el timeline de actualizaciones de nuestros amigos y páginas a las que seguimos con el fin de ofrecer más espacio para publicidad.
Ocupar un espacio (y sobre todo un tiempo) que actualmente está desaprovechado, como es el del consumo de contenido. Tanto Google con su reciente cierre del servicio Google Reader (en un lamentable intento por mover a los usuarios a su red social), como Twitter (con los continuos cambios en sus APIs para converger la lectura dentro de su red, y que ésta sea un simple intermediario entre el consumidor y el medio), ya han movido ficha, y Facebook quiere hacer lo propio. Pero falla en algo (en verdad en esto la única que se salva es Twitter y LinkedIn), y es que actualmente entendemos Facebook como un punto de contacto con nuestros conocidos, un mero pasatiempo, y no el eje central de nuestra conexión con la red, lo que nos lleva al tercer punto.
Que no es otro que romper con el sentido inicial de la red de Zuckerberg: Facebook quiere que pasemos la vida dentro de su red, consumiendo el contenido segmentado por los gustos de nuestros allegados (que deberían ser como mínimo cercanos a los nuestros). Esto en el mundo de “Alicia en el país de las maravillas” daría al traste con la forma de consumir contenidos de la actualidad. Contaríamos con información segmentada realmente valiosa para nosotros, ya que serían nuestros propios conocidos los filtros que harían tal segmentación. Pero no estamos en el mundo de Yupi, sino en el mundo real, y las actualizaciones de nuestros amigos son en su mayoría de fotos de borracheras del fin de semana, gilipolleces e idas de olla, memes e imágenes graciosas, y si eso, algún que otro contenido que podría ser relevante sino entrase en juego la necesidad de “aparentar digitalmente aquello que en la vida real quizás no seamos capaces de llevar a cabo“.
Por tanto, con este cambio, ganaremos una red social con más espacio para mostrar basura y publicidad, más actual, y camino a convertirse un periódico que nadie querría tener que leer. Un servidor seguirá usando su lector de feed (confío en que gReader o bien cree su propio gestor, o bien acabe por sincronizarse con Feedly o The Old Reader), y haciendo uno mismo sus propios filtros, sin hacer caso de recomendaciones absurdamente automatizadas (huyo del medio digital y en general de blogs corporativos por el simple hecho de decir aquello que viene bien para sus propios intereses, ocultando aquello que no es ético empresarialmente hablando), y mucho menos de la mayoría de actualizaciones de mis conocidos, que se sirven de Facebook para tener presencia digital y estar en contacto con el resto de círculos, que de vez en cuando cuelgan el típico vídeo de gatitos o la noticia de política de turno, y que muy rara vez ofrecen un discurso realmente serio, por el simple hecho de que no es el lugar, ni son las pretensiones buscadas. Eso es ahora así, y seguramente seguirá siéndolo en un futuro cercano.
Queda por ver qué sorpresas nos desvelará la red social una vez que rompa esa linealidad perdida en el fondo del timeline, y devuelva búsquedas de actualizaciones que nunca debieron de existir, ya sea mediante el citado Graph Search, o con ese intento de hashtag que nos tienen preparado.