Creatividad
Quizás sea por mi perfil artístico, por mi afición a la escritura (algún día prometo publicar digitalmente alguno de esos libros que llevan años ocultos en mi ordenador de escritorio) o simplemente por curiosidad, que siento placer rebanándome los sesos sobre éstas cuestiones.
En el vídeo que acompaña a estas palabras, tenemos a John Cleese, icono de los Monthy Python, en una de las mejores charlas que he visto en mucho tiempo. Habla sobre la creatividad, en especial sobre lo que NO es la creatividad, y la necesidad de trabajar en abierto y cerrado para ser eficientes.
Habla de la importancia de jugar (seguramente en esto tenga mucho que opinar Bachelard), de los factores que distinguen al creativo del que no lo es (o no hace por serlo), y de la poca irrelevancia del IQ.
Cleese es de la opinión de que la creatividad exige cinco elementos:
- Espacio: entendiendo el espacio como físico y virtual. Un lugar de meditación, ajeno a la realidad.
- Tiempo: lapso finito y acotado entre modo abierto y cerrado, que nos permite ir y venir, jugar.
- Tiempo: las ideas salen espontáneamente, pero necesitan madurar. Hay que preguntarse continuamente para cuándo necesitamos la respuesta, y no conformarnos con la primera, por muy útil que en principio pueda parecer.
- Seguridad: estamos jugando, hay que experimentar. Si partimos de ideas preestablecidas, rompemos el equilibrio, y la creatividad se verá condicionada por ellas hasta el punto de ofrecer respuestas convergentes.
- Humor: entendiendo el humor como la relación de dos elementos distintos con distinto significado. Justo ahí está el germen de la creatividad. Un chiste bien formulado ofrece justamente lo mismo, y es precisamente eso lo que andamos buscando.
Me atrevería a decir que existe un sexto, el reaprendizaje, que no es más que usar las herramientas convencionales para el pensamiento divergente.
Y llegados a este punto (si habéis llegado, que esa es otra…) os preguntaréis qué tiene que ver esto con el perfil del lector de un blog tecnológico. La respuesta es mucho más sencilla: todo.
Me encanta la programación, y sin embargo siento recelo al tratar con muchos desarrolladores que entienden su profesión como un simple trabajo de “pica códigos“. Hablaba de ello en esa entrada de hace unos meses sobre la importancia del software, y no me cansaré en repetir que la programación tiene de arte tanto como la pintura, el cine o los videojuegos.
Cualquier materia es sensible a la creatividad e innovación, y únicamente se requieren dosis de interés y capacidad de interpretación. Un desarrollo no deja de ser una pregunta que admite diferentes respuestas, y es ahí donde muchas arquitecturas y árboles han visto la luz.
Sin inquietudes, la vida sería aburridísima, ¿no creen?
¿No disfrutan más jugando? ¿Ya que tenemos que trabajar, por qué no aplicar todas las ventajas del juego en las etapas de un proyecto?
Edit a día 3 de Abril del 2015: Acabo de darme cuenta de que el vídeo ha sido borrado.