Y me he dejado en el tintero por largo el título que querría en verdad haber puesto:
Con el VoIP y las Over the Top, las llamadas tradicionales (y las operadoras) pasan a ser mainstream.
Pasan a ser una commodity, en resumidas cuentas. Una tecnología que está ahí, que sabemos que funciona muy bien, pero que ha quedado relegada a un segundo plano en favor de tecnologías más actualizadas a los tiempos que corren.
Pienso esto a escasas horas del despliegue de las videollamadas de Facebook Messenger por estos lares. Después de unos días probando (y todo hay que decirlo, de forma infructuosa) las llamadas por WhatsApp. Después de años de utilizar Skype y Hangouts para comunicarme tanto con amigos como con clientes en cualquier lugar del mundo, y de saber que dentro de poco, el primero contará con su propio sistema de traducción automática en tiempo real.
Y pienso esto después de haber visto cómo el VoIP iba paulatinamente ganando terreno a la telefonía tradicional.
Primero con propuestas que aunque contaban con el beneplácito de grandes nombres de la industria (como Viber), no consiguieron llegar al corazoncito de los que de verdad importan (los usuarios).
Más tarde, con el abandono de las redes tradicionales por parte de la mayoría de operadoras de fijo. Al menos en España, es raro la persona que no tiene internet (sea fibra, sea ADSL) en casa con llamadas nacionales gratuitas, utilizando generalmente VoIP por debajo.
De cómo un protocolo de comunicación se vuelve mainstream
Los SMS eran el pan nuestro de cada día hace 10 años. hoy en día, cumplen diversos cometidos secundarios, alejados del uso masivo de antaño:
- Campañas de publicidad: de las operadoras, por supuesto, y quizás también de algún negocio local. Incluso algunos recurren a los MMS… Todo muy mainstream, oiga.
- Doble factor de autenticación (o autenticador de identidades): Como veíamos recientemente, el número de teléfono es el nexo actual entre mundo físico y mundo virtual, y la manera más rápida, cómoda y sencilla de validar que quien intenta conectarse es quien dice ser. Un archivo de texto que, en caso de que el usuario tenga instalada la aplicación correspondiente con los permisos de lectura de SMS adecuados, incluso puede automatizarse (en cuanto entre el SMS, la aplicación lo lee, saca el string con el código y lo valida, enviándole la respuesta afirmativa al servidor).
- Notificaciones “analógicas”: Meto en el saco tanto el envío de billetes y entradas (otra manera más de identificar a un cliente de nuestra empresa de transporte o de nuestro evento) como notificaciones de transacciones, que podrían venir de algún movimiento de nuestra cuenta bancaria o del estado en el que se encuentra una reserva o una compra. Servicios que utilizan este canal como añadido al email, y por la simple razón de que la red de datos suele tener peor cobertura que la red tradicional.
- Por puro mainstream: Soy el primero que utiliza los SMS de vez en cuando para contactar para algo específico con alguien. Y lo hago por la cercanía que ello representa. Parece que un mensaje ñoño a tu pareja por WhatsApp pierde ese toque de ñoñería esperable, pero hacerlo por un canal tan mainstream como el SMS… Incluso las felicitaciones de cumpleaños/navidad, que si las mandas por alguna de estas redes sociales (que ya de por sí tienden a avisarte) pierden su gracia. En cambio, por SMS parece que te has molestado más (aunque en la práctica seguramente hayas sido notificado por alguna de estas redes, o hayas lanzado masivamente el mismo mensaje a todos los contactos). Utilizas un medio “tradicional” que no tiene automatismos (en teoría), y eso genera mayor confianza, descontando que seguramente serás el único que lo ha hecho en los últimos días :).
El resultado final, es un canal que hace tan solo unos años era crítico para la comunicación, que funciona a la perfección (más integridad, cobertura, rapidez y seguridad que los actuales), y que aun así ha quedado relegado a acciones muy puntuales por la no adaptación a un entorno digital.
Porque cuando llegó la competencia (WhatsApp, principalmente), los SMS costaban dinero y el WhatsApp no. Porque los SMS de entonces no permitían seguir una conversación (ahora ya sí, aunque de forma bastante ineficiente), ni estaban estructurados como el sentido común parecía señalar (formato bandeja de entrada de emails frente a la estructura de un chat, que se presta más a envío de comentarios con poca extensión). Si te pasabas del límite de caracteres, te llegaban dos, tres, cuatro o cinco SMS separados, que tenías que abrir uno a uno. Algo absurdo, más cuando la competencia gestionaba acertadamente una agenda de contactos con su historial, permitía ver si en ese mismo momento te estaban escribiendo, y mantener comunicación con varios amigos a la vez.
La historia, por tanto, se repite
Vivimos hoy en día una situación semeja con las llamadas. En fijos han pasado a ser una commodity (o están muy cerca de serlo), pero en móviles todavía abundan las tarifas de cobro por llamada/minuto o cobro por minutos mensuales.
Tenemos, nuevamente, un protocolo de comunicación que funciona muy bien (ya no recuerdo la última vez que se me cruzó alguna llamada, y la mayoría de problemas suelen venir de alguno de los terminales, no de la propia comunicación), pero que no ha sabido adaptarse a los tiempos que corren.
Tenemos videollamadas, sí, pero valen un ojo de la cara, y siguen contando con la misma interfaz de hace diez años.
Le hechas un ojo al historial de llamadas, y nuevamente encuentras un listado pobre de información, en el que debes pinchar uno a uno para conocer más datos. Nada de integración con el resto de servicios que ahora ya sí son lo habitual (no es raro que una conversación que empieza en texto acabe con una llamada, o haya ciclos cruzados multicanal).
Y entonces, esas OTT que en esto de experiencia de usuario saben moverse como pez en el agua, empiezan a darle fuerte al VoIP. Y las operadoras se lo vuelven a poner fácil, afianzadas en el hecho de que hoy en día dominan este sector específico.
Servicios digitales ofreciendo llamadas y videollamadas, a peor calidad que las teleco. Pero todo de forma “gratuita”, con vistas a monetizar el servicio con datos, o como añadido a una estrategia de generación de ecosistema.
Tampoco hay barreras geográficas (no tendría sentido), ni por tanto, roaming.
Un mercado que se les va a volver a escapar a estos dinosaurios de la industria. Otra comoditación que antes les daba para vivir.
¿Cuál es el futuro de las cableras? A este paso, o infraestructura pura o servicios, pese a quien le pese. Y habrá que ver entonces qué sentido tiene utilizar el número de teléfono como identificador. Pero eso de por sí ya daría para otro artículo…
Edit unas horas después: Casualmente hoy fue el día en el que Vodafone ha liberado algunos de los datos del mercado del SMS. Y los datos, como cabría esperar, caen en picado (EN).