Conectividad total
Hablábamos la semana pasada de la importancia de establecer desde un principio un sistema de actualización automática para todo dispositivo, más a la vista de la irrupción del internet of things en el panorama habitual de tecnología envolvente.
En él, señalábamos que uno de los principales problemas con los que nos encontramos hoy en día recaía en la figura de unos dispositivos que funcionan de forma automática y con los que, en la mayoría de situaciones, no tenemos manera de comunicarnos directamente. Desde sensores, pasando por sistemas de tracking o simples displays inteligentes, la información tiende a viajar en una sola dirección, lo que maximiza la importancia de gestionar actualizaciones en remoto e imposibilita el acceso real a la acción que realiza el dispositivo.
Bajo este paradigma, empiezan a surgir varios proyectos que intentan dotar de una experiencia digital a algo que a priori es “incapaz de mantener comunicación“. Una suerte de portal que ofrezca información contextual y con el que sí podamos interaccionar, como sería el caso de las llamadas “Web Físicas” de Google.
La idea bajo el proyecto (por ahora, poco más que un prototipo en GitHub (EN)) es que todo dispositivo conectado cuente con una web a la que se accede bien conociendo su dominio, o bien conociendo su posicionamiento, y que nos permita obtener información pública que sea de utilidad para el usuario, como podría ser el aviso de próximos autobuses a pasar por la parada donde estemos situados o qué previsión de tiempo tenemos para esta tarde.
Lo más interesante de todo, sería la posibilidad de suscribirnos en forma de notificaciones, que en algunos casos estarían asociadas a una ubicación específica (los próximos buses a pasar sería un claro ejemplo) y en otros, podrían estar desubicados (avisarme cuando llegue a la tienda ese producto que quiero comprar).
Para los más avispados, seguramente el proyecto les recuerde a esos iBeacons de Apple que tomaron tanto protagonismo hace como un año y que por ahora no han despegado, aunque en este caso, los derroteros iban más por la labor de servir de canal comunicativo para publicidad hipersegmentada y contextual (oferta específica para ti por ser cliente habitual de nuestros almacenes en aquel pantalón que has estado mirando durante casi cinco minutos).
Pero la idea a priori me gusta, ya que por un lado, desdibuja la figura del mundo virtual y mundo físico (acciones en el mundo físico llevan asociadas cambios en el mundo digital y viceversa), y por otro, da vida a una plataforma que podría llegar a ofrecer un valor incalculable. El primer paso, seguramente, sería el de digitalizar los servicios que actualmente operan de forma física. Pero después, y aquí viene lo interesante, vendrían iniciativas, apoyadas en el valor de la contextualidad, que sí aportarían valor a la experiencia física, y que hoy en día son impensables (uso de la teoría de colas para agilizar el tiempo de espera de compra en un establecimiento de forma automática, experiencia aumentada mediante dosis informativas que aumentaran la expectación diseminadas 24 horas antes de la asistencia a una obra de teatro o a una película, visita guiada a museos según los intereses del usuario,…).
Me quedo sin duda con esta segunda fase, ya que la primera se me antoja un poco más rizar el rizo (si ya puedo consultar próximos autobuses de forma física, para qué tendría que sacar mi móvil o consultar mi reloj). Y creo que es ahí donde deberían apuntar.
Por supuesto, toda cavilación se queda corta sin poder trastear de forma directa con el servicio, y conocer de primera mano las posibilidades del mismo. E incluso entonces, faltaría ver la acogida que tiene entre la comunidad de desarrolladores, que a fin de cuentas es la que saca adelante proyectos y el papel que tendría la privacidad en este entorno.