Como ya muchos sabréis, desde la España de hace apenas un lustro hasta la de nuestros días mucho ha cambiado a nivel de política.
De pronto en un país cuyo sistema electoral ha sido creado a conciencia para favorecer los gobiernos fuertes (los de mayoría absoluta, para que nos entendamos) y sus políticos están acostumbrados a sistemáticamente llevar la contraria al resto por el simple hecho de que hay que hacer campaña, no les ha tocado otra cosa que remangarse las camisas y llegar a acuerdos. Formar, a fin de cuentas, gobiernos de coalición.
Un escenario que con sus dimes y diretes, y bajo mi humilde opinión, es muchísimo más adecuado para los intereses de la mayoría.
A fin de cuentas, y aunque por regla general esas coaliciones se están montando, como cabría esperar, entre partidos que tienen la misma base ideológica, permite que el resultado final (lo que sale de ese gobierno) represente más al pueblo que lo que dictaminaba un gobierno de mayoría absoluta, que era básicamente la decisión de un solo partido y, por tanto, el punto de vista de solo una parte del electorado.
¿Que por qué te cuento todo esto?
Bueno, pues porque entre los múltiples gobiernos de coalición que ahora pueblan el territorio español tenemos al del gobierno regional de Murcia, formado en este caso por el PP y Ciudadanos. Y entre las múltiples noticias de actualidad que da la política me ha llamado la atención una entrevista (ES) que le hacían a la nueva vicepresidenta de la comunidad, Isabel Franco, sobre el cómo se gestionan internamente para estar en contacto ya no solo con los miembros de su partido, sino también con la otra parte de la coalición:
“El presidente López Miras y ella han establecido mecanismos de coordinación para facilitar el funcionamiento del Gobierno bicolor, que no se parece a lo que había funcionado hasta ahora”, dice el medio.
¿Y en qué se traduce esto? Pues en lo que te imaginas. Esos “mecanismos de coordinación para facilitar el funcionamiento del gobierno” no son más que crear un grupo de WhatsApp.
Tócatelos.
Y para colmo la susodicha respondía con sorna:
El whatsapp funciona genial.
Por qué “el WhatsApp no funciona genial” para tratar temas de trabajo
Lo he repetido hasta la saciedad, pero veo que hace falta volver a hacerlo.
Una herramienta de comunicación profesional NO (así, con mayúsculas, negrita y todo lo que me permita el editor de texto) puede compartir espacio de atención con temas personales.
Es tan sencillo como parece.
Me hierve la sangre al pensar que aquellos que están a cargo del futuro de nuestr@ país, comunidad, cuidad, estén utilizando una herramienta de comunicación masiva como herramienta de trabajo. Sencilla y llanamente no tiene sentido que un mensaje del portavoz de competencias sociales represente en el smartphone del presidente un mensaje sin leer, al mismo nivel que lo tendría si su hijo le pregunta que dónde está el mando de la televisión, y comparta exactamente el mismo espacio de notificaciones con ese grupo de amiguetes de toda la vida en el que solo se envían memes y porno.
Inconscientemente si cuando miras el smartphone ves que tienes 65 mensajes de WhatsApp sin leer, a sabiendas que de esos seguramente solo 3 o 4 son de trabajo, les vas a dar menor prioridad que si tuvieras esos 61-62 mensajes del WhatsApp poco trascendentes, y esos 3 o 4 mensajes en una aplicación que únicamente utilizas profesionalmente.
Es pura psicología humana.
Un “mecanismo de coordinación para facilitar el funcionamiento” de cualquier organización, sea un gobierno, sea una empresa, sea una asociación, debe estar sí o sí de base operando en un espacio que no se comparta con el resto de servicios de comunicación. Que cuente con su propio sistema de notificaciones, convenientemente parametrizado según su nivel de prioridad, como ya expliqué en aquel tutorial sobre gestión efectiva de notificaciones, y ya de paso que nos ofrezca las garantías de privacidad adecuadas.
Que aquí tampoco es que quiera echar pestes de WhatsApp. Como ya expliqué, y al menos hasta el momento, no podemos asegurar que el cifrado de WhatsApp sea débil. Que se supone que todo lo que decimos por WhatsApp únicamente lo pueden leer los que lo envían y los que lo reciben.
Ahora bien, WhatsApp pertenece a Facebook, una compañía cuyo principal negocio es la explotación de datos y que ha demostrado en repetidas ocasiones no ser una empresa en la que podamos confiar.
No me extrañaría ni un ápice que el día de mañana descubramos que bien sea por cómo gestiona las copias de seguridad en Android, bien sea mediante algún apaño a la hora de recibir en el terminal el mensaje, Facebook esté saltándose ese cifrado de punto a punto del que WhatsApp hace gala para espiar (con fines puramente de negocio, quiero pensar) lo que decimos y hacemos.
Ese mismo negocio que ha conseguido que EEUU o Brasil tengan ahora un presidente que parece sacado de una novela distópica. Ese mismo negocio que ha servido de herramienta de manipulación para convencer a la suficiente parte del electorado inglés de que la mejor opción era salirse de Europa.
Y lo peor de todo es que tenemos alternativas muchísimo más adecuadas
Sin ir más lejos por ahí tenemos a Slack, una herramienta que le da mil vueltas a WhatsApp, que también tiene una versión gratuita, y que ha sido diseñada no para el uso masivo, sino para el uso dentro de organizaciones, lo que significa que el administrador tiene la capacidad de parametrizar absolutamente todo lo que se te ocurra.
Un servidor, de hecho, ya ha ayudado a no pocas empresas a dar el paso y gestionar toda su comunciación intra-organizativa con Slack.
En AERCO-PSM (por cierto, espero que dentro de poco pueda contaros cómo ha sido este último año siendo vicepresidente de esta asociación española), por contarte uno de los casos, fue una de las primeras medidas que tomé cuando entré como Vocal del Digitalización. Y claro que nos costó, pero el cambio (estaban utilizando WhatsApp…) se saldó con un uso más moderado y puramente profesional de los canales.
Es más, hace apenas unos meses que impartí la última formación sobre comunicación-intraempresa, en este caso para la Cámara de Comercio de Terrassa, donde buena parte del tiempo estuvimos explicando cómo implantar Slack en las organizaciones de los directivos allí presentes.
Y siguiendo, aunque sea, por otras opciones como Telegram, que aunque sí están diseñadas para el uso como herramienta de consumo, al menos (y en este caso podemos considerar que es algo positivo) no cuentan con un uso mayoritario para fines personales en occidente, por lo que en la mayoría de casos estamos cumpliendo esa máxima de que la herramienta de comunciación corporativa esté separada espacialmente de las que utilizamos para otros menesteres.
Una aplicación que además es realmente multiplataforma (WhatsApp Web es un insulto a la inteligencia de los consumidores), y cuyo fundador ha demostrado estar tan a favor de proteger la privacidad de sus usuarios que hasta se ha tenido que ir a vivir fuera de su país natal (Rusia) por negarse a darle al Kremlin una puerta trasera que le sirviera para espiar a los ciudadanos.
En fin, que plantéate aunque sea esto la próxima vez que en vuestra organización estéis utilizando WhatsApp como herramienta de comunicación interna.
Es muchísimo menos operativa, comparte espacio y sistema de notificaciones con contenido de índole personal y/o entretenimiento, y para colmo tiene detrás a una compañía que está envuelta en varios de los mayores abusos de privacidad de la historia.
No, WhatsApp no es la herramienta que necesitas.
Y no, no estoy para nada de acuerdo con que nuestros políticos, que para colmo están cobrando de los impuestos que yo pago, la utilicen para hacer su trabajo.
Si en tu empresa tienes a otra “Isabel”, hazme el favor y compártele esta pieza. Y si al final la organización cree oportuno solicitar ayuda con este tema, ya sabéis por dónde estoy.
Vale, que aca si mal no recuerdo; han despedido a funcionarios mediante whatsapp.
Creo que desde un principio por verse “cool” usando la “tecnologia”.
Hace poco en un banco, quien me atendia expreso “todo el mundo esta conectado”; deseaba darle un par de mi “palabras motivacionales” pero seria dificil que comprendiera que estan mal conectados y solo van como un monton apretandose, caminando por un pasillo largo y reduciendose cada vez mas.
Es dificil sacar de la ignorancia y sacarles las frases ya automatizadas.
P.D. Sobre tu información de protección de datos que ofreces abajo de los comentarios… si es una modelo de ojos azules, verde, peliroja, alta, bastante atractiva. Dale toda la información de mí, dale lo que podas y si necesita más de mí, avisarme y con gusto te agrego más datos. XD
jajaja, lo tendré en cuenta Di Billy. Tranquilo 😛
Empiezo leyendo con intriga de por que no van a poder usar whatsapp entre ellos o incluso con aquellas personas en las que han formado alianzas…
No obstante tenemos un error común al considerar que nuestros diligentes políticos son seres superiores, nuestros jefes, aquellos que nos gobiernan. Ciertamente me gusta el concepto que usan los norteamericanos cuando se refieren a los políticos electos como los que gestionan el país, por que no deberíamos pensar que su función (teórica si queremos) es justamente esa, gestionar de la mejor manera posible los asuntos que confieren a los ciudadanos. Claro que en la práctica ellos mismos se creen amos y señores de sus dominios, y que les da un poco igual que sus intereses estén o no alineados con los del electorado.
Tras este apunte, siempre he defendido que lo personal debe estar claramente separado de lo profesional, ya que si le dejo el móvil a mi hijo para que juegue, lo más probable es que instale todo lo que caiga en sus manos, haciendo click a diestro y siniestro, si el dispositivo de trabajo no es ese, no veo problema. Pero esto en la práctica no es fácil, e, incluso en muchos casos, ni siquiera es viable, ya no digamos si las personas que utilizan estos dispositivos no son conscientes de los peligros que esto conlleva.
Quizás el problema que ves es el uso que le dan a la herramienta, y es que whatsapp es muy pobre en funcionalidad, pero si el usuario dice que le va genial quien soy yo para decir lo contrario. Quizás es que uso el whatapp como herramienta de trabajo de una forma muy pobre con cosas tipo “mira a ver que pasa con este cliente” y seguir via email o con lo que sea, y quizás lo estén usando para enviar contratos o hacer votaciones, pero vamos, que las herramientas siempre son buenas o malas según el uso que cada uno le de.
No sabría como posicionarme con el tema de crear un sistema de seguridad de cifrado extraordinario para a continuación crear otro que se lo salte, pero lo que si tenemos que tener seguro es que ningún sistema es suficientemente seguro para que se rompa la seguridad, por mucho que nos parezca que telegram garantiza la seguridad de nuestras comunicaciones, no podemos tener realmente esa seguridad de ningún modo.
Para finalizar, con tu comentario final, como ya hace mucho que perdí la fe en la política, creo que nuestra opinión sobre en lo que gastan o no el dinero público, les importa un pimiento, así que, nos guste o no, seguirán haciendo lo que les de la gana, a fin de cuentas es el poder que los ciudadanos supuestamente tenemos, decidir quien queremos que haga lo que le de la gana durante 4 años, y eso es lo que tenemos, políticos que hacen lo que les da la gana
Claro claro, si más allá del tema propio de la seguridad y privacidad, que ahí como comentaba son solo conjeturas basadas en el histórico que tiene Facebook al respecto, lo que más grave veo es que al estar utilizando para temas personales y profesionales la misma herramienta, inconscientemente estamos restando valor al apartado profesional.
Es imposible que podamos segmentar de forma adecuada un sistema informacional por prioridades si la propia herramienta no nos permite marcar esas prioridades, y cuando una notificación sobre una nueva propuesta legislativa tiene el mismo peso en interfaz que un meme enviado por el grupo de amigos, el sistema se rompe.
Bueno, en cualquier caso, en el caso whatapp, prefiero que me digan que me vana espiar que no que lo hagan y no me lo digan. En ese sentido aplico los mismos principios tanto personal como profesionalmente, y por muchas herramientas que usemos, es inevitable que profesionalmente también se manden memes Mis comunicaciones personales estásn “protegidos” por los mismos derechos si no más, que las comunicaciones profesionales, por mucho que se haya sustituido el concepto de intimidad por el de privacidad (y ya de paso nos saltamos otro derecho constitucional fundamental). Creo que la separación debería partir de usar dispositivos diferentes, ya que la empresa no puede exigir a sus empleados que fuera del entorno laboral tenga el mismo cuidado. Cuando una empresa “obliga” a sus empleados a utilizar dispositivos personales está exponiendo la empresa, y no es culpa del empleado si no de la empresa.
Por lo tanto, si whatsapp no es apto para empresas por que no cumple la inviolabilidad de las comunicaciones, tampoco debe serlo a nivel personal.
El segundo punto es que si ya cuesta implantar herramientas en empresas, ya no digamos en empresas diferentes, como es el caso que nos ocupa, cuando además ni entienden la necesidad (como la mayor parte de los usuarios)
Y ya de paso tampoco me parece que el whatapp sea el medio adecuado para despedir a alguien, pero tampoco telegram, slacks o cualquier otra. Pero aun y en ese caso, no es suficiente para que cada empresa haga lo que le apetezca
Si no te voy a llevar la contraria en todo esto. Tienes más razón que un santo.
Lo perfecto sería que la empresa cediera al trabajador un dispositivo con un MDA adecuado para que solo se utilizase para fines profesionales. Pero vaya, que esto tiene un coste que no todas las empresas están interesadas en afrontar, y en el otro lado está el trabajador, que se niega en muchos casos a llevar dos smartphones para hacer cosas “que podría hacer desde el mismo”.
Que no le falta razón. Incluso es posible generar entornos personales y de trabajo. Pero de nuevo, con conocimiento. Cosa que bien sabemos que no hay.
Y si no hay conocimiento, no hay necesidad. Así que volvemos al estado actual, con políticos utilizando WhatsApp desde su cuenta personal para temas profesionales. Y tan felices, oye.
Me encaja tu razón para no usar WhatsApp a nivel profesional, pero para mí hay otras de mayor peso. Deberías usar un servicio que sea usable eficientemente en escritorio, con un teclado grande y que sea muy bueno en multiplataforma. Eso deja a WhatsApp fulera de inmediato.
También que tengas control sobre los datos desde la organización.
Sin embargo tras haber usado Slack no lo recomendaría, pues cuando tiene éxito pasas a necesitar la versión de pago, con un coste desproporcionado.
En una empresa cliente de unos 50 usuarios, al año sólo podíamos consultar el histórico de las últimas 2 semanas, con importantes inconvenientes. Migramos a Mattermost, herramienta libre y estamos encantados.
Buena aporte Mario. No conozco la que mencionas. Le echaré un vistazo.
Échale un vistazo. En un slack libre. Obviamente no es tan completo pero muy usable, sin limitaciones y sin coste
Además gracias a eso hemos podido usar funciones muy útiles, como usar hipervínculos a contenidos publicados (en slack cuando accedíamos al link ya no podíamos ver ese contenido). Agiliza mucho
Siempre he desconfiado de WhatsApp, pero se ha popularizado mucho. Al menos hay otras opciones
Ya, justo eso Rafa.