Quería haber hablado de esto el viernes, pero lo leí justo después de haberte enviado el último artículo, y me pareció abusar enviar dos el mismo día.

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El caso es que Liberia, un país ubicado en la costa oeste de África, sufría un apagón cibernético el pasado jueves (EN).

¿La culpable? Mirai, esa botnet de la que ya he hablado en profundidad hace unas semanas, creada a partir de millones de dispositivos del internet de las cosas (routers, bombillas, electrodomésticos…) desprotegidos, y que está siendo el juguete preferido de buena parte de la industria del crimen (y quien sabe si también de alguna agencia de inteligencia…).

Repito: un ejército de cosas de casa conectadas ha dejado durante unas horas sin conexión a un país. Que vale que es pequeño y depende de un solo cable submarino, pero vamos, que la cosa pinta mal.

Ya no solo por el coste que han tenido que pagar los ciudadanos de Liberia  (millones de dólares perdidos, ya te lo aseguro), sino porque se siguen cumpliendo las expectativas que el bueno de Scheiner exponía hace unos meses.

Hay alguien (o «alguienes») interesado en encontrar los puntos débiles de la red.

Y quizás el día de mañana no sea Liberia, ni tan siquiera una serie de servicios digitales masivos, sino Europa, Latinoamérica y/o EEUU.

Ojito con esa tostadora que tienes en la cocina…

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