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Negocios Seguros
Lo he comentado ya en más de una ocasión.
De la semana que estuve por el Campus de Google de San Francisco, de lejos lo que más me gustó fue, precisamente, su política de comida 24/7.
De verdad. Para alguien al que le gusta comer «un poco», la simple idea de que en cualquier momento puedo bajar al restaurante (o mejor aún, pedir que me lo suban) para disfrutar de una comida preparada al momento de casi cualquier parte del mundo, es casi como un sueño húmedo.
De ahí, de hecho, que por la bahía se hable del «Google 15» (EN), o cómo era normal engordar 15 libras (7 kilos) en tus primeros años dentro.
Un mal endémico a todos los trabajadores de empresas tecnológicas de alto grado de productividad de la zona, por eso de que precisamente este tipo de iniciativas tienen como objetivo que trabajes 24/7 (y los tiempos libres que tengas, que ni salgas del complejo).
Al final, como ya sabréis, decidí no seguir con el proceso precisamente por esto último (en el momento de vida en el que estaba tenía otros objetivos), pero eso no quita que haya seguido el tema con pasión, a ver cómo evolucionaba.
Y recientemente he dado con esta pieza de Bonappetit (EN) que sencilla y llanamente me ha encantado.
El sub-título ya lo dice todo: Cómo Google ha hackeado a sus trabajadores para que coman más sano.
Y entrando en materia, básicamente estamos ante una arquitectura de sus espacios basada puramente en la elección.
¿Cómo? Pues lo resumía muy bien Esther en Magnet (ES):
- Reduciendo el tamaño de las porciones de todos los alimentos (sus burritos son casi la mitad del tamaño que los de Chipotle), haciendo que te sientas peor al intentar repetir.
- Ofreciendo las raciones de snacks individuales más pequeñas (en vez de paquetes de seis Oreos, paquetes de dos).
- Agua, también con sabores, siempre a la vista.
- La comida sana siempre es la primera que ves, según entras a cada cantina o “microkitchen”, de forma que para cuando has llegado a los platos más calóricos tú ya te has servido de lo otro (y añado que quedan más lejos de las mesas, ergo te toca desplazarte por toda la cantina «para que te vean»).
- Las bebidas azucaradas siempre al fondo de las neveras. Tendrás que sortear una decena de botellas de agua para llegar al Nestea.
- Sellos alimenticios. Puedes comerte una manzana de etiqueta verde o pasearte hasta tu mesa con una chocolatina de un rojo brillante.
Al que añadiría otro que tiene un tinte más cultural: Los chefs han ido paulatinamente dándole más bombo a los platos en los que los vegetales son el elemento principal, estimulando visualmente a los trabajadores de verde como producto de calidad y no de rojo (carne o marisco) como hasta ahora.
El impacto económico de este tipo de medidas
Sobra decir que Google no hace esto porque quiera mejorar el mundo.
Lo hace porque por supuesto esto tiene un impacto económico muy positivo:
- En el mundo tech el coste de reemplazo de un empleado especializado puede ser de más de dos veces su salario anual. Como explican en este detallado artículo de Onezero (EN), hay empleados que ya no piensan irse en parte por tener un espacio donde las ensaladas están buenas y son gratis, mientras en otros centros pueden costar 14 dólares frente a los 3 dólares de la ración de pizza (recordemos que hablamos del país en que sale más caro una botella de agua que una botella de Coca-Cola).
- Además del atractivo para nuevos trabajadores (como era mi caso, y una excusa más para seducir a perfiles técnicos muy difíciles de encontrar), está demostrado que si la empresa te suministra mejor comida dentro de las instalaciones que fuera, el trabajador pasa de media más tiempo trabajando (menos tiempo libre), y puesto que las mesas son comunitarias, fomenta la creación de sinergias locas entre trabajadores que probablemente, de otra manera, no hubieran mantenido contacto (ergo más potenciales servicios e innovación para la compañía).
- Un aumento de la productividad: Otro efecto colateral. Las carnes son más costosas (metabólicamente hablando) de digerir que las verduras. De ahí la sensación de pesadez que nos produce un bistec frente a una ensalada. Algo que precisamente para trabajar como que no es bueno.
- Mejor salud, menor coste: Pero la guinda del pastel la ponen los números de excel. Trabajadores alimentados con mayor cantidad de verduras supone, de facto, trabajadores que piden menos bajas, y además, trabajadores que hacen un menor uso del seguro sanitario que paga la compañía.
¿Ves por dónde quiero ir?
Con la tontería Google ha conseguido pasar de servir cero ensaladas para desayunar a servir 2.300 cada día. De un consumo por persona de 7 kilos anuales de marisco y pescado, a 12 kilos. Aunque la media de refrescos se ha mantenido en las 20 latas por empleado y año, el consumo de agua también se ha incrementado mucho.
Y eso es un ahorro brutal, tanto de talento como puramente económico.
Una iniciativa que para colmo también es positiva para la sociedad, ¡así que bienvenida sea!
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