Tengo preparada ya una pieza sobre algunos de los puntos que bajo mi humilde opinión han llevado a los de Redmond a tener un sentiment global mayormente negativo. Y no se debe precisamente a lo que hayan hecho últimamente, sino más bien a la herencia que cargan en la mochila de la década Ballmer.
Pensaba publicarlo estos días, pero al final, entre el puente de mayo y las noticias de última hora, saldrá previsiblemente la semana que viene. En todo caso, y entrando ya al tema que me gustaría tratar hoy, este no es uno de esos movimientos a aplaudir.
No porque en efecto reme quizás hacia el camino que Windows debería seguir, sino porque como todos los primeros pasos está sujeto a una serie de decisiones que no creo que sean las más idóneas.
Pero empecemos por el principio.
Surface Laptop
Este martes Microsoft presentaba, en uno de sus eventos dirigidos al sector educativo, dos nuevos productos que vienen a engordar su ya considerable catálogo: el nuevo Surface Laptop y Windows 10 S.
(vídeo no disponible)
El primero (EN) lo definiría como el acercamiento que tiene Microsoft a la figura del portátil per sé, dejando de lado los convertibles.
Es de facto una pieza que faltaba, y como viene siendo habitual, llega como golpe a la mesa de lo que los de Redmond esperan que sea la experiencia frente a un portátil. Un Surface Laptop que difícilmente va a competir de igual a igual en el sector educativo (y en cualquier otro) con los Chromebooks, más que nada por el precio (a partir de 999 dólares) y por sus características técnicas (básicamente estamos ante un dispositivo de gama alta).
Hay, eso sí, algunos aciertos que merecen ser señalados, como es la inclusión de una pantalla táctil (vale que en un portátil convencional no es crítica, pero oye, se agradece), el haber apostado por procesadores Core i (dejando de lado ese despropósito de los Core M), y la posibilidad de aumentar en prestaciones hasta transformarlo en una máquina con i7 de última generación, 16GB de RAM y hasta 1tera (en otros lugares he leído 512GB) de SSD. Pero también tiene algunos puntos que me chirrían, como la inclusión de un único puerto USB (aunque sea el camino a seguir, qué oportunidad perdida para distanciarse del Macbook…), el que monte una gráfica integrada (¿en serio?), y que por supuesto en su precio no está incluido ninguno de los accesorios oficiales (Surface Pen, Surface Arc Mouse y Surface Dock).
Por cierto, del teclado no digo nada porque sin probarlo es hablar por hablar. Y a nivel de diseño creo que han acertado, lo suficientemente pequeño y con el peso justo para sentir que estás ante algo de calidad.
Gama alta, a fin de cuentas, para ese sector que solo Dios sabe por qué siguen prefiriendo un portátil convencional a un convertible, habiendo en el mercado convertibles con las mismas prestaciones (y mejores) que además de funcionar como portátiles son… ¡convertibles!
En fin, que podría pasar todo esto por alto sino fuera porque viene con Windows 10 S instalado por defecto. Y esto merece un apartado aparte.
Windows 10 S no es competencia de ChromeOS sino el intento de Microsoft por controlar su ecosistema
En estos últimos dos días he leído de todo, y me temo que muchos de estos periodistas han malentendido los objetivos que tiene un sistema operativo como Windows 10 S.
El que haya sido presentado en un evento educativo tampoco ayuda, todo hay que decirlo, pero me gustaría señalar ya de primeras que no estamos ante la propuesta de Microsoft por combatir el auge de ChromeOS ofreciendo un sistema operativo capado, sino más bien probando a ver cómo funcionaría un Windows cuya experiencia está totalmente controlada por parte de la compañía.
Es, de facto, uno de los principales hándicaps a los que voy a hacer mención en el artículo de la semana próxima. Si algo rema en contra de los intereses de Microsoft es precisamente… que el usuario tiene la potestad de instalar en sus dispositivos lo que le de la real gana, y que su sistema operativo está diseñado para trabajar en cualquier combinación de hardware habida y por haber, con toda la complejidad que ello supone.
Si miramos a la competencia (Apple, que no Google), la estrategia es diametralmente opuesta. MacOS solo necesita funcionar bien en una muy limitada serie de dispositivos que han sido creados específicamente para ese sistema operativo. Y cada vez que hay una nueva actualización del SO, casi todos la reciben, no siendo necesario que los desarrollos de terceros sean retrocompatibles.
Volviendo a Microsoft, esa apertura que a algunos tanto nos gusta es de facto una traba a la hora de crear una experiencia de uso satisfactoria. Hay simplemente demasiados frentes abiertos (diferentes combinaciones de hardware, con diferente software preinstalado y con diferentes programas instalados por el propio usuario) como para asegurar que el usuario vaya a gozar de una experiencia tal cual Microsoft espera que el cliente tenga en su sistema.
Y ahí entra Windows 10 S. Una versión “capada” de Windows 10 en la que únicamente se podrán instalar aplicaciones del market (esto es, aplicaciones que han sido ya testadas por sus ingenieros y que han pasado las pruebas oportunas). Una versión “capada” de Windows 10 en el que los programas por defecto no se pueden modificar (lo que le asegura a Microsoft que las fotos se abren con Fotos, o que el navegador por defecto será Edge, todo dentro de sus dominios y con la experiencia que ellos estimen oportuna). Una versión “capada” de Windows 10 que presumiblemente funcionará igual de bien en un ordenador de gama alta como es este Surface Laptop, o uno de gama de entrada con 4GB de RAM. Simplemente porque el ecosistema alrededor de Windows está limitado a aquel subconjunto que la compañía ha testado y sabe a ciencia cierta que no supone una traba a su experiencia.
Ni es competidor directo de ChromeOS (de hecho es bastante más que lo que ofrece el SO de Google), ni tampoco podemos considerar que sea la evolución lógica de Windows RT (aunque hereda muchos puntos en común), sino más bien un acercamiento a lo que les gustaría que acabase siendo Windows.
Un acercamiento bastante pobre (el que no puedas cambiar ni tan siquiera el buscador por defecto me parece un despropósito), aunque entiendo las razones que les llevan a ofrecer esta alternativa (mayor control implica más seguridad y mucha mejor usabilidad).
Descontando que también podría servir de antesala para forzar a los grandes desarrolladores a pasar o como mínimo crear una versión adecuada de su software (véase Adobe, véase Valve…) en el market de Windows. Falta ver qué acogida tendrá en el mercado, pero podría ser un buen comienzo para homogeneizar la experiencia en Windows 10.
Afortunadamente, eso sí, la compañía ha dado de margen hasta el 31 de diciembre de este año para que todos aquellos que tengan un dispositivo con Windows 10 S puedan pasarse de forma totalmente gratuita a Windows 10 Pro (más que nada porque un profesional, y muchos estudiantes, hoy en día difícilmente van a poder vivir sin instalar programas de fuera del market), y también podrán hacerlo a partir de entonces, eso sí, pasando por caja.
En fin, que buen intento, Microsoft, aunque haya todavía algunos puntos que se deben pulir.
En Gurusbiter hablo sobre el verdadero objetivo que hay detrás de W10 S, el crear más mejores aplicaciones para la windows store, un punto crítico ahora mismo y talón de aquiles de las tablets windows, que actualmente no son competitivas por esa misma razón.
Sin embargo, el enfoque de la surface laptop no está demasiado bien elegido para este objetivo… debería haber sido un producto más agresivo como lo fue el Nexus 4 o 5 para conseguir esta mejora en la Windows Store.
Sin embargo, creo que el movimiento conseguirá que ciertas compañías se planteen seriamente el trabajar una versión para la Windows store basada en UWP.
Recordad, que el fin último es mejorar la oferta de apps para los móviles de Windows
Así es. Y lo compraría sino fuera porque, como bien dices, el Surface Laptop no parece encajar muy bien en ese objetivo. Pero bueno, que entiendo que era el primer acercamiento. Ayer ya han empezado a presentar portátiles con Windows 10 S de gama de entrada (creo que fue HP o ASUS), y por ahí sí pueden ir los tiros.
Saludos!
Si al portatil le hubieran quitado un par de detalles como el cuero, o la pantalla tactil y mantienen lo demás, reduciendo el precio a 750, rompen absolutamente el mercado, hubieran conseguido un publico de masas, traerian la experiencia de Windows puro a la gente, por fin se popularizaria un ultrabook en condiciones a demás del auge de accesorios innalambricos por la falta de puertos y además, hubieran conseguido de una manera más clara el animar a los desarrolladores a enfocarse a la Windows Store.
Windows necesita ahora mucha agresividad… la gente usa Windows porque los Macbooks son caros, no porque sea su eleccion y en tablets o telefonos dificilmente se considera la opcion.
Has dado en el quid de la cuestión. Te va a gustar el artículo de la semana que viene, entonces :).
Pero sí. Se utiliza por necesidad, y es una pena porque Windows 10 es posiblemente el sistema operativo más disruptivo de los últimos años. Tampoco es decir mucho, que MacOS, Android, iOS y buena parte de las distro de Linux están en modo conformista, sin arriesgarse más que lo estrictamente necesario para acaparar alguna que otra portada.
No me los pierdo Pablo 😉
“(dejando de lado ese despropósito de los Core M)”
No entiendo yo eso. Tanto mi Macbook 2014 como mi Cube i7, ambas con CoreM, funcionan cojonudas y con un rendimiento y duración de batería más que aceptable.
Desconozco Rafa qué uso le das al dispositivo, pero los Core M fueron diseñados para convertibles de gama de entrada. Anteponen, y de una forma magistral, autonomía frente a potencia. Lo que les ha llevado a que, al menos las primeras versiones, se mostrasen un poco apurados cuando tienes unas cuantas pestañas de Chorme abiertas o cuando utilizas algún que otro software que exige algo más (herramientas de diseño, videojuegos…).
Para un uso moderado un Core M es seguramente más que suficiente. Y además alargará, como bien dices, la duración de la batería. Pero se quedan un tanto cortos cuando tienen que hacer unas cuantas cosas en paralelo, o lo que queremos hacer requiere un poco más de máquina.
Claro, pero es que para alguien en su casa el CoreM le sobra para todo. Yo hasta hago Hangouts con el Macbook sin problema ninguno, y para lo típico en una casa (correo, navegar, ver alguna película) me funciona perfecto, y mira que yo soy tiquismiquis con todo eso.
Desde luego, que tirar líneas en C++… ni borracho de agua homeoterápica.
Supongo que para el usuario medio, en la win store habrá suficiente, pero para un usuario avanzado el win pro será un must. Si a los surface se les puede instalar win10 pro no habrá problema, sino, en breve tendremos un alud de quejas sobre estos modelos.
A mi desde xp win cada vez me ha gustado menos y he acabado usando linux en todos los ordenadores que tengo. Libertad, privacidad y rendimiento son las razones.
Para mi , hoy en día sólo tiene sentido usar win si usas office, la suite de adobe o para jugar a títulos tripe A.
nos-x siempre me ha parecido un sistema muy capado y controlado.
También sería interesante que acciones se pueden llevar a cabo en el win 10 s para proteger nuestra privacidad.
En fin, veremos que pasa en los próximos años.
La idea sería esa Óscar. Que al final la windows store sirva tanto para el usuario medio como para el profesional, habida cuenta de que los grandes desarrolladores han acabado por pasar por esos derroteros.
Desde el punto de vista global de la seguridad y la usabilidad sería una gran noticia. Por supuesto, esto es a costa de la libertad, tanto para usuarios como sobre todo para desarrolladores (hay que repartir ganancias con Microsoft, y adaptarse a sus requisitos).
hoy en día, y hasta fin de año, se puede cambiar de forma totalmente gratuita de Windows 10 S a Windows 10 Pro. Es más, lo mismo podría ser interesante si vamos a hacer una nueva compra de dispositivo, ya que Windows 10 S se licencia de forma gratuita a fabricantes de hardware (es decir, los dispositivos con Windows 10 S de Stock deberían costar algo menos de 100 euros respecto a los de Windows 10, y luego al llegar a casa podríamos cambiarlo a la versión PRO si de verdad queremos/necesitamos sin coste alguno).
En fin, que como decía en el artículo, entiendo los objetivos. Comparto parte de ellos, pero para que todo funcione depende de un pez que se muerde la cola (que el software profesional esté en el market de Windows, ergo que Windows 10 S triunfe lo suficiente como para forzar al software profesional a estar en el market, ergo que el sector profesional vea más ventajas que inconvenientes en Windows 10 S, ergo…).