El título de esta entrada parece sacado de un blog de extrema izquierda, pero nada más lejos de la realidad. Dejando de lado los intereses políticos de un servidor (más bien apático tanto al rojo como al azul), lo cierto es que la gestión que el gobierno (y digo gobierno en general, no partidos) en lo respectivo al cambio de frecuencias de la TDT nos va a llevar a pagar de nuevo (sí, de nuevo) unos 300 millones de euros, dinero que ya habíamos invertido en lo mismo hace dos años.

Os pongo en antecedentes:

La televisión española data de 1956 (parece que estoy hablando de un descubrimiento arqueológico, pero bueno…). Por aquel entonces, una señal digital era levantar el dedo gordo para pedir un taxi (los pocos que se lo podían permitir, todo hay que decirlo).

Hablamos de la era analógica, que comenzó sus andadas en la península con VHF, y más adelante con UHF (de esta todo aquel que tuviera en casa un televisor, y una familia que consideraba la tecnología magia os acordaréis).

El antes y después

Todo fue muy bien hasta el 30 de marzo de 2010, cuando las prestaciones (y de paso la obligatoriedad por motivos económicos y de actualización) de la señal digital propiciaron el llamado «Apagón analógico«, en pos de la nueva TDT, la Televisión Digital Terrestre.

El cambio vaticinaba un futuro de televisión interactiva, en HD (e incluso 3D), cientos de canales, y todo aquello que nos vendieron y que todavía, dos años después, está por ver. Las Arcas Públicas corrieron con los gastos (esto es, nosotros).

Por aquel entonces, ya se había hablado de 4G, y las tecnologías móviles estaban ya bien consolidadas (digo esto para acallar esas voces que aseguran que se hizo lo correcto). De hecho, una directiva europea ya había avisado a España (entre otros países), que dentro de poco serían necesarios este ancho de banda para la telefonía.

¿Y que ha pasado? Pues que lo que hace dos años era una recomendación, actualmente es un mandato. Para 2015 la la banda comprendida entre los 794 y 862 MHz y los canales 61 a 69 de la UHF, se deben reservar para la telefonía móvil de cuarta generación (LTE).

¿Quién tiene la culpa? La planificación del gobierno, que en su momento no hizo caso a la previsión de lo que actualmente se llama LTE, Long Term Evolution, o el nuevo estándar de 4G, y apostó por el estándar DVB-T, a diferencia del resto de países.

Como suele pasar en estos casos, los políticos no hablan de ello, y los medios comunes parece que tampoco. En principio el cambio, al tratarse de un error de (recalco lo de error), iba a estar compensado, cosa que al final parece que no (la crisis, dicen), y tendrá que pagarlo íntegramente el contribuyente (nosotros).

Así que para el 1 de enero del 2014 (para esto sí nos adelantamos, fíjate tú), habrá que volver a sintonizar nuestros televisores, y rascarnos los monederos.