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Joan Gimeno, periodista del programa Hora 25 de la Cadena SER, me llamó hace unos días para pedir mi opinión sobre esa tendencia cada vez más habitual de consumir contenido audiovisual a más velocidad de la que ha sido grabado, con el fin de preparar un reportaje (ES) sobre el speedwatching, que es como se denomina a esto en habla inglesa.

Un tema del que, por cierto, ya hablé hace unos años en otro medio de comunicación.

Por supuesto, acepté, y estuvimos charlando durante unos veinte minutos, de los cuales, como suele ocurrir, acabaron poniendo en antena una pequeña parte.

Puedes escuchar el reportaje completo por aquí:

Así pues, como ya es habitual, transcribo más o menos las preguntas (las tres más importantes, que realmente hablamos de mucho más) que me pasó Joan, junto con mis respuestas.

¿Por qué se está poniendo de moda el speedwatching?

Se debe a la propia evolución del consumo en la sociedad.

  1. Por un lado, estamos cada vez más expuestos a impactos informativos: A día de hoy el productor de contenido no es solo la cadena de radio, la televisión o la prensa, sino en líneas generales, cualquiera de nosotros por medio de nuestros perfiles en redes sociales y servicios online. Lo que conlleva tener que dividir el interés que le dedicamos a ese consumo entre muchos más canales.
  2. Por otro lado, esto genera el ya conocido síndrome del FOMO, o miedo a perderse algo que está ocurriendo: A quedar fuera del discurso (esa conversación improvisada sobre el último capítulo de la serie de moda en el café del trabajo, esa otra sobre lo que ha ocurrido en Ucrania la noche pasada con los compañeros de pilates…).

Si cada vez tenemos menos tiempo para consumir contenido, y más contenido para consumir, con la presión social de estar al tanto de lo que sale, la única opción que nos queda es, en efecto, consumirlo más rápido.

De esta manera, si una serie tiene, de media, 8 capítulos, y cada capítulo dura cuarenta y cinco minutos, si lo ponemos a 1,5x, nos durará treinta minutos, lo que supone consumir más o menos el mismo contenido pero ahorrando dos horas en total. Dos horas que podemos aprovechar para consumir otro contenido, o simplemente para poder seguir con el resto de nuestra rutina.

Sé que suena muy absurdo, pero es la realidad, y sobre todo con las nuevas generaciones, que consumen más en móviles, se está viendo cada vez más.

Tanto en vídeo, como en audio, ojo.

¿Qué ha cambiado en la sociedad para que dediquemos menos tiempo a las cosas?

No es que dediquemos menos tiempo al entretenimiento. De hecho estamos ahora dedicando más tiempo a ocio que nunca en la historia de nuestra civilización.

El problema, como te decía, es que tenemos mucho más contenido al que atender, y muchos más canales que compiten por nuestra atención.

Antiguamente ponías la televisión, y realmente tenías tres o cinco canales. Hoy en día lo habitual es tener decenas. Sin olvidarnos de los servicios de streaming de contenido, y de los sistemas para volver atrás en el tiempo y ver programas pasados que ya fueron emitidos.

Todo mientras en nuestro móvil están llegando continuamente notificaciones de decenas de aplicaciones alertándonos de cualquier tontería que ha publicado un amigo o que en su momento, consciente o inconscientemente, hemos marcado que nos avise cuando algo ocurre.

¿Se están entonces adaptando los contenidos a que el consumidor los acelere?

Lo cierto es que sí, y el mejor ejemplo lo tenemos en las series enfocadas a adolescentes en plataformas como Netflix que, sabedores que su público objetivo hace un consumo muy particular de ellas (sobre todo desde dispositivos móviles, en periodos cortos mientras están en el transporte público, y a veces acelerando la velocidad a un 1,25x o incluso más), están siendo grabadas de manera distinta: Capítulos más cortos (menor tiempo destinado para estar al día), abusan lo máximo posible del primerísimo primer plano (la pantalla es pequeña y está cerca de los ojos), mucha acción (es más fácil de seguir), arcos narrativos más ligeros (de nuevo, para que podamos seguirla sin problema aunque sea con un consumo a cachitos).

Además, Netflix, que básicamente es una empresa de machine learning cuyo producto son series y películas (no una productora al uso), ha conseguido imponer esos lanzamientos de temporadas enteras el mismo día, que facilitan esos ansiados atracones de series que tan bien ha funcionado con algunos lanzamientos, frente a la histórica distribución episódica por semana, mucho más reposada, y que por tanto, deja mayor poso (pero requiere de mayor atención).

Tenemos también desde hace unos años el auge de las series antológicas, que no te obligan a verlas de inicio a fin, ya que cada capítulo cuenta una historia diferente. E incluso puntos medios, como el de Caledoscopio, que es un lanzamiento reciente de Netflix con una historia única, pero grabado de manera que podemos ver cualquiera de sus capítulos en cualquier orden.

Por último, esta nueva forma de consumir contenido afecta al negocio de la creación de contenido, requiriendo unos lanzamientos constantes para seguir en boca de la sociedad. Grandes franquicias como Marvel, DC o StarWars, de las más exitosas del momento, son buenos ejemplo de ello.

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