Publico hoy en La U – El diario de Kampussia, periódico de actualidad universitaria líder del sector del cual soy administrador y colaborador esporádico. Hablando de la Generación Y y el sentido de lo público aparece primero en PabloYglesias.

 

Llevo ya semanas detrás de intentar establecer un vínculo más o menos global con lo que se ha querido llamar Generación Y, aquellos que nacimos entre 1982 y 1995, en un mundo cultural tecnológico, un ecosistema social consumista y económicamente insostenible, y que ha acabado por explotar en estos últimos años.

generación Y

La comodidad y ciertas facilidades que nuestros abuelos e incluso padres consideraban lujos son normales para nosotros, puesto que los principios han cambiado. Somos la generación de la libertad en muchos aspectos, y paradójicamente estamos abocados a un continuo avanzar hacia una meta que se aleja por momentos.

Últimamente ya no oigo eso de «pues yo en vuestra época…«, y es anecdótico por el simple hecho que hay una irrupción en la forma de pensar de los adultos. Después de varias generaciones, con un aumento gradual de la libertad y la accesibilidad, vivimos una etapa de retroceso que desalienta a tales aseveraciones.

Por primera vez el futuro es más gris que el pasado, y los jóvenes de ahora han de preocuparse más por establecer la diferencia, lo que les es innato y los distingue como individuos, que lo que en su momento han tenido nuestros padres o abuelos que hacer.

Vivimos en una libertad calculada, una tensión continuada por vivir el momento, y una necesidad porque ello se transfiera a una realidad digital. Todo lo que no ocurre en nuestro alter ego (ya sea Facebook, Twitter, Tumblr, Pinterest o la red del momento), no ha ocurrido, lo que obliga hasta cierto punto a adaptarte o morir.

Ya cuesta quedar sino tienes un smartphone, cómo sacas adelante un trabajo colaborativo sino es gracias a dropbox o google drive,…

Vivimos en una era tecnológica sin precedentes, prohibitiva y contraria al rumbo económico, asfixiante e irrespetuosa con el resto. Una sociedad hiperconectada, con nuevos problemas y más necesidad de aparente individualización, conocedora de los peligros de una vida pública y siempre a contracorriente de la eterna lucha librada en busca de la privacidad. Un universo de círculos sociales, generados por distintos medios y confusos lazos de unión y amistad, girando entre la red y el día a día, entre lo cercano y lo intangible.

Un mundo que evoluciona más rápido de lo esperable, y en el que aún siendo nativos digitales, cuesta mantener el ritmo. Lo chic de hoy seguramente cambie mañana, y pasado aparecerá otra cosa que revolucionará todo nuevamente, lo cual acaba por formar individuos cansados y profundamente adormecidos, y sin embargo…

Y sin embargo, miro hacia mis lados y veo iniciativa, compromiso, ganas de luchar. Somos una generación hambrienta de conocimiento, ansiosa por enfrentarse a nuevos retos, y decidida a cambiar lo que nos rodea. Tenemos poder, ¡vaya si lo tenemos!, y también medios.

Somos la Generación Y, autocrítica y sensible a la gran mentira de la publicidad. Venimos de vuelta, y estamos preparados para adaptar el futuro a nuestros intereses. Años de búsquedas predictivas en internet, la carencia de tiempo para reflexionar y la precisión de una respuesta inmediata a simples acciones nos permiten estar a la altura de la circunstancia.

Un gran sabio dijo una vez «El verdadero poder reside en ser dueño de tu destino«, y en nuestra mano está ser dueños o dejarnos gobernar por el despotismo de la mediocridad y el pasotismo de hecho.