El proyecto KEO (EN) pretende enviar un satélite a lo largo de 2014 a 1.800 kms de altura con una muestra representativa del genoma y conocimiento humano de nuestro tiempo, con el objetivo que éste vuelva a nuestro planeta dentro de 50.000 años.

KEO

La figura de una cápsula del tiempo llevada al extremo por el artista-científico Jean-Marc Philippe, en colaboración con la UNESCO, la Agencia Espacial Europea y y Hutchinson Whampoa, y que estará formada por muestras de agua y tierra, una gota de sangre, una verdadera enciclopedia del conocimiento y saber humano, y todos los mensajes (que pasen el filtro) de los ciudadanos de nuestro tiempo que lo hayan dejado escrito en la web (ES).

Para un servidor, lo más interesante del proyecto (además de dejar una huella de nuestro paso) es el estudio de qué soporte y tecnología usar para que los futuros pobladores sean capaces de obtener la información de su interior. Por tanto, tiene que responder a dos grandes cuestiones. ¿Cómo evitar que los datos se pierdan en 50.000 años tanto por el desgaste del material como por la exposición al ambiente nocivo de la atmósfera? ¿ Y cómo asegurarse que tanto el soporte como el contenido resultará leíble por los futuros habitantes del planeta?

Dos preguntas que parecen haber encontrado respuesta en un material como el cristal, en forma cilíndrica, y que fue elegido por su resistencia al paso del tiempo y la radiación. Incluye así mismo unas instrucciones simbólicas de cómo leerlo (tocará crear una especie de lector de DVD), todo ello revestido de una esfera de 80 cms multicapa (aluminio, aislante térmico, titanio,…) con un bajo relieve de la configuración geográfica de nuestro planeta en la actualidad (por aquello de facilitar la datación).

La verdad es que la elección de un formato como el DVD me arroja algunas dudas sobre la viabilidad real del proyecto. Ya no solo por la especulación de un posible interés comercial por parte de un soporte como este frente a otros métodos de soporte que quizás podrían crearse ex profeso, sino a la necesidad de que el día de mañana quien acabe encontrando esto necesite comprender esas instrucciones y crearse un lector de DVD de «andar por casa». Pero quién soy yo para llevar la contraria a expertos que entiendo habrán estudiado en profundidad los entresijos de la preservación de la información, un problema cada vez más acuciante, y que pone en peligro la base de nuestro conocimiento (doblamos cada pocos años la documentación de nuestro saber como civilización, y somos incapaces de leer ya archivos no portados de hace unos treinta o cuarenta años escritos digitalmente con tecnologías ya obsoletas).

Para el hombre del futuro (si es que seguimos por aquí), vaticino que le resultará tanto o más difícil descifrar la información de una civilización de hace 500 siglos que a nosotros con textos digitales de hace menos de uno, más teniendo en cuenta que en nuestra historia, hace ese mismo tiempo estábamos viviendo en cuevas y descubriendo que podíamos pintar en las paredes.

Pero valioso igualmente para currarse una frase molona por eso de que quizás algún día alguien del futuro nos lea, y por si sirve de algo para el estudio de la preservación digital y todos los riesgos que nuestra tecnología arroja en la actualidad. Un servidor, por si acaso, ya ha dejado su pinito de arena, G.G.