escribir un blog

El otro día lo estaba hablando con mi «cuñado». Que no me refiero al cuñado familiar, sino al «cuñado» que todos tenemos en la familia/círculos de amistad. Esa persona, probablemente de mediana edad (ni muy joven para que no se le tome en serio, ni muy mayor para que se le achaque a que es de otra generación), que va de entendido con todo «lo nuevo», y que tiende a fallar, por ostracismo y/o por simple ignorancia, más que una escopeta de perdigones en sus predicciones.

Estaba contándoles mi decisión del año pasado de separar mi trabajo de Presencia Digital, que como ya expliqué sigo ofreciendo por esta página, del de Reputación Online en CyberBrainers, y al contarle que allí había montado también un blog, me suelta:

¿Pero para qué un blog? ¿Quién lee hoy en día? Hazte un Youtube o un TikTok de esos y a correr.

La cosa es que sus argumentos podrían tener sentido:

  • Estas plataformas son mayoritariamente consumidas por nuevas generaciones.
  • La gente es vaga por naturaleza, y prefiere pequeñas píldoras de contenido, y en audiovisual, que ponerse a leer.

Sin embargo, como decía, estamos ante un «cuñado» de guión. De esos que solo ven la floresta. Esa justo que está diseñada para que no veas más allá.

En efecto con CyberBrainers, y ya puestos con PabloYglesias, tengo mil cuentas en diferentes plataformas y además, que es lo peor, las utilizo diariamente.

Esto me permite acercarme al potencial cliente y/o lector de una forma más directa, con contenido más sintético, y que entra dentro de la estrategia de comunicación de un proyecto como este.

Hasta aquí todo correcto.

La cuestión es que tanto PabloYglesias como CyberBrainers son proyectos de largo recorrido. Ya sabes, que mi modelo de negocio es hacerme un nombre y vivir trabajando. Algo muy distinto a vivir del cuento, pensando en corto.

Y es ahí donde todas estas plataformas salen perdiendo.

Por la sencilla razón de que el futuro de esa plataforma no depende de mí.

Hipotecar el futuro en plataformas de terceros

Facebook, Instagram, TikTok y Youtube son increíbles. Han democratizado muchísimo la creación y compartición de contenido en la Red. Pero a cambio de pasar por el aro de una plataforma que es dueña y señora del futuro de sus creadores.

Como ya comentamos en su día:

  • De pronto Facebook decide reducir artificialmente el tráfico orgánico de las páginas: Y no te queda otra que joderte. ¿Que quieres llegar al público que antes llegabas? No hay problema, pero ahora tendrás que pasar por caja.
  • De pronto, a un país como EEUU le da por hacer una cruzada comercial contra otro país como China, y el futuro de todos los TikTokers pende de un hilo: Que da igual que te sigan 100 personas o 100 millones. Por criterios ajenos a ti, tu modelo de negocio se va a la mierda.
  • De pronto el sistema de monetización de tus vídeos en Youtube cambia, y la publicidad que Google mete en ellos ya no te da a ti un porcentaje: Es decir, otro ¡te jodes! Google un día decide reducirte o quitarte los beneficios, y puesto que dependes de la plataforma, no te queda otra que aceptar y joderte.

Todo esto, con una página propia, con un blog montado en tu propio servidor, no ocurre. O al menos no va a ocurrir a ese nivel:

  • Las barreras de entrada cada vez son más bajas: El principal handicap hasta ahora que teníamos con esto de montar nuestra propia web. Hoy en día cualquiera puede hacerse un curso en plataformas como la de Aulab (ES) y salir teniendo ya su propia web, con los conocimientos que va a adquirir en desarrollo. Algo que, como ya expliqué en su día, es crítico para encontrar trabajo en un entorno de tanta oferta y no tanta demanda (a la hora de elegir con qué profesional quedarte, ya sea para contratarlo como trabajador o para contratarlo como proveedor, ¿preferirías uno que te ha mostrado un currículum en papel o alguien que tiene una página donde demuestra desde hace meses/años todo lo que sabe?). Y sí, obviando, de paso, el extra que es poder poner en el CV que tienes conocimientos en tal o cual disciplina, o la propia bolsa de trabajo que ofrece la plataforma Aulab (un 95% de sus estudiantes acaban trabajando en el sector, algo que no me extraña al tener yo un par de conocidos que han hecho bootcamps y cursos parecidos con muy buenos resultados).
  • Puede que monetices tu blog con publicidad programática o afiliados y cambie la política: Pues oye, esa pata del negocio se te va a la mierda. Pero el contenido seguirá estando ahí, porque es tuyo, y puedes buscar otras maneras de monetizar.
  • Dependes, en mayor o menor medida, de los designios SEO de Google: Pero vaya, que prefiero esto mil veces a depender de unos algoritmos recomendadores como los que rigen el resto de plataformas de contenido. El SEO puede ser más o menos importante pero es, a fin de cuentas, una pata más a considerar junto con el tráfico orgánico, el referido o, ya puestos, las propias redes sociales y el resto de canales, como puede ser el email. NO la única, una más.

El corolario con el que quiero que te quedes es que la próxima vez que oigas eso de que los blogs están muertos, recuerdes que están más vivos que nunca. Igual que le pasa a las newsletter, igual que les pasa a los podcast.

Simplemente porque en estos tres formatos, y salvando por supuesto las múltiples plataformas que intentan crear el nuevo Facebook con ellos, lo que obtienes es un sistema abierto en el que el dueño de ese contenido eres tú.

Y es tan sencillo de entender como lo siguiente:

  1. Mi página va a seguir funcionando mientras pueda permitirme pagar el hosting y el dominio. Y el contenido será siempre accesible, incluso cuando yo no esté (bendito Internet Archive).
  2. Mi cuenta de Facebook o mi canal de Youtube seguirá funcionando hasta que Facebook o Google decida: Y el contenido que he generado ahí será accesible bajo las condiciones que dictamine en el futuro Facebook o Google, pudiendo perfectamente dejar de estar accesible si los intereses de negocio de estas empresas no van alineadas con ello.

Que no hablo de una posibilidad poco probable. Ha ocurrido ya tantas veces que es de cuñados no valorarlo como un riesgo.

Así que bienvenida sea la muerte de los blogs.

Un servidor, mientras le siga apeteciendo, seguirá escribiendo un blog (o varios).

No porque sea un «cuñado». Sino justo por lo contrario.

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