Estamos a domingo, y después de dos largos días delante de mi portátil intentando que éste se recuperara, vengo hasta aquí con ganas de contar lo sucedido y dejarlo escrito para quien pueda serle útil en un futuro.

instalandowindows

La cara que se me ha debido quedar después de estos dos días 🙂

Como bien sabéis, soy un fánatico de los nuevos lanzamientos. Tengo la beta de iOS 7 en mi iPad Mini, la beta de OS en el iMac de casa, y hasta hace un par de días la beta de Windows 8.1 en mi portátil.

El caso es que este fin de semana, Microsoft sacó un parche para actualizar algunas mejoras de la preview de Windows 8.1, cargándose casualmente los drivers de mi tarjeta NVidia (cosas de los early adopters). A esto sumarle el hecho de que no existen controladores de Firefox OS para la preview (y por tanto no podía testear en mi dispositivo las aplicaciones que desarrollo para este sistema operativo), y que la mayoría de los juegos dejan de funcionar por incompatibilidad con el activeX (vamos, lo que se dice una gran putada).

Con todo ello, me armo de valor, hago una copia de seguridad de algunos archivos que me importan en mi disco duro externo, y procedo a aplicar el método RPTV (reza por tu vida):

Restaurar sistema: Error

Así que así llegamos al viernes, con el portátil pidiendo a gritos que le devuelva a una versión más estable anterior, y raudo y veloz me dirijo a Restaurar sistema.

Pérdida de tiempo, ya que después de la actualización a windows 8.1, lo único que me ofrece son puntos de restauración posteriores.

AI Recovery: Error

Desechada la primera opción, pasamos a la segunda. Asus (o HP, o Lenovo, o cualquier gran empresa de portátiles de la actualidad), incluye junto con el dispositivo y el sistema operativo elegido, una batería de herramientas que teóricamente mejoran la experiencia, y que en la práctica tienen algunas pocas interesantes y una amplia mayoría de software que solo molesta y ralentiza el ordenador.

Pero en el caso que nos compete, una de las prestaciones que incluye Asus es el llamado AI Recovery, que a priori no es más que una partición oculta a la que recurrir para devolver el terminal a como vino de fábrica, lo cual está genial.

Busco en Google y me entero que para llamarla, hay de dejar pulsado F9 mientras el dispositivo está encendiendo. Lo hago y nada. Lo vuelvo a hacer (por eso de que ante todo soy un luser) y nada. Repetimos el proceso, esta vez aporreando el teclado, y sigue en sus trece. Ya para terminar, la genial idea de recorrerme desde el F2 (que te permite comunicarte con el lanzador) al F12 por si por alguna razón siniestra y maquiavélica se ha cambiado de posición, pero nada de nada.

Entro nuevamente en ese windows 8.1 beta del demonio, y desde la consola, consigo lanzar el AI Recovery, descubriendo que no localiza la partición, y que me pide el disco de restauración (sí, ese que te recomiendan hacer al principio y que nunca hacemos).

Pues nada, me meto en el visor de particiones, y sorpresivamente (como dirían nuestros compañeros del otro lado de la charca), la partición está ahí, ocupando sus gigas y ajena a todo el alboroto.

Qué se le va a hacer, a buscar el disco de restauración se ha dicho.

Instalar desde disco de restauración: Error

Sigo sin entender porqué se empeñan en llamarlo disco de restauración cuando son 5 DVDs enteritos… Meto el primero en el lector, y después de asegurarme que desde la interfaz gráfica el DVD pasa de mí, me dispongo a reiniciar y modificar en la BIOS la prioridad de ejecución, de tal forma que cargue primero CDs.

Otro reinicio, y la pantallita de carga de Windows. Vamos bien.

O eso creía hasta que me sale un anuncio de AI Recovery informándome que ahora es buen momento para recuperar esa partición que se ha quedado en Narnia.

Pues oye, puesto que no me das ninguna otra opción, de acuerdo.

Se pone a dibujarte esas barras de porcentaje tan sumamente precisas con las que Windows nos deleita día tras día, y después de algo más de una hora de puro aburrimiento metiendo DVDs y sacándolos, termina el proceso, y reinicia.

Y voilà, error: el sistema no encuentra ningún sistema operativo instalado.

En este momento es en el que te da por meter un disco de Ubuntu, y ver que en cuestión de media hora, ya tienes la distribución totalmente operativa, y que no hay ni rastro del dichoso AI Recovery ni nada por el estilo.

Pero claro, para un jugón como el que escribe, Ubuntu no es la solución, así que hago de tripas corazón, me bajo otro windows 7 (oficial, mal pensados), y a probar suerte.

Instalando desde 0

Lo primero que te encuentras, y es aquí donde quería llegar, es que el AI Recovery milagrosamente no aparece por ningún lado (buen comienzo).

Como es de esperar, te empieza a pedir datos hasta que llegas a la pantalla de particiones, donde te encuentras con 5:

  • SYSTEM
  • MSR (reservada)
  • La principal
  • La de datos
  • Nuestra amiga del recovery.

Raudo y veloz, formateo la principal y la de datos (recordar que ya he salvado todo en otro disco externo), y me pongo a instalar windows en la principal. Oh wait!

No se puede instalar Windows en este disco. El disco seleccionado el estilo de partición GPT

Pues sí, mi copia de Windows 7 es de 32 bits, que no es compatible con GPT. Ni formateándolo oye. Si lo único que necesito es que en vez de ser GPT, sea MBR…

En este momento, y después de un día entero perdido, me queda la opción de volver a descargarme otro Windows de 64 bits, o tirar con el de 32, que para el caso… Así como soy cabezón, y después de unas cuantas horas volviéndome loco, he encontrado la solución.

Lo que necesitaba era lanzar el comando Diskpart para borrar todas las particiones y formatearlas a mi antojo. El caso es que al estar dentro del instalador, he tardado lo suyo en dar con la combinación de teclas, que acaba por ser Shift + F10.

Los pasos a seguir son los siguientes:

  1. Abrimos el terminal (Shift + F10).
  2. Tecleamos Diskpart.
  3. Para mostrar la lista, LIST DISK.
  4. Seleccionamos las particiones que deseemos mediante SELECT DISK X (donde X es el número de la partición).
  5. CLEAN para borrarla.
  6. EXIT para salir.

Después de esto, ni AI Recovery, ni GPT, ni MBR ni ocho cuartos. Puedes instalar hasta un Windows NT en el portátil.

El instalador sigue a lo suyo (ya sabes que se reiniciará y acabará por pedirte la clave de licencia), y en cosa de media hora ya tienes windows corriendo. Luego toca instalar los drivers que no reconozca desde la web de la compañía buscando el modelo (y si se desea, instalar todo el paquete de software del fabricante, que CLARAMENTE no he hecho).

Bueno, un fin de semana para olvidar. Y eso que aún me queda pelearme con Adobe…