consultoría de reputación online

El otro día me llamó un trabajador de una compañía para comentarme su caso, por ver si les podía ayudar.

Esta empresa (una PYME que se había posicionado como líder de su sector) hace unos años había tenido problemas con la competencia, que había decidido, en un alarde de genialidad, crear una página con el dominio NOMBREDELAEMPRESA+fraude en la que por supuesto despotricaban a gusto sobre la misma.

La cuestión es que por aquel entonces, y debido seguramente a que la empresa de este trabajador no había invertido en presencia digital, la competencia consiguió posicionar ese resultado entre los primeros cuando alguien buscaba el nombre de la empresa, con el esperable daño reputacional en el negocio.

Imagínate lo «bien» que le sentaría a tu empresa que cuando alguien busca su nombre, presumiblemente para contratar tus servicios o comprar tus productos, uno de los primeros resultados que ve sea una página que alerta de que lo que ofreces es un timo...

Hasta aquí todo normal. Lamentablemente hay mucho caradura en el mundo corporativo. Gente que quiere llegar a lo alto no haciendo las cosas correctamente (claro, esto es lo difícil, ya que hay que trabajárselo), sino pisando a los demás.

El caso es que esta empresa (la que me llamó) decidió entonces contratar los servicios de una de estas compañías online que te aseguran que van a desindexar cualquier resultado en las búsquedas.

Les pagaron alrededor de 4.000 euros, y en efecto, tras unos meses, la página creada presumiblemente por la competencia pasó de estar en la primera página de resultados de Google, hasta la quinta.

Todo perfecto hasta que, como ya muchos en el mundillo sabréis, en mayo Google actualizó sus algoritmos, en lo que en el sector del SEO llamamos «hacer un UPDATE».

Y claro, aquella página olvidada ha ido subiendo estas últimas semanas hasta situarse, en el momento en el que me llamaron, en la primera página nuevamente.

Te cuento esta historia real porque me parece el ejemplo perfecto que hay entre contratar un trabajo de consultoría en reputación digital, y contratar un servicio de desindexación web.

Vamos a ver las diferencias y por qué, como es obvio (y no solo porque me dedique a ello), considero que el primer camino es el adecuado.

¿Qué obtienes cuando contratas a un consultor de reputación online?

Sobre esto ya hablamos en profundidad no hace mucho. Básicamente los que nos dedicamos a la consultoría de reputación online analizamos cada caso POR SEPARADO, y planificamos una serie de estrategias de presencia digital que buscan:

  • Mejorar la reputación de la marca: Sea de una empresa o de un particular, obviamente este es el primer objetivo.
  • Incrementar el negocio de la marca: Porque aunque sea indirectamente, nuestras acciones, bien ejecutadas, ya no solo repercuten en la reputación de marca (ergo, en el negocio), sino que también lo hacen directamente en el mismo, ofreciendo mayor confianza de cara a potenciales clientes/usuarios.

¿Cómo es esto posible?

Pues porque la mayor parte de acciones que implementaremos se basan en mejorar el posicionamiento del contenido que nos es reputacionalmente hablando interesante. Y al hacer esto, indirectamente reducimos el impacto del contenido negativo.

Pero fíjate que la base estratégica se basa en nuestra presencia digital. No en joder la presencia digital de esos contenidos de terceros.

consultoria Presencia en Internet

¿Qué obtienes cuando contratas un servicio de desindexado?

No voy a dar nombres, pero a poco que busques por internet te encontrarás con varias páginas que te prometen:

  • Hacer desaparecer contenido que te afecta negativamente.
  • Eliminar tu huella digital dañina.
  • Protegerte contra doxing y demás mecánicas de astroturfing.

La realidad es que por regla general, estos servicios basan su estrategia en atacar con contenido dañino a ese contenido reputacional que nos hace daño.

Algo que por supuesto se puede automatizar (la consultoría de reputación online hay que hacerla sí o sí de forma individualizada para cada negocio y cliente), no necesita perfiles tan multidisciplinares, y por tanto sale mucho más rentable (aunque luego te cobren lo que te cobran).

Para ello utilizan botnets de cuentas y perfiles en redes sociales que generan contenido falso, y lanzan masivamente ataques de SEO negativo a estas páginas o portales para que Google los desposicione o incluso llegue a banearlos.

Caso aparte son los servicios legales, como el de EliminamosContenido (ES), donde unos abogados hacen de intermediarios entre el cliente y las plataformas para que, según la normativa vigente, ese contenido se borre o se desindexe de buscadores.

Esto sí es legal y es totalmente permanente (al menos mientras no cambie la regulación). El problema es que no siempre funciona (no siempre hay una base legal para ejercer estos derechos).

¿Sabías que es posible eliminar tu huella digital de Internet?

Datos personales expuestos sin consentimiento, comentarios difamatorios sobre tí o tu empresa, fotos o vídeos subidos por terceros donde apareces… En Eliminamos Contenido te ayudamos a borrar esa información dañina que hay en Internet de forma rápida y sencilla.

¿Por qué la estrategia indirecta (gestión reputacional de la presencia digital) es más segura?

Aquí llego al quid de la cuestión.

El problema que tiene la estrategia seguida por estos servicios de desposicionamiento es que es pan para hoy, hambre para mañana.

Al utilizar las mismas herramientas que utilizan, por ejemplo, el cibercrimen o la gente que se dedica al BlackSEO, son sabedores de que lo que le están ofreciendo a sus clientes es algo que tiene los días contados.

Google, y en definitiva el resto de grandes buscadores de internet, cada vez es más listo (sus algoritmos entienden mejor el lenguaje humano), y por tanto es cuestión de tiempo que esas acciones que han realizado sean identificadas por el buscador como artificiales, devolviendo a su posición el contenido que en su momento, con una versión del algoritmo inferior, no fue capaz de identificarlas.

Que juegan, a fin de cuentas, al gato y el ratón. Si ahora Google nos banea esta red de blogs que utilizábamos como arma, pues creamos otra y le inyectamos enlaces. Y cuando esos enlaces nos los pille como artificiales, pues montamos otra red o buscamos otra manera…

El tema es que para cuando esto ocurra el cliente ya ha pagado. El servicio ya está dado, y si a futuro ya no funciona, pues es su problema. Que vuelva a contratarlo otra vez y listo.

Y recalco que hablo de esa mayoría que prometen el oro y el moro, no los que cuentan con abogados colegiados y siguen la normativa en materia de derecho al olvido.

Volviendo al ejemplo anterior, por aquí, que nos centramos en ofrecer consultoría de reputación online, ya conté cómo a mis clientes el último UPDATE apenas nos afectó en los resultados reputacionales de las SERPs. Por supuesto hubo subidas y bajadas, pero como la estrategia que hacemos en la agencia es la CORRECTA (ergo, legal), mejorando la presencia digital de nuestros clientes, Google no nos ha penalizado, y en cambio sí ha penalizado páginas de la competencia que claramente, a ojos de un experto, estaban realizando técnicas de BlackSEO, lo que nos repercute positivamente.

El corolario de todo esto es que a veces, la estrategia más lenta, es también la más segura. Yo siempre he dicho a mis clientes que establecemos una estrategia a un año vista. Podría en efecto vender la moto de que en uno o dos meses ya habremos solucionado el tema. Le cobro todo de golpe, y subcontrato las botnets a algún servicio de estos o me monto las mías propias.

El tema es que sé que esto, tarde o temprano, no va a servir para nada, o incluso puede llegar a ser negativo para el cliente.

Como les está ocurriendo ahora a estos.

Avisados quedáis.