Este es una de las newsletters antiguas que se enviaron de forma exclusiva a los miembros del Club Negocios Seguros, y que se liberan públicamente un mes más tarde.

Si quieres recibir las actuales cada martes y jueves en tu bandeja de correo, hazte miembro ahora.

*******

Negocios Seguros

capitalismo innovacion

La semana pasada publicaba un artículo exclusivo de mecenas sobre la algoritmia detrás de TikTok, y cómo por sus propias dinámicas, está generando un escenario de continua presión social y ruptura de la figura del Yo, que pasa a sentirse inferior a la que ofrecen sus filtros.

El tema es que en comentarios de la publicación en TikTok, nuestro querido mecenas Khepper hacía una disertación muy acertada sobre todo lo hablado en el artículo, aportando matices que bien merecen la pena leer.

De todo ello, como le comentaba en respuesta, me quedaba con un par de ideas que volcaba, y que me habían hecho recordar otro tema aledaño.

Me refiero a su comienzo, que transcribo literalmente por estos lares:

Personalmente creo que no es que en el futuro pensemos que lo que se hace ahora es perverso, lo que se hace ahora lo es porque puede serlo. Seguramente, la primera vez que google o facebook se dieron cuenta del potencial que tenía la información y cómo la podían monetizar, fue algo completamente disruptivo, y desde ese día hasta hoy, todos los desarrollos que pueden lo utilizan, incluso alguno que no sabe qué hacer con la información seguro que lo hacen.Para mi esto es otra de las debilidades(????) de un sistema capitalista, si uno hace trampa hoy y no pasa nada, mañana la hacen todos y si pasado alguien decide legislar, pasará un largo periodo jugando al gato y al ratón para intentar seguir saltándosela (bueno, algunos dejan de hacerlo cuando les interesa) La competitividad a la que el capitalismo nos fuerza obliga estar buscando triquiñuelas que te permitan posicionarte algo mejor, ser algo más competitivo, hacerlo por un poquito menos y eso no creo que tenga solución[…]

Las negritas vienen de mi parte :D.

El, por supuesto, se refería más al abuso que se hace de forzar los límites éticos cuando hay dinero de por medio. Y hablaba de muchos otros temas más centrados en el propio artículo que por aquí obviaré. Pero esto justo me recordó un reportaje que había leído hacía ya unas cuantas semanas, y que he estado buscando para preparar este texto.

El artículo (EN) viene firmado por Praveen Seshadri, ex-ingeniero de Google, que llegó a la compañía como desde hace años llegan la mayoría de ingenieros: mediante la adquisición de la empresa donde trabajaba, AppSheet.

La pieza es dura de cojones, ya que el bueno de Praveen Seshadri no le pica la lengua al decir que la empresa se ha convertido en una compañía de “cobardes, trepas y pelotas”.

Y disecciona a mi forma de ver el problema de una manera fenomenal, reconociendo que no hay en la actualidad incentivos de ningún tipo para arriesgar dentro de la empresa.

DE STARTUP A CORPORACIÓN

Algo que en mayor o menor medida me encontré cuando, hace años, estuve en el proceso de pre-selección para entrar en Google.

Acuérdate del viaje que hice a Silicon Valley con otros “spanish entrepeneurs” para vivir unos días la vida de Google. Que si espacios llenos de árboles, que si todo el mundo en bici, que si horarios flexibles de trabajo, que si lavandería, cocina, guardería, gimnasio y todo lo que se te ocurra dentro de las propias instalaciones…

Un mundo idílico, hasta que te das cuenta de que tienes que valer para vivirlo, aceptando que entonces pasarás a vivir para la compañía. Como ellos te ofrecen todo, esperan que dediques las horas que haga falta (esto eso, las que dice tu contrato y las que necesites como extra) para sacar adelante el trabajo, en un entorno cuanto menos hostil (competitividad absoluta, trepas en cada esquina esperando poder ponerte la zancadilla para subir ellos un peldaño).

Claro está, en aquel momento estábamos aún viviendo la transición del Don’t Be Evil que caracterizó a la californiana en sus primeros compases empresariales, al Be Evil que acabó siendo.

Por aquella época, de hecho, estaba la buena de Noam Bardin trabajando para Google, después de que esta adquiriera en 2013 Waze.

En una publicación (EN) de hace poco más de un año recordaba cómo el sueño de que un gigante como Google te comprase y que gracias a esa libertad financiera su producto pudiera acabar creciendo sin las limitaciones presupuestarias esperables, se vio truncado por la realidad de una corporación.

Básicamente, no pudieron seguir expandiendo Waze como les hubiera gustado. A Google le interesaba su app tal cual estaba, pero con dinámicas de monetización. Punto.

GOOGLE: UNA EMPRESA DE COBARDES, TREPAS Y PELOTAS

La historia de Google es por tanto la historia de cualquier startup exitosa. Es la historia del puro sistema capitalista.

Google nació gracias a una gran idea. La del page rank (ordenar por unos criterios endógenos y exógenos los resultados de búsqueda de Internet, basándose en el sistema de recomendación de papers universitarios que ya había demostrado en la industria académica que funcionaba).

Y dieron con el clavo perfecto con la manera de monetizarlo: Puedes pagar por aparecer primero en esos resultados.

Con ese modelo de negocio tan lucrativo, llegaron el resto de servicios también magistrales. Que si Google Maps, que si Gmail, que si Youtube, que si Android. La mayoría, eso sí tras sacar la billetera y comprar a sus creadores.

Pero oye, era la época dorada de una startup. De un proyecto empresarial que nace con la vocación de cambiar el mundo, y que para colmo (y esto es lo difícil) cuenta con una chequera casi ilimitada.

Es la época de ese 20% de horas pagadas por la compañía para que hagas tus propios proyectos. De una empresa donde la innovación se antepone por encima del negocio.

Ahora bien, los tiempos van pasando, y la mediocridad esperable en una corporación empieza a tomar la delantera.

De pronto, caes en la consideración de que ese 20% de horas pagadas para tus proyectos ya no existe. Y que ahora lo que importa es monetizar a cualquier costa el servicio que ayudaste a crear.

No para ofrecer un servicio mejor, no, sino para monetizarlo. Que lo que antes era gratuito, ahora debe ser de pago. Debe estar artificialmente capado para que los usuarios paguen por ello.

Y entran en juego las dinámicas perversas de este tipo de corporaciones:

«Los salarios son tan altos y las opciones [sobre acciones] tan valiosas que se crean desalineaciones. El impacto de un producto individual en las acciones de la empresa es mínimo, así que esas acciones son como dinero gratis. Independientemente de tu rendimiento (individual) o del rendimiento de tu producto, tu patrimonio crece de forma significativa, por lo que nada de lo que hagas tendrá un impacto económico real en tu familia».

Las negritas, nuevamente, vienen de mi sello.

Así, cada vez más trabajadores llegan a la conclusión de que no merece llamar la atención proponiendo mejoras o cambios. Y lo que es peor: que te irá mejor simplemente haciendo lo que te dicen que hay que hacer, sin “resultar molesto”.

TRABAJAR PARA UNA CORPORACIÓN

Recalco que ponemos de ejemplo a Google por ser esa startup que todos amamos en su día, y que hemos visto “madurar” hacia una corporación, pero esto mismo aplica para cualquier corporación.

En Telefónica, por ser otra empresa donde estuve trabajando, vi de primera mano cómo tras un año trabajando allí las conversaciones que tenía con mis antiguos compañeros de startup pasaron de querer comernos el mundo proponiendo nuevas ideas disruptivas, a echar cálculos sobre cuántos trienios necesitábamos para subir la categoría a tal otra, y con eso conseguir una jubilación X.

Con Mozilla, que fíjate que parece jugar en otra liga, me pasó tres cuartos de lo mismo, al ver cómo pese a que todos en el equipo me daban la razón de que alguna de las herramientas de desarrollo que usábamos estaban obsoletas y suponían un obstáculo para nuestro trabajo, había interés en que se mantuvieran como tal por parte de los puestos intermedios, y así se quedaron.

En fin, que de esto supongo que va el capitalismo. De que la alineación de intereses económica, y de aporte a la sociedad, no vaya de la mano.

Justo al contrario de lo que se esperaría, por el propio mantra que se maneja en un sistema capitalista, donde se supone que es el propio mercado (oferta y demanda) quien manda.

________

Si quieres recibir contenido exclusivo como éste el día uno y directamente en tu bandeja de correo cada martes y jueves, hazte miembro del Club «NEGOCIOS SEGUROS».

Banner negocios seguros