IA democratizador

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Negocios Seguros

Ha sido una semana muy pero que muy interesante en cuanto a lanzamientos de productos y estudios relativos a la tecnología de moda: las inteligencias artificiales.

De hecho, ayer en la newsletter pública hacía un monotemático de enlaces externos en referencia a buena parte de estos lanzamientos:

Por supuesto, a nadie debería escapársele que estamos en lo alto de la curva del hype de este tipo de tecnologías. Y que muy probablemente en próximos meses el hype baje y acabemos dándole la importancia que tiene. Exactamente igual que ha pasado con todas las tecnologías disruptoras anteriores.

Lo que no quita que, frente a propuestas como la del metaverso (por citar la última con la que nos bombardearon durante semanas), esta sí tenga potencial de cambiar el mundo tal cual lo conocemos.

A nivel, de hecho, de lo que en su día supuso la irrupción de los smartphones, o ya puestos, las redes sociales.

Para colmo, y de esto quería hablarte en el artículo de hoy, la IA tiene potencial de cambiar para siempre la manera que entendemos el mundo profesional. La economía.

Y como ya expliqué en su momento, no lo hará precisamente con los trabajos menos cualificados. Sino justo al contrario: Con tu trabajo, y con el mío.

TU TRABAJO Y EL MÍO PELIGRA

Esto es lo que se desprende del white paper (EN/PDF) que publicaba Open AI estos días, y que viene a decir lo mismo que ya dijimos en su día, con algunos datos que cuanto menos pueden ser sorprendentes:

Los resultados indican que aproximadamente el 80% de la mano de obra estadounidense podría ver afectadas, al menos, el 10% de sus tareas laborales por la introducción de las GPT.

Y otros numeritos más:

Alrededor del 19% de los trabajadores podría ver afectado al menos el 50% de sus tareas. La influencia se extiende a todos los niveles salariales, “con los empleos de mayores ingresos potencialmente más expuestos”.

Este gráfico ilustra muy bien la situación:

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Entre las profesiones donde mayor impacto se espera que tengan las nuevas IAs están los matemáticos, los escritores, los abogados/financieros/contables, los diseñadores y buena parte de los ingenieros.

En general, todos aquellos trabajos que requieren de unos estudios superiores, y que además suelen estar entre los mejor pagados.

En el informe ponían de ejemplo cómo, de pronto, trabajos poco cualificados como el de limpia platos, apenas tienen potencial para ser afectados por las IAs, mientras que los perfiles directivos podrían estar en jaque más pronto que tarde.

Esto parece conducirnos a un escenario más democratizado a nivel económico y profesional. Uno en el que las disciplinas manufactureras cobran mayor protagonismo, frente a aquellas más de tinte intelectual.

Y SIN EMBARGO…

Y sin embargo, hay que tomar estos datos con muchísima cautela.

Acuérdate si no que hace unos años los trabajos que estaban en peligro eran precisamente los manufactureros. Que con eso de la robótica, parecía que ya no se iban a necesitar operarios en las fábricas.

Y oye, fíjate tú que en Acelor Mital, la empresa donde trabaja mi primo y trabajó mi tío, siguen dependiendo de “torpes” humanos para manejar las máquinas.

Con estas IAs generativas pasará muy probablemente lo mismo.

Como defendía el otro día en la charla que impartí en Immosomni, lamentablemente, ni tú ni yo nos vamos a poder jubilar antes de tiempo (o jubilar, ya puestos…). Las IAs ofrecen una gran herramienta para aquellos que sepan y aprendan a utilizarlas.

Son un medio para conseguir un fin, no un fin en sí mismas.

Y no son solo palabras. Ya tenemos estudios que lo atestiguan.

El MIT publicaba también estos días un estudio (EN/PDF) hecho mediante encuestas a consultores, analistas, managers y técnicos de RRHH de diferentes empresas, con el fin de comprender qué impacto estaba teniendo el auge de las GANs y los chats conversacionales en su negocio, llegando a dos conclusiones la mar de interesantes:

  • Las IAs les ayudaron a completar tareas un 35% más rápido, con un incremento de la calidad.
  • Impactaba con mayor porcentaje precisamente a los menos productivos.

Lo que de nuevo me lleva a señalar que estamos ante una serie de tecnologías que democratizan el acceso al mercado laboral.

Para un programador senior quizás una IA le pueda aportar, a lo sumo, un 5% de productividad extra (lo cual, ojo, es ya una pasada). Pero es que para un junior eso puede suponer hasta un 55% más de eficiencia.

Recordemos si no aquel estudio de 2022 que hizo GitHub sobre el impacto de su IA Copilot en los desarrollos de su comunidad. Que habíamos pasado a que un 46% del código subido a sus servidores fuera hecho por la IA.

EL FACTOR HUMANO; EL FACTOR MÁQUINA

En fin, que en esas estamos.

Ni es el apocalipsis, ni esto va a pasar sin más pena que gloria.

Hablamos de unas herramientas que aún ahora en los inicios, aún en pañales, ya tienen vocación de cambiar la manera que tenemos de trabajar. Unas herramientas que, paradójicamente, hacen mejor una de las funciones que hasta el momento considerábamos de dominio puramente humano: la creatividad.

Pero claro, la IA no entiende de estética ni de composición. Tampoco comprende las sutilezas del storytelling, y mucho menos podemos esperar que lleve la contraria a los algoritmos de optimización de funciones en pos de hackear un código escrito en python.

Vamos, que quizás nuestro trabajo de aquí en adelante es aprender a usarlas, para que ellas aprendan a ofrecer una composición realmente creativa.

Ser ese operario que durante décadas ha trabajado en la fábrica. Con la salvedad de que las fábricas de ahora son las oficinas y despachos. Y que en vez de ir vestidos con mono de trabajo, la mayoría vamos con pijama traje.

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