Muse-prueba pabloyglesias

Quizás los viejos del lugar recuerden cuando en la Comunidad nos dio por comprarnos (y más tarde sortear) una diadema de EEG, es decir, un aparatito creado para monitorizar ondas cererbrales.

En aquel momento hice un artículo en profundidad explicando cómo funciona (a grosso modo, por supuesto) nuestro cerebro, y cómo este tipo de gadgets nos permitían transformar ese estímulo cerebral en acciones en el mundo físico.

De cómo podíamos mover objetos con la mente.

Que no se me ha ido la olla, tranquilo. Con aquel Neurosky, y sobre todo, con bastante entrenamiento, era posible pasar un estado mental como puede ser la concentración a una variable digital (un 1 o un 0), y a partir de ella, programar un sistema para que active o desactive algo.

En la práctica, ya en el artículo ponía ejemplos de personas que habían conseguido realizar tareas a priori tan complejas como conducir un vehículo. Claro está, para ello no utilizaban un dispositivo de 100 euros, sino más bien una máquina de electroencefalograma como la que tienen en los hospitales, que cuesta varios miles de euros, que cuenta con decenas de sensores húmedos (es decir, requiere utilizar un gel conductor) y sobre todo dedicándole muchísimas horas para entrenar su neurofeedback.

El Neurosky (ES) era, a fin de cuentas, simplemente un juguete. Un juguete que molaba un huevo, todo hay que decirlo, ya que sus creadores habían decidido liberar el proyecto para que fuera la Comunidad, API en mano, quien desarrollara aplicaciones para el mismo.

La empresa de esta manera ofrecía el hardware y el market de aplicaciones. El resto venía dado por aquellos que se habían subido al carro a crear jueguecitos, pruebas de concepto, y como no, herramientas de meditación.

Porque una cosa va unida a la otra.

La tecnología es una herramienta, no un fin

Ya lo comenté en su día, y aunque suene a anuncio de la teletienda, lo cierto es que quien escribe se ha acercado en más de una ocasión a esto de la meditación. No por factores religiosos o espirituales, sino porque soy un gran convencido de su valor como sistema de entrenamiento de nuestra conciencia.

Y de hecho, he escrito estos días sobre ello en el blog de Antonio, donde he publicado mi experiencia después de dos semanas probando Muse (ES), otra diadema de monitorización de BrainWaves que, a diferencia de Neurosky, no está abierta a terceros, y está por tanto especializada (aplicación gratuita en iOS y Android) en la asistencia a la meditación.

Te animo a que le eches un vistazo a la pieza, y luego vuelvas por aquí, que seguimos.

¿Ya lo has hecho? Pues continúo.

El caso es que un servidor desde hace ya unos años es capaz de controlar lo que me ocurre cuando sueño. Así, como suena.

Si por ejemplo tengo una pesadilla, suelo ser capaz de reconocer que es un sueño, y por tanto, moldear lo que está ocurriendo para que el desenlace sea más halagüeño.

E incluso he encontrado una estrategia con la que por regla general, si quiero, puedo despertarme.

Es un inicio, y bastante humilde si me apuras, pero la idea es seguir entrenándome para llegar a ese estado que algunos fieras de la concentración consiguen adquirir en el que son capaces de controlar a su voluntad los estados de ánimo, de forma que pueden, por ejemplo, auto-producirse un estado más cercano a la tristeza para empoderar la empatía, o auto-convencerse de que pueden hacer algo para que en efecto, de tal auto-convencimiento, lo acaben haciendo.

Y que conste que soy totalmente contrario a toda esa parafernalia de autoayuda que tan bien sabemos que funciona a nivel de negocio. Lo que no quita que me guste experimentar, que cada año me propongo al menos un reto personal, y que gracias a estos objetivos he conseguido, por ejemplo, transformarme en una persona bastante más positiva de lo que era, o encontrar el equilibrio en mi vida tanto a nivel de salud como a nivel de trabajo/conciliación de la vida familiar.

Como decía en la pieza publicada en la web de Antonio, no sé si mi camino pasa por sentarme un ratito a diario para realizar una sesión de meditación, o si simplemente seguiré dedicando tiempo en cada jornada a perderme por el campo en solitario (bueno, con mi perro :)) haciendo deporte.

La cosa es que más allá del trajín tecnológico al que sistemas de monitorización personal nos dirigen, creo que es importante que nos sepamos escuchar. Un aparatito como Muse (ES), o una pulsera cuantificadora como la de Xiaomi, son meras herramientas para facilitar esa transformación. Ni mucho menos deberían ser el fin.

Que el cuerpo es sabio, y que lo fácil es seguir haciendo lo que tenemos que hacer (o lo que una notificación en el móvil nos dice), sin preguntarse el porqué, cayendo en esa espiral nociva de los placeres culpables.

Que como ya expliqué en su día, los datos son tan útiles como la utilidad que le demos a la hora de marcarnos objetivos y cumplirlos.

Si estás convencido de esto, adelante. Todas estas herramientas vienen genial como soporte.

Ejemplo del neurofeedback que te da Muse

A mi, por ejemplo, saber cuándo realmente estoy desconectando en una sesión y cuándo no me da una retroalimentación positiva que me permite mejorar mis sesiones. Y con ello, entender un poquito mejor cómo funciona mi cerebro.

Comprenderme a mi mismo, para que nos entendamos.

Pero si esperas que por tener uno de estos gadgets ya la vida te va a cambiar, lo tienes crudo. Habrás gastado dinero a lo tonto, ya que muy probablemente cuando esa fase de gamificación inicial pase a un segundo plano, lo olvidarás en un cajón.

Quien escribe estas palabras sigue utilizando dos años después de bajar aquellos 15 kilos que me sobraban pulseras para cuantificar mis entrenamientos diarios.

Empecé a utilizarlos como una herramienta para transformarme, pero se han quedado como asistencia a algo que ya he interorizado en mi jornada. Una actividad más como son las que realizo para mis clientes o las que hago por estos lares.

Que esto va de fuerza de voluntad, y sobre todo, de ganas. No de monedero.

Que es algo que ninguna tecnología va a poder hacer por ti, por muy gamificada, por muy bien que se venda e indistintamente de lo genial que esté diseñada.

Aceptando este hecho, ¿estás lo suficientemente preparad@ para ello?